"Una de sus notas (...) sobre el asesinato del periodista chileno Augusto Olivares -uno de los principales responsables de la política mediática de Salvador Allende- permite pensar que existía en Raab conciencia y preocupación acerca de la relación entre cultura, medios y revolución. El texto se tituló 'Augusto Olivares pagó con su vida las contradicciones de un proceso político'. La trayectoria de Olivares guarda más de una similitud con la de Raab, con la diferencia de que aquel ocupó cargos políticos de jerarquía. El problema de la transición mediática de un modelo capitalista a otro socialista y la intención de establecer líneas de diálogo entre la política estatal y la cultura popular de su país lo caracterizaron. 'necesitamos a Serrat o a Joan Báez -afirmaba Raab en la necrológica de Olivares-, pero por el momento no podemos prescindir de Raphael'.
En el instante que Raab guarda para sí o ignora sus diferencias con las vías revolucionarias, en el instante en que troca mirada crítica y denuncia por tolerancia de situaciones que no comparte, funda la base de una asimetría que, a la larga, hará imposible tanto una separación definitiva como un vínculo más profundo y consistente con las organizaciones revolucionarias a las que buscó adscribir. En el momento clave, ese problema generará su desprotección frente a la máquina de muerte e injusticia contra la que luchó toda su vida.
Tanto la narración ensayada en la primera parte de este libro como el análisis desarrollado en la segunda buscan delinear un camino hacia la radicalización política distinto del 'iluminado' que a través de una experiencia puntual pasa del estado de inconciencia burguesa al de compromiso revolucionario. Este otro camino tiene la ofrma de una radicalización que, aunque invisible, parecería existir desde el comienzo, estar inscripta en la misms biografía. No hay corte abrupto ni muros que saltear entre los estados de conciencia o las clases sociales, sí un lento y trabajoso camino -no necesariamente exento de humor o vacío de sensibilidad- orientado hacia la lucha por un crecimiento social, que progresivamente se convierte en condición sine que non del bienestar personal.
No existe un texto en el que Raab haya declarado como manifiesto su posición ideológica o los ingresidentes de su estilo. Sin embargo, en todos sus escritos (aún en los no firmados) puede rescatarse la dimensión política que los aliente y deterctarse con facilidad su pluma. (...)
La mirada de Raab se encuentra 'tallada' por su propia biografía: es inescindible del recorrido que realizó por el paiseje cultural, social y político argentino a lo largo de dos décadas, la ópera clásica y moderna, los métodos de Visconti, el cine de Torre Nilsson, la música popular masiva, las telenovelas, las estrellas, la arqueología teatral y el teatro de vanguardia, el cine de Favio y el cine militante, los actos masivos en la Plaza de Mayo de los setenta, los movimientos de la derecha que anticiparon el golpe, el humor de Porcel, las voces de los kelpers. También es inescindible de su condición de paria, de exiliado, de presa que ha escapado a su predador y que vive siempre atenta y preparada para nuevos ataques. (...)"
Fuente: Eseverri, Máximo. "Enrique Raab: Claves para una biografía crítica. Periodismo, cultura y militancia antes del golpe". Prometeo Libros. Buenos Aires, 2007.
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