Hoy 7 de junio es el día del Periodista y a las 14 nos encontraremos en la equina Ana Ale (Tacuarí al 1700) para reclamar por nuestros derechos. Desde allí, si la niebla y las cenizas lo permiten, llegaremos con algunas fotos o videos. Es que como hemos dicho en todos los años anteriores desde que lanzamos el blog Prensa y Etica, no es un día de festejo, porque los periodistas vienen cayendo cada vez más en términos de empleo, respeto por parte de los empresarios de prensa y por la precarización laboral, que es trabajo en negro encubierto detrás de un sistema de tercerización y venta de servicios (colaboraciones). El Estatuto del Periodista es violado todos los días, los periodistas profesionales que trabajan todos los días a destajo cobran lo que la empresa les quiere pagar y si llegan a la nota número 23, para que no entre en relación de dependencia, lo suspenden por dos meses. Si, dos meses sin trabajar.
Los periodistas precarizados, los colaboradores, no tienen sueldo, aguinaldo, vacaciones, no se pueden enfermar y si los echan tienen que hacer un juicio para ver si cobran algo. Y luego no volverán a tener trabajo.
Por eso hoy 7 de junio estaremos en la esquina Ana Alé, en Tacuarí al 1700, convocados por las agrupaciones que defienden los derechos de los trabajadores de prensa, a pesar de las defecciones de algunos de los actuales dirigentes gremiales y de la omnipotencia de las empresas periodísticas, las mismas que festejaron el golpe de 1976, que festejaron el asesinato de Rodolfo Walsh, la desaparición de más de un centenar de periodistas, el asesinato de José Luis Cabezas y el sistema de facturación impuesto por Domingo Cavallo.
Antes de que Rodolfo Walsh escribiera su “carta” a la Junta Militar, una delegación conjunta del Sindicato de Prensa de Córdoba y de la entonces Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA) estuvo en setiembre de 1976 en Helsinki para denunciar los crímenes de la dictadura militar. Vale la pena leer la descripción que hacían de la situación, porque muchos han perdido la memoria.
Los periodistas argentinos a los compañeros delegados al Octavo Congreso de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), Helsinki, 21 al 23 de setiembre de 1976.
Compañeros:
Traemos a este congreso la palabra de un pueblo sangrante. Nuestra Patria, la República Argentina, se ha convertido en el blanco predilecto de la ofensiva imperialista en América Latina. Millares de encarcelados, torturados y asesinados, pagan por el “delito” de luchar por la independencia nacional y la liberación de la clase trabajadora.
La dictadura fascista del general Jorge Videla no está sola: Pinochet en Chile, Storessner en Paraguay, Banzer en Bolivia, los militares brasileños y uruguayos los acompañan en esta verdadera cruzada de la reacción enemiga del pueblo. Haití, Nicaragua, Guatemala, la República Dominicana y otros países hermanos también conocen la mano de las dictaduras locales, dura con los humildes y servil con los explotadores. Puerto Rico y Panamá sufren, todavía hoy, la violación de su soberanía y la presencia de tropas coloniales en su territorio.
Los grandes monopolios, el gran capital imperialista y las empresas transnacionales, han diseñado este plan para América latina que los Estados Unidos están llevando a la práctica con la complicidad de los terratenientes y capitalistas de nuestros países. Todo ello con el objetivo de sojuzgar a los pueblos progresistas, nacionalistas y revolucionarios y dificultar la marcha de aquellos que, liberados de la dependencia, hoy están construyendo el socialismo.
La experiencia revolucionaria de Cuba socialista, ejemplo para nuestros pueblos, ha alertado a los intereses de la reacción que intenta vanamente detener el curso histórico de las luchas populares de esta parte del mundo, valiéndose de los medios más repudiables, los asesinatos más abyectos y los planes más siniestros. Así, los crímenes del fascismo en chile, las inenarrables torturas de los militares uruguayos, los asesinatos de mineros bolivianos, la represión a los revolucionarios brasileños y paraguayos, culminan ahora en el verdadero genocidio que se viene cometiendo contra el pueblo argentino, sus organizaciones y hombres honestos, progresistas y revolucionarios.
No exageramos al decir que todo el arsenal homicida del fascismo, todo el odio irracional de los capitales, toda la furia del imperialismo enceguecido por los continuos triunfos populares como los obtenidos por los hermanos vietnamitas, angoleños y otros, se concentra hoy en nuestro país, la República Argentina, en el extremo sur del continente americano.
Más de 30.000 detenidos políticos hacinados en decenas de campos de concentración al mejor estilo hitleriano. Millares de torturados, con los métodos de destrucción física y psíquica más refinados y siniestros. Más de 5.000 asesinados, la mayoría de ellos trabajadores, periodistas, sindicalistas, estudiantes, artistas y militantes revolucionarios. Miles de obreros cesanteados por razones políticas y sindicales. Centenares de asilados políticos y residentes extranjeros expulsados o entregados a las garras de las dictaduras de sus países. Millares de hogares obreros allanados, despojados y dinamitados. Centenares de cadáveres en las calles, lanzados al Río de la Plata o a las fosas comunes de los campos de concentración, son el trágico saldo del nuevo “orden” fascista.
La prensa y particularmente sus trabajadores no podían dejar de recibir duros golpes: todas las publicaciones populares fueron clausuradas, decenas de periodistas detenidos, como Eduardo Molina y Vedia, Conrado Ceretti, Ventura Pérez (Secretario General del Sindicato de Prensa de Mendoza), Mario Paoletti (Subdirector de “El Independiente” de la Rioja, Joaquín Alvarez (Director de “Alberdi”, de Vedia), Guillermo Alfieri (Secretario General del Sindicato de Prensa de La Rioja), Antonio Di Benedetto (Subdirector de “Los Andes” de Mendoza), Jorge Sappia y Norberto Ciaravino (Asesores legales del Sindicato de Prensa de Córdoba), Plutarco Schaller (fotógrafo de “El Independiente” de la Rioja), Nelson Nicoletti (de “El Independiente”, de la Rioja) y Rafael Capellupo (del Canal 12 de Córdoba).
Numerosos periodistas fueron secuestrados por las fuerzas militares y policiales sin que se tenga noticia de sus paraderos, entre ellos Marta Pérez (delegada del personal del diario La Razón, de la Asociación de Periodistas de Buenos Aires), Carlos Pérez (director del suplemento Cultural de Clarín), Haroldo Conti (escritor, Premio Casa de las Américas, de la revista “Crisis”), Miguel Angel Bustos (de “El Cronista Comercial”), Diana Guerrero (del semanario “Discusión”), Eduardo Suárez (de “El Cronista Comercial”), Marcelo Gelman (hijo del poeta y periodista Juan Gelman) y el compañero Héctor Ernesto Demarchi (Dirigente de la Asociación de Periodistas de Buenos Aires), quien debía estar presente en este Congreso, de no haber sido secuestrado pocos días antes de su partida por elementos de la policía política.
Decenas de latinoamericanos asilados en nuestro país, especialmente uruguayos y chilenos fueron asesinados por comandos militares, entre ellos el ex senador y dirigente democrático del Uruguay y Zelmar Michelini (periodista de los diarios “Noticias” y “La Opinión”). Se tema por la vida del periodista de la misma nacionalidad Enrique Rodríguez Larreta, secuestrado en Buenos Aires por las fuerzas militares. Todo ello ha motivado que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados haya denunciado públicamente que se encuentra en serio riesgo la vida de los 16.000 asilados políticos que aún quedan en territorio argentino.
Desde abril del año pasado permanece detenido en el penal de Sierra chica el periodista uruguayo y compañero revolucionario Andrés Félix Cltelli Chiribao, quien luego de ser bárbaramente torturado fue puesto 2ª disposición del Poder Ejecutivo” sin procesamiento alguno, negándose incluso la posibilidad de tomar contacto con dos abogados europeos, comisionados a tal fin por Amnesty Internacional.
Continúan en las cárceles los periodistas y revolucionarios Dardo Cabo, Emiliano costa, Pedro Cazes Camarero, Roberto Reyna y Eduardo Jozami, todos ellos por recoger el mandato y el ejemplo de Jorge Ricardo Massetti, asesinado por el ejército reaccionario en Salta, Argentina, en 1964.
Cayeron combatiendo contra la dictadura el Secretario General del Sindicato de Prensa de Salta, Ricardo Domínguez y el poeta y periodista Francisco Urondo, de los diarios “Noticias” y “La Opinión”, premio Casa de las Américas.
El ex senador Hipólito Solari Irigoyen del Partido Radical y afiliado a la Asociación de Periodistas de Buenos Aires fue secuestrado y luego de una parodia de liberación, detenido y puesto “a disposición” de la Junta Militar fascista.
Las organizaciones sindicales sufrieron la detención de numerosos dirigentes combativos y clasistas como Mario Aguirre (de la Asociación de Trabajadores del Estado), Eduardo Requena (del gremio docente y la Coordinadora de gremios en lucha de Córdoba) y Víctor Vázquez, de la Unión Ferroviaria, militante del Partido Comunista Argentino). A casi dos años de su detención, continúan encarcelados Alberto Piccinini (Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución) (y muchos otros dirigentes y activistas sindicales de dicha localidad.
Las organizaciones gremiales que agrupan a los trabajadores de prensa fueron duramente represaliadas: La Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) con sus 23 filiales y 7.000 afiliados y la Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA) que nuclea a 10.000 trabajadores periodísticos de esa ciudad fueron intervenidas. Del mismo modo se obró con los sindicatos de prensa en Córdoba, La Rioja, Mendoza, La Pampa, chaco y Bahía Blanca. Elementos militares o vinculados a ellos, se hicieron cargo de los bienes de esas organizaciones, iniciando una política de destrucción de las conquistas sociales logradas por el conjunto del gremio.
Las empresas periodísticas argentinas, tradicionalmente ligadas a los intereses de los sectores terratenientes y capitalistas, aprovechando el clima de terror creado por las fuerzas armadas y la derogación y desconocimiento de las cláusulas protectoras de la legislación laboral, se han dado a la tarea de producir miles de despidos entre los trabajadores de prensa. En el diario “Clarín” de Buenos Aires solamente, fueron dejados cesantes 530 compañeros; en la Agencia Oficial de Noticias Télam, otros 400. Del mismo modo se ha procedido en la mayoría de los medios de comunicación, radios, televisión, agencias, diarios, revistas y otro tipo de publicaciones de toda la república.
Todas estas medidas tienen por objetivo imponer a sangre y fuego el plan imperialista, el plan del Fondo Monetario Internacional que respalda financieramente a la dictadura, exigiendo continuas devaluaciones, cesantías masivas y la disminución extrema del salario real de los trabajadores. Es el plan de la CIA y el Pentágono que sigue adiestrando a los militares del continente en las tácticas represivas más novedosas, el plan de los militares fascistas del cono sur que reunidos en Uruguay en diciembre pasado decidieron unir sus esfuerzos, coordinar sus acciones y sumar su potencial de fuego para evitar la resistencia de los pueblos.
Desde el asalto al poder el 24 de marzo de este año en nuestro país, los militares han trasladado incalculables ingresos a la burguesía terrateniente y a las grandes corporaciones imperialistas, a través de brutales devaluaciones monetarias que elevaron en 25 veces el valor del dólar y produjeron una inflación con un ritmo del 50 % mensual.
El salario real de los trabajadores argentinos, incluidos los trabajadores de prensa, ha caído a un nivel similar a menos del 40 % del promedio alcanzado en 1974. De este modo, la Junta Militar fascista ha colocado a los trabajadores argentinos en niveles similares a los de 30 o 40 años atrás.
La complicidad del imperialismo norteamericano no sólo se expresa por los beneficios que encuentran sus empresas, a raíz de la disminución de los salarios reales y el correlativo aumento de sus ganancias, a causa de la retracción generalizada del mercado interno y la quiebra de las pequeñas y medianas empresas. Su objetivo va más allá: la búsqueda de un reordenamiento del mercado mundial de productos agropecuarios en alianza con los monopolios comercializadores, con el propósito de elevar el precio de los alimentos y condicionar así el desarrollo económico europeo y aumentar el sometimiento de los países del Tercer Mundo. Esa es la razón por la cual el ministro de economía argentino, José Martínez de Hoz, que pertenece a una familia propietaria de no menos de 300.000 hectáreas en la mejor zona agrícola de la Argentina, accionista y directivo de Acindar –empresa siderúrgica- vinculada a la U.S. Steel, responsable principal de la represión a la lucha obrera de Villa Constitución, obtiene relativo eco en los organismos financieros capitalistas: su política es la del hambre y el atraso del pueblo argentino, logrando así, el enriquecimiento de los terratenientes y los monopolios comercializadores.
Compañeros: las agencias noticiosas internacionales, al servicio del imperialismo y el gran capital, contrarios a los intereses de los pueblos progresistas del mundo, ocultan la verdadera magnitud de los sucesos argentinos. Tratan por todos los medios de deformar la verdad, haciendo aparecer –incluso- al jefe de la Junta Militar fascista, el general Jorge Rafael Videla, liderando una presunta ala moderada de las Fuerzas Armadas. Nada más falso: todos por igual son ejecutores conscientes del genocidio mediante el accionar de sus bandas terroristas, que no son otra cosa que el ejército, la marina y la aeronáutica, puestas al servicio del interés de clase de los explotadores. Las libertades y derechos democráticos están proscriptos, prohibidas las actividades políticas, las reuniones sindicales, las asambleas estudiantiles, los congresos científicos, artísticos y culturales que no respondan a los intereses del régimen, no existe ni el más remoto atisbo de libertad de prensa; las organizaciones sindicales y la Central Obrera están intervenidas por fuerzas militares.
Este accionar tendiente a desinformar a la opinión pública mundial y a los pueblos de todo el orbe ha llegado inclusive a confundir a numerosos sectores democráticos mal informados, por eso la delegación argentina viene a este foro de hombres libres, de periodistas progresistas, de militantes antiimperialistas, para denunciar con crudas palabras, con razones inequívocas, con datos objetivos, la verdadera situación por la que atraviesa la clase obrera argentina, la prensa y sus trabajadores.
Compañeros: la clase obrera y el pueblo argentino no están derrotados por el terror fascista. Por el contrario, día a día, la resistencia se organiza y crece. Hace escasamente una semana los trabajadores de las grandes compañías automotrices norteamericanas, Chrysler, Ford, general Motors y otras como Citroën, Peugeot, Fiat y Mercedes Benz bajaron sus brazos en protesta por los salarios de hambre a que se ven sometidos y, con ellos, el resto de la clase trabajadora argentina. La junta fascista debió rodear las fábricas con tropas militares, amenazar con penas de prisión de hasta 10 años y avaló centenares de cesantías producidas por las empresas. (…)
1 comentario:
Hola Rubén
Me gustaría poder decirte "feliz día del periodista", pero sería casi una burla.
En todo caso, prefiero mandarte un abrazo y por tu intermedio, agradecer y reconocer a todos los que han sido y son dignos laburantes de este arte.
Un Abrazo Grande
Publicar un comentario