Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

junio 07, 2008

7 de junio, día del periodista, día de los marginales.

Gracias por todos los saludos, pero no nos manden felicitaciones, aconsejen a las empresas periodísticas que dejen de precarizar y bastardear el trabajo de los profesionales. Es una manera de defender la democracia y la libertad de expresión.

Hoy los periodistas deberíamos rendir un homenaje muy sentido a Domingo Cavallo. No porque uno crea que las buenas o malas acciones sean responsabilidad exclusiva de una persona, pero el ex ministro de Economía es un ícono que vale la pena recordar. Fue él quien inventó para los profesionales el sistema de facturación, de venta de servicios, a través de una factura. A partir de su maravilloso invento, las empresas periodísticas encontraron una manera legal de convertir a los profesionales que trabajan para ellos en verdaderos galeotes que escriben a destajo, sin relación de dependencia, sin la certeza de lo que van a hacer mañana, sin la posibilidad de "soñar" con unas vacaciones, de cobrar un aguinaldo o planificar cualquier cosa de su vida.

Los periodistas deambulan por las redacciones -si es que la empresa les permite entrar, porque son tratados como indeseables- pidiendo por favor que algún editor les permita escribir una nota. En muchos casos, llevados por esta situación miserable, los colegas piden que se quite el trabajo a algún otro periodista para que ellos puedan escribir. Lo hacen, cualquier editor lo puede contar en una tarde de sinceramiento.

Cuando llega el momento de la publicación, tendrá que ir ansioso a ver el diario o la revista para verificar si salió su nota. Pero no es para disfrutar de la satisfacción de un trabajo bien hecho, sino para saber si va a cobrar. Es que a último momento un aviso, una nota de algún amigo que es más amigo que él, o lo que sea, puede dejar a su nota afuera de la edición. Y si su nota no se publica, no la cobra.

Una vez al mes tiene que preguntar a su jefe -que no es su jefe sino su benefactor, la persona que decide si este mes trabaja o no- cuánto tiene que cobrar. Si, es así, aunque usted no lo crea. Luego tendrá que llenar una factura -que paga él, no la empresa- y hará cola junto a ferreteros, carpinteros, empresas de artículos de limpieza y otros proveedores como el, para llevarse un cheque. Luego, gracias también a los maravillosos ministros de Economía que este querido país nos ha dado, tendrá que depositar el cheque en una cuenta -que paga él, no la empresa- y le descontarán el 1,2 por ciento, como parte del impuesto al cheque. Porque el impuesto al cheque lo paga el periodista, no la empresa.

Además, el marginado -"colaborador" es el eufemismo utilizado- tendrá que rogar a todos los santos que las cuentas se ajusten al Estatuto del Periodista (tal vez la Ley más violada de la historia), de manera que no supere las 23 notas al año. Es que cuando llega a la fatídica número 23, la empresa lo "suspende" por un par de meses, para que no llegue a la número 24 y pase a la categoría de "colaborador permanente", una especie de purgatorio con algunas ventajas y cierto grado de relación de dependencia. Esto ocurre aún en el caso de periodistas que, como este humilde escriba, no tienen el menor interés de convertirse en redactores, editores ni colaboradores permanentes, porque su principal ingreso proviene de otro trabajo.

Es cierto, hay poco más de 1000 periodistas que cobran sueldo, tienen beneficios sociales y vacaciones. También hay unos 100 periodistas que se convirtieron en empresarios y ganan decenas de miles de pesos al mes, apenas con el compromiso de decir lo que sus anunciantes quieren. Algunos de ellos se convirtieron en periodistas millonarios. Otros, muy pocos, mantienen la dignidad en alto y, por eso, sus emprendimientos apenas les permiten vivir. No serán ricos, si es que alguna vez se lo propusieron. Tampoco serán considerados "gente como uno" por los grandes ejecutivos de las grandes empresas, si es que alguna vez les interesó.

Luego, hay unos 6000 periodistas marginales y marginados, que son "colaboradores" de las empresas. Son los que hacen los medios, pero los hacen desde afuera en esa situación miserable e indigna.
Hay excepciones, hay casos y cosas que uno podría relatar. Hay empresas que pagan 300 pesos por una nota de una página y que hasta aumentan el "precio de la página" sin que el colaborador lo reclame. Hay otras que pagan 70 pesos por página y otras que ponen al hijo, la sobrina o las/los amantes a escribir notas para no tener que contratar a periodistas. Hay de todo.

Y aunque usted no lo pueda creer, hay gremios. En la ciudad de Buenos Aires y en gran parte de la provincia está el más representativo de ellos, la Unión de Trabajadores de Prensa (UTPBA). Gente macanuda, con buenas intenciones, que tuvo la dignidad de decirles a todos los colegas que, sean colaboradores o empleados a sueldo, tenían que considerarse periodistas, podían afiliarse al gremio y utilizar la obra social. También es la gente que, cuando Domingo Cavallo impuso la condición de "vendedores de servicio" a los periodistas, no hizo nada. Pero nada. Apenas alguna protesta, mientras el gremio de los actores (la Asociación Argentina de Actores) se ponía firme e impedía el atropello.

El gremio (la UTPBA) envía a sus afiliados y a los periodistas en general boletines en los que se detallan con titulares enormes que "la lucha de los trabajadores arrancó un aumento a la patronal". Si, lo dicen así. Lo que nunca dicen es que en esa misma empresa hay docenas de "colaboradores" que no sólo no tienen aumento sino que encima tienen que soportar la burla de que sus colegas, "los de adentro", les pidan que hagan paro para defender su salario (el de ellos).

En el gremio hay una oposición de izquierda -o más de izquierda- que se llama "lista Naranja". Para ellos la revolución pasa por los mil y pico de empleados de los diarios y radios. Los demás, no interesan, en todo caso, son considerados marginales "utilizados" por el oficialismo de la UTPBA para ganarle las elecciones.

En suma, gracias a todos los que nos mandaron cientos de mensajes de felicitación por el día del periodista, pero sería mejor que le mandaran mensajes de repudio a las empresas y reclamos al gobierno para que alguna vez se termine con la precarización de los trabajadores de prensa. A la larga o a la corta, los va a beneficiar a ustedes también, porque una buena comunicación se hace con buenos periodistas, con periodistas independientes y con trabajo estable. Es un derecho de todos.