Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

noviembre 25, 2015

Las facultades de Comunicación repudian la editorial de La Nación en favor de los genocidas



La Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS), entidad que nuclea las carreras de grado y postgrado de universidades públicas y privadas vinculadas al campo de la comunicación social, repudia la nota editorial publicada en el día de la fecha por  el diario  La Nación   titulada “No más venganza. La misma, a partir de una interpretación arbitraria y sesgada de la historia más trágica de nuestro país, no lo desconoce los profundos avances que se han obtenido en materia de derechos humanos, sino que emplea un lenguaje peligroso que pretende reeditar teorías e interpretaciones  superadas  luego  de más  de treinta  años  de vida democrática.

Asimismo, se solidariza con las decenas de trabajadores de prensa de la redacción de La Nación S.A. que de manera esponnea se manifestaron en contra de la nota a partir de expresiones personales y un documento colectivo que es de dominio público.

Convencidos de que la memoria, la verdad y la justicia constituyen garantías del sistema democrático, hacemos pública nuestra posición instando al medio a reparar tamaño exabrupto.

Aclaración: la mayoría -sino todos- los periodistas del diario La Nación también repudiaron la nota editorial y lo hicieron público.

Vale la pena aclarar que la senadora Norma Morandini, alguna vez exiliada y luego reconvertida en militante neoliberal, es parte de los que usan un pasado dudoso para escudarse y hablar en favor de quienes secuestraron, torturaron, desaparecieron y hasta se robaron las propiedades de sus víctimas. Esos son los que hoy están presos o juzgados y que La Nación quiere liberar.
El juez Lona, a quien La Nación considera un perseguido, es quien congeló una causa contra un narcotraficante que mantuvo secuestrada a una niña de 14 años para hacerla someter por los agentes y titular de la comisaría lindante, hasta que se cansó y "casualmente", ya no tan niña, apareció muerta. La madre de la niña, desolada, también murió. Toda esta información fue publicada oportunamente el periodista Enrique Vázquez. A La Nación y a sus editorialistas no les interesa.


La nota editorial de La Nación:

La senadora por Córdoba Norma Morandini escribió días atrás en estas páginas que la causa de los derechos humanos no se puede defender con mentiras. No se puede defender tampoco con nuevas violaciones de derechos humanos como está ocurriendo en el país.
Un día después de que la ciudadanía votara un nuevo gobierno, las ansias de venganza deben quedar sepultadas de una vez para siempre.

Los trágicos hechos de la década del setenta han sido tamizados por la izquierda ideológicamente comprometida con los grupos terroristas que asesinaron aquí con armas, bombas e integración celular de la que en nada se diferencian quienes provocaron el viernes 13, en París, la conmoción que sacudió al mundo. Aquella izquierda verbosa, de verdadera configuración fascista antes y ahora, se apoderó desde comienzos del gobierno de los Kirchner del aparato propagandístico oficial.
Se ocultó así lo que ya no puede taparse por más tiempo a la compresión de una sociedad cuya composición por edad ha ido cambiando en los últimos cuarenta años. A la sociedad argentina de los años setenta no era necesario explicarle que el aberrante terrorismo de Estado sucedió al pánico social provocado por las matanzas indiscriminadas perpetradas por grupos entrenados para una guerra sucia, a los que el kirchnerismo ha distinguido con la absurda calificación de "juventud maravillosa".

La sociedad dejó aislados a esos "jóvenes idealistas", mientras el terrorismo de Estado los aplastaba con su poder de fuego, sin más salvedades que las de algunas voces aisladas, sin más ley que la de la eficacia de operaciones militares que tenían por objetivo aniquilar al enemigo y sin una moral diferente, en el fondo, que la de los rebeldes a quienes combatían.
Ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar. Debatir que quienes sembraron la anarquía en el país y destruyeron vidas y bienes no pueden gozar por más tiempo de un reconocimiento histórico cuya gestación se fundó en la necesidad práctica de los Kirchner de contar en 2003 con alguna bandera de contenido emocional. Lo hicieron así al asumir el poder con apenas el 22 por ciento de los votos. Antes habían mirado en esos asuntos para otro lado.

Hay dos cuestiones urgentes por resolver. Una es el vergonzoso padecimiento de condenados, procesados e incluso de sospechosos de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva y que se hallan en cárceles a pesar de su ancianidad. Son a estas alturas más de trescientos los detenidos por algunas de aquellas razones que han muerto en prisión, y esto constituye una verdadera vergüenza nacional.
Días atrás, tal situación se ha agravado por una escandalosa decisión del Tribunal Oral de La Plata, que revocó la prisión domiciliaria de varios militares de avanzada edad, como los coroneles Carlos Saini y Oscar Bardelli, el capitán de navío Carlos Robbio y el almirante Antonio Vañek. Pareció una burla su coincidencia con el privilegio domiciliario concedido por esos días, por un tribunal del Chaco, a un mafioso de 65 años, condenado a 19 años de prisión por haber traficado más de mil kilos de cocaína a España.
En segundo lugar, de modo paralelo, han continuado actos de persecución contra magistrados judiciales en actividad o retiro. Uno ha sido el caso del juez federal de Mar del Plata Pedro Hooft, absuelto el año último tras siete años de acusaciones sobre supuestos delitos de lesa humanidad. El perverso armado de la causa salió a la luz por grabaciones aportadas como prueba, pero Hooft está afrontando nuevos ataques. También debimos ocuparnos recientemente del proceso irregular montado contra el juez Néstor Montezanti, de Bahía Blanca, en otro claro intento oficialista de desarticular la investigación de causas que involucran a la familia presidencial.
Sin más elementos que referencias mendaces aportadas por tres militares condenados como autores de las matanzas producidas en la denominada masacre de "Palomitas", se persiguió por más de diez años al ex juez federal de Salta Ricardo Lona. Éste se encuentra en prisión preventiva por supuestas fallas en la investigación de la muerte del ex gobernador de Salta Miguel Ragone, ocurrida en marzo de 1976. Se desconoce, en cambio, que el juez Lona había sido quien reunió las pruebas que llevaron a condenar a los partícipes del hecho, según lo reconoció la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Por otra parte, la acusación en su contra carece de validez pues la acción no se encuentra instada por los fiscales de la causa, sino por otros designados ad hoc por la cuestionada Procuración General de la Nación, careciendo por ello de atribuciones para impulsar la acción. Con casi 80 años y una grave enfermedad, Lona corre peligro de que los fiscales lo envíen a prisión solicitando la revisión del informe médico que desaconseja rotundamente su traslado a una cárcel.
La cultura de la venganza ha sido predicada en medios de difusión del Estado y en las escuelas habituadas a seguir las pautas históricas nada confiables del kirchnerismo. O sea, la mentira de la que ha hablado la senadora Morandini.
El palabrerío de sujetos que han sido responsables de haber incendiado al país en los años setenta convencidos de que las armas de fuego y los explosivos, con sus secuelas de muerte y dolor, eran la vía de acceso a una sociedad mejor, no puede intimidar a los políticos responsables, ni a los jueces compenetrados de su misión, de actuar en consonancia con la verdad histórica y los principios básicos del derecho penal.
Siempre será indispensable construir a partir de la verdad completa, apaciguar y no agotar la búsqueda de todos los medios necesarios para que se cumpla la imploración del papa Francisco de que todas las herramientas de la ley se activen "para evitar cualquier tipo de venganza y curar las heridas", aunque "sin dejar de mirar las cicatrices", como bien aportó.

noviembre 23, 2015

Nos arrasarán como al Paraguay, pero con globitos de colores

Hace muchos años Paraguay era el primer país de América latina que tenía sus propias industrias, se desarrollaba con autonomía, tenía sus propios ferrocarriles y un gran futuro. Argentina, Brasil y Uruguay, por orden de Inglaterra, lo arrasaron hasta los cimientos. Mataron a sus hombres y dejaron a un país en una miseria de la que nunca pudo recuperarse.

La Argentina sigue el mismo camino, pero no necesita que la invadan, los propios argentinos votaron su destrucción. Es cierto, aunque algunos quieran decir que los pueblos nunca se equivocan. 


Los que se llenan la boca diciendo que el aparato de medios concentrados más fabuloso de la historia no tiene capacidad alguna para inducir a una población, aquí tienen el ejemplo de las elecciones de la Argentina.

Algún amigo ingenuo me pedirá hidalguía. Los pueblos invadidos y sometidos no son hidalgos. Y los entreguistas no son hermanos. Sí, el  pueblo decidió comprar globitos de colores por 4 años y eso significa que comprará globitos de colores por otros 4 y otros 4. 

Y 12 años después habrá que reconstruir un país de sus cenizas, pero sin petróleo, sin industrias, sin aerolíneas, sin espacios verdes, sin tierras cultivables, sin bosques, sin agua, sin sueldos, sin jubilaciones, sin obras sociales, sin escuelas públicas, sin hospitales públicos, sin bancos del estado, todos a merced de los gerentes de las multinacionales y de los chicos ricos de la UCA y la Universidad de San Andrés que nos enseñarán cómo ser pobres y vivir con la caridad de los globitos de colores. 

La NASA se hará cargo del INVAP, los ingleses de ARSAT, y las Malvinas serán las Falkland. Videla será héroe nacional por disposición del ministro de cultura Marcos Aquinis, los 24 de marzo habrá que celebrar el aniversario de la lucha contra la subversión y los 16 de setiembre el día de la derrota de los estudiantes secundarios descarriados.Y los esbirros a sueldo de las grandes multiniacionales y sus medios de comunicación masiva nos convencerán de que todo está bien, de que tener un país arrasado es lo mejor que nos puede pasar.