Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

junio 24, 2011

Prensa rica, democracia pobre

El término de búsqueda #elpaissinfirmas se está convirtiendo en las últimas horas en uno de los que mayores apariciones tiene en Twitter. La razón es que los periodistas del diario El País de Madrid decidieron no firmar sus notas para protestar por el intento de parte del grupo Prisa, dueño de la empresa, de imponer un nuevo convenio laboral que establece ajustes para los profesionales.



“Un periodista mal pagado es un profesional menos independiente y menos libre. Creemos que la sociedad democrática no puede permitirse que se sustituya a informadores conscientes y responsables por máquinas que reproduzcan fielmente las notas de prensa de empresas y partidos”, es la frase de algunos de los profesionales que encabezan la medida. Fue rescatada por el blog "Clases de Periodismo", desde donde nos llegó inicialmente la información.

El comunicado completo de los periodistas señala lo siguiente (el resaltado en negrita es nuestro):

"Los trabajadores de Ediciones El País han aprobado por amplia mayoría retirar sus firmas de todos los soportes informativos, hasta el próximo jueves, como protesta por la pretensión de la dirección de imponer un convenio en el que se recortan nuestros derechos y se consagra la doble escala salarial que los gestores del diario han generado con la incorporación de los compañeros procedentes de Prisacom. Los responsables del Grupo Prisa consideran que los periodistas deben cobrar 18.000 euros brutos al año, mientras ellos se reparten millones a pesar de la crisis.

La plantilla del diario ha mostrado su disposición a asumir sacrificios salariales, a pesar de que en el último ejercicio el periódico ha aumentado sustancialmente sus beneficios, para resolver la equiparación de esos trabajadores y solucionar las situaciones irregulares. La respuesta que ha recibido de la dirección se limita a proponer un “nuevo modelo” de relaciones laborales, que no consiste en otra cosa que en rebajar los sueldos y recortar derechos. Una precarización que choca frontalmente con la línea editorial que vincula al periódico con sus miles de lectores desde hace 35 años. Un periodista mal pagado es un profesional menos independiente y menos libre. Creemos que la sociedad democrática no puede permitirse que se sustituya a informadores conscientes y responsables por máquinas que reproduzcan fielmente las notas de prensa de empresas y partidos.

Aprovechamos estas líneas para pedir disculpas a nuestros lectores por los eventuales inconvenientes que les pueda producir nuestra protesta. Estamos seguros de que la mayoría entenderá que esta decisión, aunque dolorosa, solo pretende defender nuestra dignidad como trabajadores y profesionales. Comité de Empresa de Ediciones El País"

Vale la pena recordar que Prisa es uno de los grupos oligopólicos de la prensa española, dueño en la Argentina de radio Continental, que con un pie en Europa y otro en varios medios de América latina ha encabezado la más dura oposición a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales de la Argentina. Un grupo que también suele reproducir el discurso de la CNN acerca del presidente venezolano Hugo Chávez y de otros líderes regionales que no son simpáticos a sus intereses económicos. 

No es extraño que Prisa, localizada en el país europeo que más ha precarizado a los periodistas -casi en un pie de igualdad con las empresas periodísticas argentinas- ahora busque hacer pagar a sus periodistas el ajuste económico que se originó en la fiesta hipotecaria impulsada hasta hace poco tiempo por los grandes bancos españoles.  

Para quienes quieran saber qué es el grupo Prisa, volvemos a ofrecer el video sobre la concentración de medios en España. De nada.

Ganar dinero no es malo

En 1989, durante un seminario que se realizó en Puerto Iguazú para hablar sobre ética periodística, Edgardo Silberkasten, un colega y docente prestigioso luego fallecido intervino en las deliberaciones con una ponencia sobre la colegiación de los periodistas. En su exposición abordó el tema desde varias perspectivas y una de ellas fue la ética de las empresas y los dilemas de los profesionales. Rescatamos un fragmento que aporta algunas reflexiones muy interesantes para el debate, pero no será el último sino el primero de una serie que esperamos dedicar a cuestiones como la colegiación y la ética empresaria.

“Asistimos con peligrosa pasividad a la utilización espúrea de la información con fines políticos y, en muchos casos, económicos. Es posible –como dice Goldstein- que los periodistas, individualmente considerados, no sean ni más ni menos éticos que los médicos, los abogados, los políticos, los empresarios. En todo caso, se trata de un pobre consuelo: ni los informadores son meros procesadores de datos, sin discernimiento ni responsabilidad sobre lo que hacen, omiten y escriben; ni, por supuesto, la dedicación a la mentefactura, más o menos seriada, de la información, los pone ‘al servicio de la rentabilidad de una cadena de montaje industrial de la información’.

Aquella alegación invariable de algunos periodistas sobre que el fin justifica los medios no se puede sustentar sólidamente: trampear a un entrevistado, prestarse a decir o publicar denuncias sobre ilícitos que no nos constan, ocultar la propia condición de informador, inventar historias, plagiar el trabajo de otros sin acreditar la fuente verdadera, actuar con malevolencia, con mala fe, faltar el respeto a las personas, o haciendo de los intereses creados el objetivo de la información, es lisa y llanamente la corrupción.

Queda absolutamente claro que estoy diferenciando la conducta del informador y del empresario frente a su verdadero negocio. Es ético ganar dinero. Una empresa que logre rentabilidad es una empresa independiente. No necesita subordinarse al poder para subsistir y prolongar su fuente de trabajo. Ganar dinero es poder pagar mejores sueldos. Reactualizarse tecnológicamente, ofrecer cada vez mejores posibilidades de conocimiento a su personal. Acercar el mundo con la visión de sus propios enviados especiales y mejorar, cada día, el servicio a sus clientes.

Ganar dinero no sólo es ético, sino que forma parte de las obligaciones de una prensa realmente libre. No es ésa la cuestión.  Los negocios de la información y de la publicidad se identifican así con los de otras empresas de carácter industrial, comercial o de servicios. A su vez, esta identificación tiene un precio alto: los medios informativos, a diferencia de lo que ocurre con una planta siderúrgica o una fábrica de automotores, ‘afectan a las raíces de la democracia’.

El problema es aún mayor cuando se trata de televisión, donde un punto de rating parecería calificar el futuro y definir la economía de una empresa. Y, a favor de este puntito más o menos, quedan relegados los contenidos humanísticos que, en función de la información, le ayuden al público, le permitan saber objetivamente qué pasa, saber a qué atenerse, obtener pautas para una evaluación personal, perfilar el pensamiento sin que nadie lo subestime de tal manera que hasta piense por él.

No está claro si las empresas socialmente más responsables tienden a ser las más rentables, o a la inversa: si lo que ocurre es que las compañías más rentables pueden ser con más facilidad, más responsables socialmente.

En todo caso, lo que me preocupa señalar es que la ética y la actitud ética suelen ser caras. Por eso, la salud financiera tiene algo que ver con la capacidad de un periódico para hacer frente a sus deberes éticos. Para ser moral es necesario ser fuerte. Desgraciadamente la televisión anima a creer que la verdad no sólo es barata, sino gratuita. Pero podría demostrarse que no siempre es así. (…)

junio 23, 2011

Twitter no reemplaza al periodismo. La prensa se destruye sola.

El despliegue enorme de las llamadas “redes sociales” llevó a muchos a pensar que el periodismo se muere y que la causa es la comunicación directa entre el público y los productores de noticias. Se trata de dos afirmaciones, una que puede ser verdadera y otra que es una falacia propia de cierto optimismo tecnológico trasnochado. Es cierto que el periodismo corre el riesgo de convertirse en un significante vacío -como diría Laclau- pero aquí y en todo el mundo las causas están en la concentración de los medios, en el ajuste y la precarización que las empresas aplican en sus estructuras y en la marginación consecuente de de miles de periodistas. Las “redes sociales” apenas reproducen lo que los grandes medios tematizan y que los portales de mayor envergadura, como Google, se encargan de canalizar. No es casual que las empresas internacionales deriven casi toda su publicidad hacia los medios concentrados y los grandes portales de Internet. El dinero fluye hacia el dinero. 

Las llaman “redes sociales”, pero son apenas remedos de otras redes mucho más viejas y consolidadas, como las cooperativas, las sociedades secretas, el ferrocarril, las redes eléctricas, los telégrafos, la telefonía y la propia Internet. Sirven para la comunicación en tiempo real entre personas, algo que facilita ciertos fenómenos sociales, como las rebeliones ocurridas recientemente en el mundo árabe o la apasionada congregación de los “indignados” en Europa.

Habría que preguntarse cuál hubiera sido el destino de las movilizaciones de protesta en los países árabes si la enorme maquinaria de medios concentrados no se hubiera puesto en marcha para reforzar y promover las rebeliones, hasta el punto de que en Libia, cuando no fue suficiente, la comunicación alternativa fue reemplazada con rapidez por la intervención militar.

En Europa también se consigue.
En la siempre admirada Europa, los diarios y medios electrónicos se esforzaron por minimizar los reclamos de los "indignados", que no son otra cosa que sectores medios juveniles con riesgo de convertirse en marginados al estilo de América latina. Los medios europeos, históricamente más libres de las presiones de los grandes grupos económicos pasaron desde los años 80 y 90 a convertirse en propiedad de las corporaciones, que los manejan a su gusto y los utilizan como ariete de sus necesidades económicas. Basta con leer diariamente El País de Madrid o con recorrer el video que colocamos aquí abajo.

Eso si, como suele pasar, todos somos democráticos y revolucionarios o conservadores y partidarios de las economías liberales, siempre que las consecuencias se descarguen sobre Africa o América latina. De ahí la incertidumbre de hoy, cuando los ajustes se aplican sobre la misma Europa, en gran parte porque los países de América latina pasan por un momento en el cual no tienen muchos deseos de ajustar para que Europa se tranquilice.


Periodistas precarizados, periodismo en decadencia
La reconversión de los medios desde los años 70 y 80 en todo el mundo se hizo de la mano de una fuerte precarización laboral de los periodistas. Con periodistas convertidos en semi-esclavos, carentes de derechos laborales, los medios pudieron ponerse a trabajar como maquinarias político-financieras sin riesgos de competencia ni de rebeldías de profesionales que pudieran defender su derecho a la aplicación de ciertas normas éticas. Con el neoliberalismo aplicado a los medios, la conciencia cayó derrotada frente a los intereses económicos. La democracia se volvió pobre y los medios comenzaron a perder credibilidad, un fenómeno que no es exclusivo de la Argentina, ni de Europa ni de los Estados Unidos, es de todo el mundo. Allí hay que buscar las razones de la decadencia del periodismo.

¿Y las redes sociales? Uno podría preguntarse si entonces las redes sociales y la aplicación de las tecnologías son causa o consecuencia de tal decadencia. A priori, es tentador pensar que ocurren ambas cosas. Con la falta de credibilidad de los medios, cualquier opción que aparezca –y la tecnología es una de ellas- para construir medios alternativos es bienvenida. Sin embargo, la lectura de la “información” que circula por Twitter siempre tiene una referencia a un medio estructurado, con producción institucional de noticias. Se reproduce lo que dicen los medios concentrados y cuanto más concentrados más se reproducen en las “redes sociales”.

Rescatamos al respecto un párrafo interesante que Enrique Bustamante publicó en 2005, cuando todavía las “redes sociales” no habían llegado al auge que tienen hoy: “La teórica desintermediación predicada de las nuevas redes, con la relación directa creador-usuario como virtud extrema, queda cada vez más cuestionada. Porque esas potencialidades ciertas se enfrentan en muchos casos al surgimiento de nuevos intermediarios, más potentes e insidiosos a veces que los anteriores: desde los grandes portales o buscadores integrados de Internet, que orientan y dirigen a millones de consumidores, a los mayores grupos mediáticos con multimillonarias inversiones en marketing para reforzar su poder de branding, o a los operadores de los EPG (electronics program guied o gathering) que ejercen en la televisión digital una programación más constrictiva y eficaz que la programación clásica”.

Dos ideas, la de unas redes sociales que sustituyen al periodismo y la de un contacto directo entre el productor de noticias que, al menos, habría que poner en duda. Tal vez, a modo de hipótesis, tendríamos que preguntarnos si el fuerte postulado sobre la influencia de las “redes sociales” en la decadencia del periodismo no es, en realidad, un mecanismo ideado por las grandes corporaciones para eludir responsabilidades, para que el árbol de Twitter oculte la precarización y el abuso de poder de los medios sobre los periodistas.

junio 22, 2011

La violación de la intimidad en el espacio público

Esta nota sólo adquiere sentido si se recorren los textos de algunas normas, cuyos vínculos incluimos en el párrafo presente, para que el lector pueda recorrerlas. Es necesario leerlas con atención porque la resolución por la cual el gobierno porteño cede imágenes de las cámaras de seguridad para su uso en canales de televisión despertó una serie de críticas y repudios, pero más allá del tratamiento mediático y de sus probables consecuencias, la decisión contradice disposiciones de tres normas, dos denominadas de “Hábeas Data” vigentes en el territorio, la 25.326 de la Nación y la 1.845 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), además de la 2602 de 2008 promulgada por el gobierno de Mauricio Macri. Cabe pensar que cualquier ciudadano podría presentarse ante un juzgado para reclamar por el mal uso de sus datos.

Las críticas planteadas en los últimos días a raíz de la cesión de imágenes a los canales de TV fueron ahogadas por la red mediática. Casualmente los beneficiarios de la cesión oficial son los mismos medios hacia los cuales el jefe de Gobierno, Mauricio Macri busca llevar el debate por las elecciones del distrito. Uno de los pronunciamientos más fuertes fue el del diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo, quien el pasado 16 de junio señaló que la resolución “viola el derecho a la privacidad, a la intimidad y a la propia imagen de las personas”. Además, exhortó al gobierno de la ciudad a derogar la resolución.

Gullo acierta al marcar que la resolución del gobierno porteño “es una flagrante violación de la ley vigente”. Se trata de una decisión que contradice las disposiciones de dos normas del distrito, la ley 1845 de 2005 de protección de datos personales, aprobada en la Ciudad para los datos personales contenidos en bases del Estado y la 2602 que regula el uso de las imágenes de las cámaras del Estado. Al mismo tiempo entra en contradicción con la ley 25.326 del año 2000, que protege los datos guardados en redes privadas, que los legisladores admitieron cuando aceptaron el veto del jefe de Gobierno Jorge Telerman quien anuló algunos párrafos de la ley porteña porque los temas relativos al sector privado ya estaban regulados por la 25326.

Si las leyes y las dos constituciones, la Nacional y la de la Ciudad protegen los datos personales de los ciudadanos, la pregunta que surge es cuál es el derecho de los funcionarios a transferir a terceros el uso de las imágenes que, aunque se desarrollen en espacios públicos, son privadas. Se trata de un debate que casi no se toca, porque aparecen involucrados medios de comunicación, gobiernos –no sólo el porteño- e intereses económicos. Las ciudades están rigurosamente vigiladas por cámaras que de hecho bloquean el derecho de los ciudadanos a circular libremente, que convierten en espectáculo la vida privada, con riesgo para la vida, la salud y el trabajo de cada uno.

junio 21, 2011

Enrique Raab, entre Serrat, Joan Baez y Raphael

Cuando en los medios argentinos se habla y se escribe profusamente sobre ciertos temas como la relación entre el periodismo y la militancia política y social -que no son nuevos, porque ya fueron eje del debate intelectual en los años 60-, es interesante leer las reflexiones que Máximo Eseverri hace en su libro sobre la vida de Enrique Raab, a propósito de una nota que el periodista y escritor desaparecido durante la última dictadura militar publicó el 16 de setiembre de 1973 en La Opinión.

"Una de sus notas (...) sobre el asesinato del periodista chileno Augusto Olivares -uno de los principales responsables de la política mediática de Salvador Allende- permite pensar que existía en Raab conciencia y preocupación acerca de la relación entre cultura, medios y revolución. El texto se tituló 'Augusto Olivares pagó con su vida las contradicciones de un proceso político'. La trayectoria de Olivares guarda más de una similitud con la de Raab, con la diferencia de que aquel ocupó cargos políticos de jerarquía. El problema de la transición mediática de un modelo capitalista a otro socialista y la intención de establecer líneas de diálogo entre la política estatal y la cultura popular de su país lo caracterizaron. 'necesitamos a Serrat o a Joan Báez -afirmaba Raab en la necrológica de Olivares-, pero por el momento no podemos prescindir de Raphael'.

En el instante que Raab guarda para sí o ignora sus diferencias con las vías revolucionarias, en el instante en que troca mirada crítica y denuncia por tolerancia de situaciones que no comparte, funda la base de una asimetría que, a la larga, hará imposible tanto una separación definitiva como un vínculo más profundo y consistente con las organizaciones revolucionarias a las que buscó adscribir. En el momento clave, ese problema generará su desprotección frente a la máquina de muerte e injusticia contra la que luchó toda su vida.

Tanto la narración ensayada en la primera parte de este libro como el análisis desarrollado en la segunda buscan delinear un camino hacia la radicalización política distinto del 'iluminado' que a través de una experiencia puntual pasa del estado de inconciencia burguesa al de compromiso revolucionario. Este otro camino tiene la ofrma de una radicalización que, aunque invisible, parecería existir desde el comienzo, estar inscripta en la misms biografía. No hay corte abrupto ni muros que saltear entre los estados de conciencia o las clases sociales, sí un lento y trabajoso camino -no necesariamente exento de humor o vacío de sensibilidad- orientado hacia la lucha por un crecimiento social, que progresivamente se convierte en condición sine que non del bienestar personal.

No existe un texto en el que Raab haya declarado como manifiesto su posición ideológica o los ingresidentes de su estilo. Sin embargo, en todos sus escritos (aún en los no firmados) puede rescatarse la dimensión política que los aliente y deterctarse con facilidad su pluma. (...)

La mirada de Raab se encuentra 'tallada' por su propia biografía: es inescindible del recorrido que realizó por el paiseje cultural, social y político argentino a lo largo de dos décadas, la ópera clásica y moderna, los métodos de Visconti, el cine de Torre Nilsson, la música popular masiva, las telenovelas, las estrellas, la arqueología teatral y el teatro de vanguardia, el cine de Favio y el cine militante, los actos masivos en la Plaza de Mayo de los setenta, los movimientos de la derecha que anticiparon el golpe, el humor de Porcel, las voces de los kelpers. También es inescindible de su condición de paria, de exiliado, de presa que ha escapado a su predador y que vive siempre atenta y preparada para nuevos ataques. (...)"
Fuente: Eseverri, Máximo. "Enrique Raab: Claves para una biografía crítica. Periodismo, cultura y militancia antes del golpe". Prometeo Libros. Buenos Aires, 2007.