Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

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junio 21, 2011

Enrique Raab, entre Serrat, Joan Baez y Raphael

Cuando en los medios argentinos se habla y se escribe profusamente sobre ciertos temas como la relación entre el periodismo y la militancia política y social -que no son nuevos, porque ya fueron eje del debate intelectual en los años 60-, es interesante leer las reflexiones que Máximo Eseverri hace en su libro sobre la vida de Enrique Raab, a propósito de una nota que el periodista y escritor desaparecido durante la última dictadura militar publicó el 16 de setiembre de 1973 en La Opinión.

"Una de sus notas (...) sobre el asesinato del periodista chileno Augusto Olivares -uno de los principales responsables de la política mediática de Salvador Allende- permite pensar que existía en Raab conciencia y preocupación acerca de la relación entre cultura, medios y revolución. El texto se tituló 'Augusto Olivares pagó con su vida las contradicciones de un proceso político'. La trayectoria de Olivares guarda más de una similitud con la de Raab, con la diferencia de que aquel ocupó cargos políticos de jerarquía. El problema de la transición mediática de un modelo capitalista a otro socialista y la intención de establecer líneas de diálogo entre la política estatal y la cultura popular de su país lo caracterizaron. 'necesitamos a Serrat o a Joan Báez -afirmaba Raab en la necrológica de Olivares-, pero por el momento no podemos prescindir de Raphael'.

En el instante que Raab guarda para sí o ignora sus diferencias con las vías revolucionarias, en el instante en que troca mirada crítica y denuncia por tolerancia de situaciones que no comparte, funda la base de una asimetría que, a la larga, hará imposible tanto una separación definitiva como un vínculo más profundo y consistente con las organizaciones revolucionarias a las que buscó adscribir. En el momento clave, ese problema generará su desprotección frente a la máquina de muerte e injusticia contra la que luchó toda su vida.

Tanto la narración ensayada en la primera parte de este libro como el análisis desarrollado en la segunda buscan delinear un camino hacia la radicalización política distinto del 'iluminado' que a través de una experiencia puntual pasa del estado de inconciencia burguesa al de compromiso revolucionario. Este otro camino tiene la ofrma de una radicalización que, aunque invisible, parecería existir desde el comienzo, estar inscripta en la misms biografía. No hay corte abrupto ni muros que saltear entre los estados de conciencia o las clases sociales, sí un lento y trabajoso camino -no necesariamente exento de humor o vacío de sensibilidad- orientado hacia la lucha por un crecimiento social, que progresivamente se convierte en condición sine que non del bienestar personal.

No existe un texto en el que Raab haya declarado como manifiesto su posición ideológica o los ingresidentes de su estilo. Sin embargo, en todos sus escritos (aún en los no firmados) puede rescatarse la dimensión política que los aliente y deterctarse con facilidad su pluma. (...)

La mirada de Raab se encuentra 'tallada' por su propia biografía: es inescindible del recorrido que realizó por el paiseje cultural, social y político argentino a lo largo de dos décadas, la ópera clásica y moderna, los métodos de Visconti, el cine de Torre Nilsson, la música popular masiva, las telenovelas, las estrellas, la arqueología teatral y el teatro de vanguardia, el cine de Favio y el cine militante, los actos masivos en la Plaza de Mayo de los setenta, los movimientos de la derecha que anticiparon el golpe, el humor de Porcel, las voces de los kelpers. También es inescindible de su condición de paria, de exiliado, de presa que ha escapado a su predador y que vive siempre atenta y preparada para nuevos ataques. (...)"
Fuente: Eseverri, Máximo. "Enrique Raab: Claves para una biografía crítica. Periodismo, cultura y militancia antes del golpe". Prometeo Libros. Buenos Aires, 2007. 


mayo 31, 2011

Los periodistas militantes de las empresas se quejan de los otros periodistas militantes.

La discusión entre Gabriel Mariotto y Horacio Verbitsky durante un encuentro en el ND Ateneo existió y demostró que en el kirchnerismo no hay autoritarismo, ni líneas impuestas de arriba hacia abajo. Si el hombre de Página 12 –al que en otras oportunidades los medios oligopólicos han descalificado de todas las maneras posibles- dijo que la “libertad de conciencia” y el derecho de acceso a la información pública son deudas del Gobierno, Mariotto prefirió resaltar los logros del Gobierno, entre ellos la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

El diario Clarín, en una crónica firmada por un colega al que dejaremos solo con su conciencia, rescata el hecho del debate como muestra de fisuras y no como prueba de la democracia interna de un sector político, hace deducciones acerca de lo no dicho por Verbitsky y obvia lo más importante: Verbitsky reclamó por la libertad de conciencia, que es responsabilidad de la legislación, pero que de aplicarse afectaría especialmente a las empresas periodísticas, que obligan a los periodistas a decir y firmar lo que les conviene a los empresarios y sus accionistas, por encima de sus puntos de vista profesionales y de sus ideas.

Seamos claros: Desde que los medios de comunicación se concentraron en todo el mundo y se convirtieron en unidades de negocios de grandes grupos financieros, las violaciones a la libertad de expresión provienen de las empresas periodísticas. Desde que las empresas concentradas precarizaron a la profesión periodística y la convirtieron en un trabajo semi-esclavo con el mayor nivel de desocupación de la historia, la libertad de conciencia es violada todos los días por las empresas periodísticas, que obligan a los periodistas a convertirse en militantes de sus intereses o en colaboradores multitrabajo para no tener que depender de un solo patrón. Lo demás es hipocresía.

Si algo falta para entender cómo funciona el nuevo modelo de periodismo, un párrafo de la crónica, por su estructura, se convierte en casi un leading case, como dirían los anglosajones. Nos tomamos la libertad de subrayar lo que a nuestro entender es una aberración periodística: “Pero hay una agenda ampliada de libertad de expresión a la que el kirchnerismo no le está prestando atención, según se desprende de los dichos del propio Verbitsky. El proyecto de ley de acceso a la información pública está trabado por el oficialismo en la Cámara de Diputados, que se negó a convocar a la Comisión de Presupuesto -a cargo de Gustavo Marconato- para emitir el último dictamen del proyecto que tiene media sanción del Senado y dictamen favorable de dos comisiones de Diputados manejadas por la oposición.”

El colega, de cuya honestidad no dudamos pero que parece sobreactuar por estar demasiado entusiasmado con la línea política-editorial del diario que le paga el sueldo, desprende de Verbitsky lo que Verbitsky no dijo y sin consultarle si lo dijo. Opina, establece valores, pero lo incluye como información. Toda una joya para los estudiantes de periodismo.

Finalmente, hace una prédica sobre el periodismo militante y mezcla información con opinión propia, que es la opinión del diario y de los medios oligopólicos: Pretende descalificar a todo lo que se asemeje a “periodismo militante”. ¿Para quién milita quien firma la nota? ¿Eso no es periodismo militante? Vamos, los científicos no pueden dejar de ser científicos cuando hacen periodismo. No resiste código deontológico alguno, cualquiera sea el diario o el país del mundo del que se trate.