“Pedirles (a los medios) que se democraticen es
pedir que llegue la democracia a la empresa capitalista, o sea, pedir que el
capitalismo se autodestruya. La esfera pública democrática, por tanto está
fuera de los medios; o lo que es lo mismo, ellos participan en la esfera
pública política porque ahora son sólo un sujeto junto a otros que pueden
llegar a tener poder, pero no son un campo neutral...". La frase es de
Ancízar Narváez y la recuerda el ecuatoriano Galo Vallejos en un artículo sobre la precarización de los periodistas que publicó la CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América latina), que reproducimos a continuación:
¿Se puede hacer periodismo sin los periodistas?, se preguntan los
periodistas españoles, movilizados hace meses en reclamo de mejoras salariales
en distintas ciudades. En ese país es donde más se habla, hoy por hoy, de la
precarización de los profesionales de la información, en un debate que se ha
vuelto cotidiano. Según los profesionales, que expresan sus comentarios en
universidades, en reuniones gremiales, en los propios medios y en la red, su
situación es reflejo de la crisis por la que atraviesa España: despidos,
reducción de beneficios, inestabilidad, aumento de la censura de parte de los
medios, desempleo… Esto evidencia, a criterio de los comunicadores, que el
periodismo es una de las profesiones más perjudicadas por los problemas
económicos y sociales que afectan a la sociedad española.
Quien presenta esta ponencia, un periodista que ha laborado por distintos
medios impresos a lo largo de tres lustros en el Ecuador y que por estos días
debuta en el campo académico, adoptó de manera unilateral el término
precarización una vez que finalizó con la primera parte de la investigación que
antecedió a la elaboración de la ponencia y que consistió en recopilar las
leyes ecuatorianas en las cuales se trate el tema periodismo. La principal
conclusión de esa recopilación fue que en este país andino la precarización es
una cuestión legal. Entonces me pregunté ¿Acaso el periodismo ecuatoriano ha
estado en permanente crisis, a diferencia por ejemplo del español que se ve
limitado por la coyuntura actual? ¿Por qué los periodistas en particular y la
sociedad en su conjunto no han sabido, o no han querido, o no han podido,
reflejar esta problemática?

El trabajo de recopilación de leyes, más bien sencillo, no tardó en
evidenciar que el periodista en particular y el trabajador de la prensa en
general se encuentran desamparados por la normativa vigente. Prácticamente
abandonados a su suerte.
Las propias leyes ecuatorianas han oficializado la
situación precaria del periodismo en el campo laboral y social. Tampoco limita
la precarización el debatido proyecto de Ley de Comunicación propuesto por el
Gobierno (que incluye cuatro artículos sobre los derechos de los comunicadores:
a la cláusula de conciencia, a la reserva de la fuente, a mantener el secreto
profesional, al libre ejercicio de la comunicación y a los derechos laborales
de las y los trabajadores de la comunicación, sin dar mayores en este último
artículo).
¿Por qué hablo de precarización? Es bastante sencillo. La Ley de Escalafón y
Sueldos del Periodista Profesional, que, como la Ley de Comunicación vigente,
fue aprobada por una dictadura militar, en 1975, ha sido reformada de modo que
cada vez más el periodista se desarrolla en peores condiciones. Originalmente,
la normativa que regula la práctica profesional del periodismo ecuatoriano
establecía que los salarios de los profesionales debían ser definidos por los
representantes de la Federación Nacional de Periodistas, de los medios y del
Gobierno. Esta disposición, que en la práctica no se cumplió, fue cambiada,
repentinamente, por el entonces Congreso Nacional ecuatoriano en febrero de
1998, que decidió establecer en doce (12) salarios mínimos la remuneración
básica para los periodistas. Era sin duda una buena noticia para los
periodistas. Tan buena que ni siquiera fue demasiado difundida.
Esto sucedía en febrero de ese año. Sin embargo, apenas cinco meses después,
es decir en julio del mismo 1998, el Congreso estableció, en la nota general al
inicio de la Ley de Escalafón y Sueldo del Periodista que “en todas las Leyes
de Escalafón y Sueldos Profesionales (…) se derogan exclusivamente las
disposiciones legales y reglamentarias relacionadas con el régimen de
remuneraciones (...)”, dejando sin efecto el incremento.
Una década después, en mayo del 2008, estamos hablando un año después de que
Rafael Correa y su proyecto nacionalista ascendieron al poder, las leyes
ecuatorianas dieron el golpe de gracia a la precarización laboral del
periodismo, con la reforma al artículo 19 de la Ley del Ejercicio Profesional:
“Las remuneraciones de los periodistas (…) podrán estipularse libremente entre
el empleador y el trabajador, pero en ningún caso serán inferiores a las que
señalare el Ministerio de Trabajo”.
¿Se precisan más pruebas para hablar de que el periodismo está precarizado
en el Ecuador en materia de leyes? Si no basta con la reforma del 2008, podemos
hablar entonces de los “Salarios Mínimos de Comisiones Sectoriales”, aprobados
en enero del 2011 por el Ministerio de Relaciones Laborales actual. Los
periodistas se encuentran dentro de la comisión denominada “Actividades
Comunitarias”, en la cual se incluye además a varios profesionales de la
comunicación, especialmente de televisión y radio. En el primer caso, los
salarios apenas superan el salario básico unificado, que bordea los 300
dólares, en actividades como camarógrafos, ayudantes, tramoyistas, maquilladores,
etc.
Existe el rubro de “periodistas”, sin más. A los de la máxima categoría, la
décima, les corresponde, según este acuerdo ministerial, un sueldo mensual de
631,19 dólares. En mayo del 2012, en el Ecuador, la canasta familiar básica es
de 580 dólares.
A escala académica apenas se ha mencionado el tema. Sin embargo existen
básicamente dos trabajos que, aunque no hablan directamente de la
precarización, evidencian sus causas. Ambos han sido efectuados recientemente;
uno de ellos incluso está en proceso, pero sus resultados ya fueron difundidos.
El primero fue la investigación realizada por Gustavo Abad, publicada en el
2011 en el libro “Club de la Pelea”, especialmente en el ensayo denominado
“Cultura Periodística, Censura y Autocensura en el Ecuador”.
Abad habla de que la “cultura periodística” imperante en el país vuelve una
especie de desclasado al profesional de la información, quien no se organiza
para reclamar sus derechos, en vista de que no asume su rol de trabajador de la
comunicación. Esto debido, según el investigador, a que el periodista se ubica,
de manera unilateral, en el campo intelectual, donde en la práctica aparece más
bien alejado de la Academia, por tradición siempre crítica con el periodismo.
En su ensayo, Abad hace un acercamiento a seis periodistas de medios
masivos, quienes reconocen las limitaciones que tienen para su trabajo y que
vuelven precaria su actividad, con limitaciones que desembocan en la censura y
la autocensura. Esta práctica ha sido reconocida en la encuesta realizada por
la Secretaría de Comunicación del Gobierno ecuatoriano hace pocos días, en un
trabajo que fue propuesto por el estudiante de la Maestría de Comunicación de
la Flacso, Paúl Bonilla. Se trata de una tesis que aún no está terminada y que
se titula “Las condiciones de trabajo de los periodistas en Quito”, pero que
los resultados, de manera parcial y en su parte cuantitativa, ya han sido
revelados públicamente por el Gobierno, que financió la realización de las
encuestas.
Tanto Abad como Bonilla toman en cuenta las limitaciones con las que se
realiza el trabajo periodístico en el Ecuador, que se vuelve precario no solo
porque quienes lo ejercen están sometidos a bajas condiciones remunerativas y
laborales, sino sobre todo a intereses económicos y políticos a los cuales su
trabajo está subordinado. Abad llega a hablar de los “disidentes”, quienes son
los periodistas que quedaron en el limbo, fuera del juego de poder entre medios
y Gobierno, que se ven obligados a padecer verdaderos dramas para sobrevivir en
el desempleo o no les queda otra alternativa buscar otra profesión o actividad.
Esta problemática apenas ha sido discutida en el Ecuador, donde ni siquiera se
conoce a ciencia cierta cuántos periodistas profesionales ejercemos. Los
gremios profesionales del periodismo ecuatoriano, fieles a su tradición
histórica, no se han pronunciado sobre el tema y ven muy a la distancia el tema
de la precarización del periodismo de este país andino.
Las limitaciones del periodismo han sido señaladas históricamente por estudiosos
de la Comunicación, desde los franceses Bourdieu y Champagne, hasta hace no
muchos años, y en la actualidad por autores como César Bolaño y Francisco
Sierra, estos últimos teóricos de la Economía Política de la Comunicación, una
corriente que toma fuerza en América Latina.
Sin embargo, como decía al inicio, donde más ha tomado fuerza el tema de la
precarización es en España. Por ejemplo, el rector de la Universidad de La
Laguna, en las islas Canarias, Eduardo Doménech, en un encuentro académico
sobre el tema, dijo que los medios de comunicación viven un "momento
crucial" con multiplicidad de canales que conviven con medios más
tradicionales, pero "esta situación no es indicativa de prosperidad en los
medios ya que se da la paradoja de que, mientras se habla tanto de la sociedad
de la información y proliferan las plataformas, la profesión periodística se ha
precarizado hasta extremos dramáticos".
En el País Vasco, el Congreso de esa región autónoma española expresó su
preocupación por la "creciente precarización y deterioro de las
condiciones laborales" de los profesionales de los medios de comunicación
en Euskadi. Según el portal Opinión, la crisis económica en España ha dejado
sin trabajo a más de 6.200 periodistas y ha acabado con 57 medios de comunicación.
Los profesionales de la comunicación, convocados por la Federación de
Asociaciones de Periodistas Españoles, se han unido para alertar de los
peligros que entraña para la democracia la precarización del periodismo. “Sin
periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”, fue el lema
de la protesta en 46 ciudades españolas.
Los reclamos de los periodistas han sido avalados por la Unión General de
Trabajadores, la UGT, que auspició, en el día mundial de la libertad de
expresión, movilizaciones en distintos lugares. Para la UGT, “el debilitamiento
y la precarización del sector limita gravemente la libertad de expresión, el
derecho a la información y a la comunicación. Por ello, el sindicato comparte
totalmente el lema de estas movilizaciones”.
Para finalizar con el caso español, en septiembre del 2011 se presentó el
Libro Negro del Periodismo en España, de Bernardo Díaz Nosty, una obra, que,
entre sus conclusiones, tiene sorprendentes similitudes, o coincidencias dirán
otros, con el caso ecuatoriano. Veamos:
- “El aspecto más grave de la crisis, en el ámbito específico profesional,
ha sido la precarización, mediante la sustitución de contratos de periodistas
experimentados por otros de carácter temporal y baratos suscritos con jóvenes.
Más que una lógica de relevo generacional, se asiste a un empobrecimiento del
capital humano”.
- “… no se debe confundir el paro de los periodistas con el desempleo de los
licenciados. Las estadísticas que constatan la situación de los titulados
revelan que la mayoría de los que estudiaron Periodismo trabaja fuera del
sector de los medios, y que titulados en otras especialidades lo hacen como
periodistas”.
- “La mediatización de la política, que sigue a la politización de los
medios, vincula la credibilidad de medios y políticos ante la opinión pública.
El descrédito de la política va unido al de los medios”.
- “La credibilidad, desde la percepción del conjunto de la opinión pública,
se debilita en la medida en que la clase política va reduciendo su discurso a
los 70 caracteres del titular de la noticia, con la banalización del debate y
la apropiación de la cancha mediática afín como frente de combate”.
Si en el Ecuador el periodismo padece de condiciones similares que en
España, ¿podemos decir que también está en crisis? El debate está abierto.
Periodistas, académicos y a la sociedad ecuatoriana en general tienen la
obligación de profundizar el debate.
Para cerrar mi intervención, quiero citar una frase del teórico de la
Economía Política de la Comunicación, Ancízar Narváez, la cual considero
pertinente para estos tiempos del periodismo y de precarización.
“Pedirles (a los medios) que se democraticen es pedir que llegue la
democracia a la empresa capitalista, o sea, pedir que el capitalismo se
autodestruya. La esfera pública democrática, por tanto está fuera de los
medios; o lo que es lo mismo, ellos participan en la esfera pública política
porque ahora son sólo un sujeto junto a otros que pueden llegar a tener poder,
pero no son un campo neutral. La democratización de los medios hay que
buscarla, por lo tanto, en la democratización de la sociedad y no al contrario;
y esto se decide en política, no en los medios”.