Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

junio 07, 2013

El "Pibe Trosko" y el periodismo

No hace falta ningún comentario. Gracias al compañero que escribe "Pibe Trosko" en Facebook, porque su recuerdo del día del periodista es impecable:


El Día del Periodista.

Qué increíble, te juro que pienso en eso y se me pone la piel de gallina. Tanta entrega, tanto laburo, es conmovedor. Busco y busco pero nunca llego a encontrar un oficio que sea tan noble como el del periodista. Se me llenan los ojos de lágrimas, mirá. Tipos que se toman el trabajo de ser expertos en todo para informar a los ciudadanos comunes como nosotros sobre lo que está pasando en el mundo. Hombres y mujeres que a la mañana se especializan en epidemias virales y a la noche dan cátedra de inflación pero que nunca estudiaron ni medicina ni economía. Decime si no es hermoso. Por ahí nunca patearon al arco, pero se sientan en frente de una cámara y le explican a Bianchi cómo parar un equipo. Es cierto, a lo mejor nunca terminaron de entender las reglas del TEG, pero cazan el micrófono y te baten la justa de todos los quilombos bélicos que hay en Medio Oriente. No, si no fuera por los periodistas estaríamos hasta las bolas. No exagero, hasta las bolas.

Ojo, hay algo que no te lo voy a negar. Si Mariano Moreno hubiera conocido a los periodistas de hoy en día, en lugar de fundar La Gaceta se quedaba en la casa jugando a la...no sé a que carajo jugaban en esa época. Se quedaba rascándose las bolas. Y si Rodolfo Walsh hubiera sabido que Guillermo Andino sería el conductor de un noticiero se ponía un parripollo y a la mierda. Qué tanta historia.

Igual, vamos a ser sinceros, en los últimos años medio que se puso de moda criticar a los periodistas. Es canchero, digamos. Como que están ahí, expuestos todo el día, en las radios, en la tele, en los diarios; siempre con la necesidad de decir algo y bueno...se los castiga. Es entendible, ¿no es cierto? porque los tipos tienen que decir cosas aún cuando no hay nada para decir...y ahí es cuando arrancan con las boludeces. Entonces nosotros, que jamás decimos boludeces, nos la agarramos con los pobres periodistas. En fin, tampoco es para tanto, viejo.

El problema con el periodismo (que también ocurre con el peronismo) es que de repente te perdés y no sabés cuál es periodista (o peronista) y cuál no. Ponele, ¿Miguel Bonasso es periodista? No tengo idea. ¿Y es peronista? Tampoco lo se. Es como que te perdés. Y cuando estás perdido es cuando más necesitás acudir a un periodista para que te oriente.

Bueno, en fin. Feliz día, hijos de puta. Y mucha suerte con las paritarias.

Patria o Suerte.
VENCEREMOS.

Periodismo y fantasía



Hoy es el día del periodista en la Argentina, porque un jueves 7 de junio, en 1810, apareció la primera edición de la Gazeta de Buenos-Ayres, que por orden firmada por los miembros de la Primera Junta el 2 de junio llevaría bajo el título una sentencia de Tácito: “Rara temporum felicítate, ubi sentir, quae velis, et quae sentías, dicere licet”, que en castellano significa “Rara felicidad de los tiempos en que se puede decir lo que se siente y sentir lo que se quiere”.

Para explicar las razones de su publicación, la Junta señalaba que “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos”. Le cupo a Manuel Alberti la responsabilidad de recopilar las notas y a Mariano Moreno la tarea de redactar los artículos de fondo.

La figura de Moreno, quien lideraba la corriente patriota más decidida en la lucha por la emancipación, quedó también para la historia como un símbolo y un modelo para generaciones de periodistas argentinos, aunque el primero, como postula César Díaz, fue Manuel Belgrano, corresponsal de El Correo Mercantil de España y Sus Indias.

Casualidad o no, Belgrano y Moreno, además de dos calles que corren paralelas en el centro de Buenos Aires, fueron dos hombres de la revolución apasionados por el poder de la letra, comprometidos con la Revolución y, pocas veces se dice, dos grandes desobedientes. Es una cualidad que a uno le costó la vida y a otro el desagradecimiento y el maltrato por parte de algunos de quienes habían sido sus compañeros de lucha.

Enfrentado con Cornelio Saavedra, Moreno jugó su última carta antes de ser destituido y enviado a Londres en un viaje en el que moriría sospechosamente un 4 de marzo de 1811. Ante los devaneos monárquicos de Saavedra, dictó el decreto de Supresión de los Honores, en el que decía:

“La libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente…Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. ¿Si me considero igual a mis conciudadanos, porque me he de presentar de un modo que les enseñe que son menos que yo?”

Poco más de doscientos años después de la Revolución de Mayo y de aquella apelación al “dogma de la igualdad” de Moreno, el periodismo argentino emergente de una profunda transformación, corre el riesgo de acercarse más a ciertas ansiedades de la burguesía europea para parecerse a la aristocracia que a los patriotas de principios del siglo XIX.

En el cruce del periodismo con el espectáculo, en gran parte originado tras la irrupción de la televisión en los años 50, los genes de la fama y los devaneos narcisistas conspiran como nunca frente los fundamentos del trabajo periodístico. Así se desmienten, o se olvidan las enseñanzas de los grandes maestros para quienes la noticia debía ser el único protagonista de un artículo. Hoy parece ser más importante el individuo convertido en “famoso”, que viste grandes marcas y maquillaje.

Se rinden honores a Rodolfo Walsh, pero poco o nada se destaca su acto simbólico de caminar literalmente las calles para repartir su histórica carta a la junta dictatorial. El final de su vida fue, además de un acto de lucha que lo enaltece, un ejemplo del culto a la libreta, a la lapicera y a la calle como armas para informar. Más de un centenar de periodistas son un homenaje a la lucha en la calle, detrás de la máquina de escribir. Y deberíamos recordar a los que no desaparecieron, pero que sufrieron el exilio, la persecución interna, como el inolvidable Alipio Paoletti, tozudo editor y periodista que jamás guardó sus banderas bajo la alfombra. O el poeta Julio Huasi, exiliado y a su regreso víctima de la precarización laboral de los periodistas, una marginación que lo llevó al suicidio.
La fantasía social acerca del periodismo confunde al deber de informar con el protagonismo del espectáculo y entroniza al individuo por encima del colectivo. Los mensajes con halagos son reproducidos sin pudor, las interpretaciones no se fundamentan sino que se dicen desde la supuesta autoridad que brinda un medio de comunicación.

Esta visión fantasiosa llega a un punto en el que se confunde al trabajador de prensa sacrificado y mal pago con un artista famoso. Pocos o ninguno de los que hoy saludan por el día del periodista recuerdan que este 7 de junio de 2013 coincide con las semanas en las que se realizan las paritarias de prensa, por segundo año consecutivo.

En la fantasía popular acerca del periodismo, no se concibe la existencia de la marginalidad o de los salarios bajos, del maltrato, de las violaciones permanentes a los derechos de los trabajadores de prensa. El mito del periodista omnipotente remite a un profesional que, montado en su diario, su revista, su programa o su cuenta en una red social se enfrenta valerosamente al poder, sea el Estado o las grandes corporaciones.


Pero los periodistas son trabajadores que tienen que pelear por sus propias condiciones de existencia, algo que se conoce poco porque paradójicamente son los propios medios los que tendrían que informarlo y, en defensa de sus intereses, tienen un pacto de silencio. Es el mismo pacto que tematiza a favor de los grupos financieros y corporativos que son sus propietarios.

La concentración mediática, la creación de enormes oligopolios controlados por grupos financieros construyó una imagen de periodismo que identifica erróneamente a los trabajadores con millonarios del espectáculo.

Pocos o ninguno recuerda que la inmensa mayoría de los periodistas argentinos –y podríamos extenderlo al resto del mundo- no tienen salario, no tienen vacaciones, no tienen aguinaldo, no tienen derecho a licencia por enfermedad, no saben si mañana tendrán trabajo, no tienen paritarias, no tienen protección gremial. Los asalariados de prensa no son privilegiados, son trabajadores que luchan por sus derechos y es un hecho histórico que hoy, por segundo año consecutivo, puedan discutir sus salarios y sus condiciones de trabajo en las paritarias. Los “colaboradores” de prensa no tienen ningún derecho ni protección y son la gran deuda de una sociedad que prefiere amar al “famoso” antes que ponerse al lado del marginado. Y ya se sabe que la fama es puro cuento.




junio 04, 2013

Periodismo sin periodistas


“Pedirles (a los medios) que se democraticen es pedir que llegue la democracia a la empresa capitalista, o sea, pedir que el capitalismo se autodestruya. La esfera pública democrática, por tanto está fuera de los medios; o lo que es lo mismo, ellos participan en la esfera pública política porque ahora son sólo un sujeto junto a otros que pueden llegar a tener poder, pero no son un campo neutral...". La frase es de
Ancízar Narváez y la recuerda el ecuatoriano Galo Vallejos en un artículo sobre la precarización de los periodistas que publicó la CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América latina), que reproducimos a continuación:



¿Se puede hacer periodismo sin los periodistas?, se preguntan los periodistas españoles, movilizados hace meses en reclamo de mejoras salariales en distintas ciudades. En ese país es donde más se habla, hoy por hoy, de la precarización de los profesionales de la información, en un debate que se ha vuelto cotidiano. Según los profesionales, que expresan sus comentarios en universidades, en reuniones gremiales, en los propios medios y en la red, su situación es reflejo de la crisis por la que atraviesa España: despidos, reducción de beneficios, inestabilidad, aumento de la censura de parte de los medios, desempleo… Esto evidencia, a criterio de los comunicadores, que el periodismo es una de las profesiones más perjudicadas por los problemas económicos y sociales que afectan a la sociedad española.

Quien presenta esta ponencia, un periodista que ha laborado por distintos medios impresos a lo largo de tres lustros en el Ecuador y que por estos días debuta en el campo académico, adoptó de manera unilateral el término precarización una vez que finalizó con la primera parte de la investigación que antecedió a la elaboración de la ponencia y que consistió en recopilar las leyes ecuatorianas en las cuales se trate el tema periodismo. La principal conclusión de esa recopilación fue que en este país andino la precarización es una cuestión legal. Entonces me pregunté ¿Acaso el periodismo ecuatoriano ha estado en permanente crisis, a diferencia por ejemplo del español que se ve limitado por la coyuntura actual? ¿Por qué los periodistas en particular y la sociedad en su conjunto no han sabido, o no han querido, o no han podido, reflejar esta problemática?

El trabajo de recopilación de leyes, más bien sencillo, no tardó en evidenciar que el periodista en particular y el trabajador de la prensa en general se encuentran desamparados por la normativa vigente. Prácticamente abandonados a su suerte.

Las propias leyes ecuatorianas han oficializado la situación precaria del periodismo en el campo laboral y social. Tampoco limita la precarización el debatido proyecto de Ley de Comunicación propuesto por el Gobierno (que incluye cuatro artículos sobre los derechos de los comunicadores: a la cláusula de conciencia, a la reserva de la fuente, a mantener el secreto profesional, al libre ejercicio de la comunicación y a los derechos laborales de las y los trabajadores de la comunicación, sin dar mayores en este último artículo).

¿Por qué hablo de precarización? Es bastante sencillo. La Ley de Escalafón y Sueldos del Periodista Profesional, que, como la Ley de Comunicación vigente, fue aprobada por una dictadura militar, en 1975, ha sido reformada de modo que cada vez más el periodista se desarrolla en peores condiciones. Originalmente, la normativa que regula la práctica profesional del periodismo ecuatoriano establecía que los salarios de los profesionales debían ser definidos por los representantes de la Federación Nacional de Periodistas, de los medios y del Gobierno. Esta disposición, que en la práctica no se cumplió, fue cambiada, repentinamente, por el entonces Congreso Nacional ecuatoriano en febrero de 1998, que decidió establecer en doce (12) salarios mínimos la remuneración básica para los periodistas. Era sin duda una buena noticia para los periodistas. Tan buena que ni siquiera fue demasiado difundida.


Esto sucedía en febrero de ese año. Sin embargo, apenas cinco meses después, es decir en julio del mismo 1998, el Congreso estableció, en la nota general al inicio de la Ley de Escalafón y Sueldo del Periodista que “en todas las Leyes de Escalafón y Sueldos Profesionales (…) se derogan exclusivamente las disposiciones legales y reglamentarias relacionadas con el régimen de remuneraciones (...)”, dejando sin efecto el incremento.

Una década después, en mayo del 2008, estamos hablando un año después de que Rafael Correa y su proyecto nacionalista ascendieron al poder, las leyes ecuatorianas dieron el golpe de gracia a la precarización laboral del periodismo, con la reforma al artículo 19 de la Ley del Ejercicio Profesional: “Las remuneraciones de los periodistas (…) podrán estipularse libremente entre el empleador y el trabajador, pero en ningún caso serán inferiores a las que señalare el Ministerio de Trabajo”.

¿Se precisan más pruebas para hablar de que el periodismo está precarizado en el Ecuador en materia de leyes? Si no basta con la reforma del 2008, podemos hablar entonces de los “Salarios Mínimos de Comisiones Sectoriales”, aprobados en enero del 2011 por el Ministerio de Relaciones Laborales actual. Los periodistas se encuentran dentro de la comisión denominada “Actividades Comunitarias”, en la cual se incluye además a varios profesionales de la comunicación, especialmente de televisión y radio. En el primer caso, los salarios apenas superan el salario básico unificado, que bordea los 300 dólares, en actividades como camarógrafos, ayudantes, tramoyistas, maquilladores, etc.

Existe el rubro de “periodistas”, sin más. A los de la máxima categoría, la décima, les corresponde, según este acuerdo ministerial, un sueldo mensual de 631,19 dólares. En mayo del 2012, en el Ecuador, la canasta familiar básica es de 580 dólares.

A escala académica apenas se ha mencionado el tema. Sin embargo existen básicamente dos trabajos que, aunque no hablan directamente de la precarización, evidencian sus causas. Ambos han sido efectuados recientemente; uno de ellos incluso está en proceso, pero sus resultados ya fueron difundidos. El primero fue la investigación realizada por Gustavo Abad, publicada en el 2011 en el libro “Club de la Pelea”, especialmente en el ensayo denominado “Cultura Periodística, Censura y Autocensura en el Ecuador”.

Abad habla de que la “cultura periodística” imperante en el país vuelve una especie de desclasado al profesional de la información, quien no se organiza para reclamar sus derechos, en vista de que no asume su rol de trabajador de la comunicación. Esto debido, según el investigador, a que el periodista se ubica, de manera unilateral, en el campo intelectual, donde en la práctica aparece más bien alejado de la Academia, por tradición siempre crítica con el periodismo.

En su ensayo, Abad hace un acercamiento a seis periodistas de medios masivos, quienes reconocen las limitaciones que tienen para su trabajo y que vuelven precaria su actividad, con limitaciones que desembocan en la censura y la autocensura. Esta práctica ha sido reconocida en la encuesta realizada por la Secretaría de Comunicación del Gobierno ecuatoriano hace pocos días, en un trabajo que fue propuesto por el estudiante de la Maestría de Comunicación de la Flacso, Paúl Bonilla. Se trata de una tesis que aún no está terminada y que se titula “Las condiciones de trabajo de los periodistas en Quito”, pero que los resultados, de manera parcial y en su parte cuantitativa, ya han sido revelados públicamente por el Gobierno, que financió la realización de las encuestas.

Tanto Abad como Bonilla toman en cuenta las limitaciones con las que se realiza el trabajo periodístico en el Ecuador, que se vuelve precario no solo porque quienes lo ejercen están sometidos a bajas condiciones remunerativas y laborales, sino sobre todo a intereses económicos y políticos a los cuales su trabajo está subordinado. Abad llega a hablar de los “disidentes”, quienes son los periodistas que quedaron en el limbo, fuera del juego de poder entre medios y Gobierno, que se ven obligados a padecer verdaderos dramas para sobrevivir en el desempleo o no les queda otra alternativa buscar otra profesión o actividad. Esta problemática apenas ha sido discutida en el Ecuador, donde ni siquiera se conoce a ciencia cierta cuántos periodistas profesionales ejercemos. Los gremios profesionales del periodismo ecuatoriano, fieles a su tradición histórica, no se han pronunciado sobre el tema y ven muy a la distancia el tema de la precarización del periodismo de este país andino.

Las limitaciones del periodismo han sido señaladas históricamente por estudiosos de la Comunicación, desde los franceses Bourdieu y Champagne, hasta hace no muchos años, y en la actualidad por autores como César Bolaño y Francisco Sierra, estos últimos teóricos de la Economía Política de la Comunicación, una corriente que toma fuerza en América Latina.

Sin embargo, como decía al inicio, donde más ha tomado fuerza el tema de la precarización es en España. Por ejemplo, el rector de la Universidad de La Laguna, en las islas Canarias, Eduardo Doménech, en un encuentro académico sobre el tema, dijo que los medios de comunicación viven un "momento crucial" con multiplicidad de canales que conviven con medios más tradicionales, pero "esta situación no es indicativa de prosperidad en los medios ya que se da la paradoja de que, mientras se habla tanto de la sociedad de la información y proliferan las plataformas, la profesión periodística se ha precarizado hasta extremos dramáticos".

En el País Vasco, el Congreso de esa región autónoma española expresó su preocupación por la "creciente precarización y deterioro de las condiciones laborales" de los profesionales de los medios de comunicación en Euskadi. Según el portal Opinión, la crisis económica en España ha dejado sin trabajo a más de 6.200 periodistas y ha acabado con 57 medios de comunicación. Los profesionales de la comunicación, convocados por la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles, se han unido para alertar de los peligros que entraña para la democracia la precarización del periodismo. “Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia”, fue el lema de la protesta en 46 ciudades españolas.

Los reclamos de los periodistas han sido avalados por la Unión General de Trabajadores, la UGT, que auspició, en el día mundial de la libertad de expresión, movilizaciones en distintos lugares. Para la UGT, “el debilitamiento y la precarización del sector limita gravemente la libertad de expresión, el derecho a la información y a la comunicación. Por ello, el sindicato comparte totalmente el lema de estas movilizaciones”.

Para finalizar con el caso español, en septiembre del 2011 se presentó el Libro Negro del Periodismo en España, de Bernardo Díaz Nosty, una obra, que, entre sus conclusiones, tiene sorprendentes similitudes, o coincidencias dirán otros, con el caso ecuatoriano. Veamos:

- “El aspecto más grave de la crisis, en el ámbito específico profesional, ha sido la precarización, mediante la sustitución de contratos de periodistas experimentados por otros de carácter temporal y baratos suscritos con jóvenes. Más que una lógica de relevo generacional, se asiste a un empobrecimiento del capital humano”.

- “… no se debe confundir el paro de los periodistas con el desempleo de los licenciados. Las estadísticas que constatan la situación de los titulados revelan que la mayoría de los que estudiaron Periodismo trabaja fuera del sector de los medios, y que titulados en otras especialidades lo hacen como periodistas”.



-  “La mediatización de la política, que sigue a la politización de los medios, vincula la credibilidad de medios y políticos ante la opinión pública. El descrédito de la política va unido al de los medios”.

- “La credibilidad, desde la percepción del conjunto de la opinión pública, se debilita en la medida en que la clase política va reduciendo su discurso a los 70 caracteres del titular de la noticia, con la banalización del debate y la apropiación de la cancha mediática afín como frente de combate”.

Si en el Ecuador el periodismo padece de condiciones similares que en España, ¿podemos decir que también está en crisis? El debate está abierto. Periodistas, académicos y a la sociedad ecuatoriana en general tienen la obligación de profundizar el debate.

Para cerrar mi intervención, quiero citar una frase del teórico de la Economía Política de la Comunicación, Ancízar Narváez, la cual considero pertinente para estos tiempos del periodismo y de precarización.

“Pedirles (a los medios) que se democraticen es pedir que llegue la democracia a la empresa capitalista, o sea, pedir que el capitalismo se autodestruya. La esfera pública democrática, por tanto está fuera de los medios; o lo que es lo mismo, ellos participan en la esfera pública política porque ahora son sólo un sujeto junto a otros que pueden llegar a tener poder, pero no son un campo neutral. La democratización de los medios hay que buscarla, por lo tanto, en la democratización de la sociedad y no al contrario; y esto se decide en política, no en los medios”.