Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

abril 09, 2010

Periodistas, propaganda política e hipocresía


Para no perder la costumbre de molestar un poco, presento un extracto de la exposición de Ted Córdova-Claure, boliviano de nacimiento y que en la Argentina llegó a ser jefe de la Sección Internacional del diario La Opinión. Presento parte de su discurso durante el encuentro que la Fundación Arturo Illia realizó en 1989 y que quedaría plasmado en un libro poco difundido –vaya uno a saber por qué- titulado “La ética de los periodistas argentinos”. Aquí Córdova-Claure habla de las fronteras grises entre el interés periodístico y el interés económico o político. Y ruega a sus colegas que si firman una columna de opinión política, admitan a qué partido pertenecen. Reservo el resto de su exposición para entrar en la relación entre periodistas y publicidad. Como siempre, soy responsable del resaltado.


La frontera entre la información y la promoción comercial o la propaganda política puede ser fácilmente pasada por el periodista desprevenido, necesitado o corrupto. La noticia químicamente pura está en permanente riesgo de contaminación por la publicidad o la propaganda, en América latina.


El periodista, víctima o cómplice de todas las presiones del medio, no siempre puede mantener la posición ética de informador. La ética del periodista, un recurso de conciencia individual al fin, que no puede ser regulado por organismos gremiales ni gobiernos, se pone a prueba en todo momento.


Con la avalancha de medios de comunicación electrónicos, la frontera entre lo que es periodismo y lo que es promoción comercial o política es cada vez menos distinguible.


Esta sacrosanta diferencia entre el periodismo profesional y las otras actividades es más respetada en el mundo industrializado, porque en Latinoamérica el factor de la crisis general obliga al periodista o comunicador buscar otros ingresos. Los salarios en periódicos, televisoras o radios son insuficientes.


Además, existe una tradición menos rígida que en Europa o Estados Unidos para distinguir lo que es información de lo que tiene un contenido publicitario o propagandístico. Nos encontramos con un periodismo informativo de excesiva opinión. Muchas veces hemos pensado, al leer alguna información –e insistimos, información, no artículo de opinión- que lo lógico sería advertir al final que el autor es militante de tal o cual partido.


No siempre hay una clara diferencia entre lo que es una columna de opinión y una información. Los periódicos, afectados por la competencia de los medios electrónicos, ya no se fijan mucho en las reglas de oro del estilo periodístico.

Y más grave es el problema en la televisión, donde el toque subjetivo se puede dar con una mímica, un gesto, un además, sin recurrir a las palabras.


Por las condiciones políticas, por la idiosincracia de los pueblos, por la estructura de propiedad de los medios, por la escasa preparación y pobreza de los periodistas, no se ha desarrollado un periodismo rígidamente separado de la publicidad o de la propaganda. (...)


Otros factores complotaron en el decurso de los años. Por ejemplo el hecho de que los periódicos, en general, no respondieron oficialmente al interés de partidos políticos. En América latina los medios que responden abiertamente a una posición política son escasos.


En cambio, se vive una estructura de propiedad que engañosamente busca el marbete de "independiente", cuando en realidad defiende posiciones políticas. Es indudablemente una de las expresiones más poderosas de la hipocresía latinoamericana.










abril 07, 2010

Radiodifusión: La ley siempre postergada



En 1987, una ONG llamada Centro de Estudios para el Debate sobre la Nueva Argentina (CEDNA), vinculado directamente a los entonces senadores radicales Antonio Nápoli y Ricardo Laferriere. Este último, proveniente de Entre Ríos, fue quien presentó un proyecto de ley sobre el derecho a réplica, que no sólo sus colegas se negaron a tratar, sino que le valió ser borrado de los medios, hasta el punto que desapareció de la política nacional. El CEDNA organizó entre otras actividades una que se llamaba “Los medios de comunicación en la transición democrática”. Cada tanto vamos a extraer las exposiciones de algunos de los invitados, porque a casi 14 años, los temas siguen vigentes y, casi, diría que estamos peor.

Aquí va la exposición del peronista Osvaldo Papaleo, hoy en danza porque fuera el abogado de los Graiver durante el proceso en el que la dictadura les expropió Papel Prensa para repartirla entre los amigos. Pero aquí Papaleo habla de la Ley de Radiodifusión, la TV estatal y la relación entre medios y autonomía. No es el discurso completo y lo resaltado en negrita es obra mía. Que lo disfruten.

El tema hace a la raíz de los medios de comunicación, una ley de radiodifusión tiene que ir acompañada por un concepto de país, por un concepto de radiodifusión y de sociedad a la que se aspira.

En los medios está en disputa el 50 por ciento del poder real que existe sobre la opinión pública y el modo de influenciar a una sociedad, los valores y opiniones del conjunto de las personas que las integran. Por eso es que siempre se demora en legislar. La intención de la ley de radiodifusión siempre ha sido legislar sobre la distribución de potencias, ubicación de las emisoras en el dial, etc., pero nadie debe desconocer que detrás de ello hay una profunda disputa ideológica.

La ley que dictó el Proceso (1981) hablaba de interés público, para nosotros se trata de un servicio público. La diferencia no es semántica, es política: el que dice interés público relativiza la función del Estado como contralor de los medios de comunicación. Yo creo que una ley debe contemplar primero una enorme participación del Estado y de las sociedades intermedias en lo que significa el manejo de los medios. Aquí se entregando y se siguen entregando los medios a manos irresponsables que buscan sólo el lucro. La ley del Proceso, que hablaba mucho del país y la patria, escondía la realidad de un proyecto de dominación. La liberación nacional pasa ahora fundamentalmente por dominar los medios de comunicación, no existe ningún país periférico que no trate de controlar sus propios medios de comunicación si quiere liberarse; y no hay país dominado que no haya entregado sus medios.

La liberación nacional y los medios de difusión están muy ligados, hasta una cuestión como el sistema de color para la TV lleva implícita esa ligazón. Detrás de ella está la definición de un tipo de tecnología y la vinculación con los países que producen esa tecnología. No en vano Latinoamérica –excepto Brasil y la Argentina- tiene el sistema NTSC      de los norteamericanos. Brasil y Argentina fueron a buscar a Europa el sistema de color, en su momento fue una definición política que no parecía trascendente, pero que afectaba a muchos intereses.

Cuando se plantea que la TV o la radio deben ser privadas, no se tiene en cuenta que no es lo mismo que producir aluminio por ejemplo: el aluminio es una opción posible dentro del consumo; pero cuando licitamos medios de comunicación, estamos poniendo a su servicio 30 millones de almas. Entonces, el tema se tiene que trataren forma mucho más seria que otras áreas, incluyendo la económica.

Me atrevería a decir que los países serios tienen TV estatal o con cierto control; los países que producen basura tienen en cambio un sistema absolutamente privatista. Podemos hacer una comprobación rápida: EE.UU tiene una producción totalmente violenta y consumista. Aquí los que viven defendiendo la TV privada critican el nivel del medio actualmente y recurren a producciones del exterior, pero no dicen que “Anillos de oro” es fruto de la TV estatal española, hecha en un sistema sin competencia, con tiempo y apoyo para producir. Si acá privatizáramos todo, ¿qué se haría? ¿Cuatro canales iguales que el 9? (N de la R: Por entonces, manejado por Alejandro Romay)

La verdad es que la televisión privada lleva en sí misma la contradicción que la hace entrar en conflicto con la sociedad o con el proyecto social de país, desde que conlleva el consumismo, la competencia y las ofertas imposibles de alcanzar para la mayoría. Cuando se habla de TV, los publicistas se hacen a un lado, pero son los principales culpables porque las tandas comerciales –aunque mejor hechas- son mucho más violentas y llenas de golpes bajos que la programación en sí. (…)

Soy contrario a las mediciones: si le preguntáramos a los chicos si quieren ir a la escuela contestarían que no, entonces ¿qué hacemos, eliminamos la escuela? Claro, en estos temas, educación o salud, empezamos a poner límites, pero también hay que ponerlos en materia de comunicación que es una forma importantísima de educación. No me importa que los diarios sean privados, porque en última instancia hay de por medio una decisión personal en ir a comprarlos, pero la TV es algo que está en mi casa sin esfuerzo y sin pedir permiso.  (…)

Yo no comparto las ideas del partido gobernante (N. de la R.: gobernaba Raúl Alfonsín), pero lo peor que nos puede pasar a peronistas y radicales es que los medios de comunicación estén en manos del enemigo. No podemos hacer una legislación tan amplia y entregarles los medios, nuestra responsabilidad reside en ello. Sin embargo, la ley pasa siempre para el otro año, las corporaciones tienen medios para presionar, entonces no se trata la ley de radiodifusión. Por lo menos en el mensaje del 1º de mayo no se habló del tema, así que no tengo motivos para esperar que se trate en este período de sesiones.






abril 06, 2010

Los despidos y don Dinero

Navegaba por Internet con el objetivo de entender un poco mejor quiénes son los dueños del Grupo Uno -que en Rosario despide trabajadores de prensa y se rie de las conciliaciones obligatorias- cuando me encontré con una vieja nota de Mariano Obarrio, el periodista de La Nación. Se me ocurrió que valía la pena reproducirla y para eso está el vínculo que agregué.

Para quienes hacíamos periodismo allá por los años 80, más precisamente en el 82, época en la cual los centros de estudiantes se preparaban para el retorno a la democracia, un militante mendocino vestido con un traje pensado para alguien más flaco, con menos traste y mejor plantado que él, mezclado entre los cánticos estudiantiles trataba de hacerse de amigos periodistas. El mundo de la política estaba por parir una estrella y el mendocino respondía a todos los requerimientos básicos para cubrir uno de los puestos vacantes: Mucha simpatía y pocos escrúpulos. Entre sus compañeros peronistas, el jóven José Luis Manzano era uno más de los influyentes que se acercaba a la renovación para enganchar algún sueldo oficial. Era un producto de la clase media mendocina, pero no la que levanta la nariz como un ganso sino la que se esfuerza por manterner cierto statu-quo trabajando. La familia, no el retoño.

No creo que haga falta contar cómo llegó de militante a ministro de Carlos Saúl el Riojano. Diremos, simplemente, que siguió un derrotero parecido al de otros dos adalides de lo que luego sería la "cafieradora", organización liderada por Antonio Cafiero que tenía el objetivo de renovar al peronismo. O al menos era lo que decían Carlos Grosso; futuro intendente de la Ciudad de Buenos Aires; José de la Sota, futuro gobernador cordobés y el propio Manzano, quienes fueron las caras visibles del patriarca de la familia Cafiero. Tras la derrota, en 1989, y mientras su adversario comenzaba a festejar el triunfo en la interna, De la Sota, Grosso y Manzano comenzaban a jugar con el líder triunfante. Fue un salto mortal que el mejor trapecista del mejor de los circos hubiera envidiado.

De allí en más, justamente el cubano exiliado Más Canosa -fallecido hace tiempo- sirvió de contacto para que algunos dinerillos de origen poco claro terminaran invertidos en medios de comunicación y otros negocios, en asociación con la familia Vila, dueña del diario Uno, que luego pasó a ser el Grupo Uno. Abundan las historias que circulan acerca de cómo se construyó el grupo, pero no nos interesan los chismes.

A cambio, invito a los lectores a un ejercicio de imaginación que bien podría aplicarse a una docena de casos más o menos importantes en la Argentina y en el mundo. No al de Vila-Manzano-Mas Canosa, claro, que la lengua se nos haga a un lado: El señor A le ofrece dinero al señor B para que le venda sus acciones en un diario o en un canal de TV. El señor B dice que si, porque el precio es tentador. Se firma la operación y el señor A se hace cargo del diario. Luego viola el contrato y no paga un centavo a B. El señor B intenta protestar ante la justicia, pero justamente a través del diario o el canal adquirido se inicia una campaña en su contra. Fotos trucadas, campañas con información falsa, seguimientos, etc. El resultado, el antiguo dueño del diario o el canal se tiene que resignar a perder todo, antes que perderse a si mismo y a su familia. Algo parecido podría ocurrir si el dueño de un canal de TV no quiere vender.

Jueces que tienen casa en un country que pertenece al monstruo mediático, policías bravas que se llevan mejor con los jueces que con la Justicia, campañas contra adversarios económicos, lazos con personajes non-sanctos del exilio cubano (por no decir narcos, que suena feo) y aprietes varios son ya muy conocidos.

En dichas manos queda ahora parte del poder mediático, que comparten con el grupo Clarín. Porque a pesar de que se sigue utilizando el término "monopolio" para describir la concentración de poder mediático que estos empresarios o pinches devenidos en tales fueron juntando en pocos años, el término correcto es "oligopolio". Sea cual sea el nombre, queda claro que hay una furia notable entre quienes están acostumbrados a ganar sus peleas mediante recursos mafiosos. Contra todo un gobierno no es tan fácil, aunque una jueza alojada en un country del grupo y una cámara que simpatiza con el grupo por sus ideas nostálgicas acerca de la última dictadura militar hayan logrado suspender la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales.

A veces vale la pena agudizar un poco la memoria. Bastaría con leer la nota de Mariano Obarrio para descomponerse un poco. Como seguramente se habrán descompuesto los señores "B" que sucumbieron ante uno de los oligopolios. ¿Se hará justicia alguna vez?

Postdata: Para evitar los malos usos de la terminología económica, aquí van dos definiciones necesarias para el momento. De nada.

Monopolio: Situación de mercado en que la oferta de un producto se reduce a un solo vendedor.

Oligopolio: Concentración de la oferta de un sector industrial o comercial en un reducido número de empresas.