Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

abril 17, 2014

¿La charlatanería se impone a la reflexión?

La muerte del flaco Horacio Redondo, cuya semblanza hizo con mucho afecto su amigo y colega Daniel Vilá en Página/12 de hoy, me hizo recordar uno de los hábitos típicos del "flaco", como lo conocíamos todos los que alguna vez tuvimos la oportunidad de tenerlo como compañero de trabajo: Escuchaba. En cualquier conversación, desde la más trivial hasta la más profunda, prestaba atención a su interlocutor desde el principio hasta el final. Luego hacía un movimiento con la comisura de los labios, que era su señal inconsciente para decir "estoy pensando". Finalmente respondía.

Tal vez fuera una costumbre adquirida en su trabajo como docente o como periodista, pero cualquiera fuera su origen es una característica que quienes lo conocimos sabemos valorar. Además surge una reflexión sobre uno de los grandes vicios de buena parte del periodismo contemporáneo y, por qué no decirlo, de la intelectualidad. Se trata de seguir la lógica del espectáculo y priorizar la velocidad antes que la profundidad en los razonamientos.

No importa lo que diga o piense el otro, lo que interesa es responderle rápidamente y pretender refutarlo con dos o tres frases ingeniosas. La clave para muchos es no escuchar sino pensar cómo hablar con picardía mientras el otro habla. Es lo que hace que el periodista no escuche más que algunas palabras sueltas y las interprete con rapidez para contestar, muchas veces sin haber entendido a qué se refería el interlocutor.

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Por algo hoy en día se considera un valor pertenecer a la estirpe de "los famosos", término que proviene del espectáculo. Lo importante, parece, es la picardía. Escuchar, pensar y opinar no es una secuencia que nuestra sociedad respete. Vale la respuesta corta, sin pensar, disparada velozmente para impactar aunque no se diga nada, aunque no se haya escuchado. Valen los reflejos tuiteros o del "stand up" antes que la reflexión profunda, vale la charlatanería frente a las ideas.

Abundan los periodistas cuyo único mérito es un manejo ingenioso ante el micrófono, frente a las cámaras o detrás del teclado. Se valora al que es capaz de inventar rápidamente, se leen los títulos de diarios y revistas o los zócalos de la televisión, todo lo que ayude a no pensar. Los resultados están a la vista.