Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

abril 15, 2011

Macri contra la libertad de expresión

El jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, firmó un decreto que impide a los trabajadores de prensa ejercer sus derechos sindicales. Lo hace en supuesta defensa de la libertad de expresión, pero como la libertad de expresión está limitada por la libertad de empresa en una inversión de términos que debería asustar a cualquier defensor de la democracia, el funcionario, paradójicamente firmó un decreto que es un atentado contra la libertad de expresión.

Hagamos un poco de historia. El Estatuto del Periodista (Ley 12.908), fue promulgado el 18 de diciembre de 1946 para garantizar entre otras cosas que un periodista no pudiera ser presionado mediante cambios en sus funciones y horarios y que no pudiera ser despedido por razones arbitrarias, para lo cual se impuso una indemnización superior a la de los otros convenios. El objetivo era defender la libertad de expresión, porque está claro que si un periodista trabaja en condiciones precarias, su capacidad para investigar, pensar, redactar y opinar están limitadas por la necesidad de subsistencia.

Si un buen observador recorre hoy las redacciones de todos los diarios y revistas se encontrará con que a pesar del Estatuto, la precarización de los periodistas es un fenómeno oculto y sin embargo universalizado. Seamos claros: El país crece, el empleo crece, a medida que baja el desempleo hay un arrastre sobre el empleo en negro, que disminuye; pero la realidad del periodismo es inversa: Decrece, se pierden puestos de trabajo, es el sector más precarizado y todos los días hay una muchedumbre de periodistas que buscan algún trabajo. La mayoría vive de “changas”, porque las “colaboraciones” son eso, “changas”. Es el trabajo precario.

Y, para ser más claros, en un país con una mayoría de periodistas precarizados no hay libertad de expresión y el pueblo no puede ejercer su derecho a la información. Lo que hay son empresarios que tienen semi-esclavos de clase media a los cuales hacen trabajar de manera precaria para que expresen los intereses de la empresa.

Entre las diferentes maneras de considerar la precariedad laboral, Alejandro Ferrari y Néstor López (*) ya señalaban en 1993:

“Nos encontramos entonces ante la posibilidad de plantear dos criterios diferentes desde los cuales abordar el estudio de la precariedad laboral. Uno es considerar la precariedad a partir de la no registración, recurriéndose en los trabajos empíricos ala utilización de indicadores tales como ausencia de aportes jubilatorios o de obra social. En este caso, dentro de los indicadores de precariedad usuales,proponemos utilizar el no otorgamiento de duplicados de recibos de sueldo, que se nos presenta como el más adecuado legalmente.

En efecto, la omisión de su entrega hace presumir la no inclusión del dependiente en los libros laborales, asi como la falta de cumplimiento de las obligaciones previsionales y sindicales por parte del empleador. No nos referimos a a simpmle firma de recibos por parte del trabajador sin entrega de duplicados, pues su práctica –aunque la ley la condena, art. 142, ley 20744, t.o. decreto 390/76- sólo intenta consituirse en un reaseguro para el empleador y no impide, por sí sola, el fraude laboral y la clandestinización del dependiente.

El otro criterio es considerar la precariedad a partir de la inestabilidad del trabajador en el puesto de trabajo y su consecuente vulnerabilidad social. Establecer límites en el gradiente de situaciones que se pueden presentar en el estudio de casos particulares puede resultar una tarea tal vez arbitraria, pero la presencia de contrato escrito por tiempo determinado marca sin duda un quiebre en dicho contínuo.
(…)

Resulta entonces que nos encontramos efectivamente ante la posibilidad de plantear la siguiente tipología:
1.- Trabajadores regulares: son aquellos sin contrato escrito a los que se les otorga duplicado de recibo de sueldo.
2.- Trabajadores precarios registrados: son los trabajadores con contrato de trabajo escrito y firmado por empleador y empleado.
3.- Trabajadores precarios no registrados: son los trabajadores sin contrato escrito ni duplicado de recibo.

Como los periodistas no están incluidos en la Ley de Contratos de Trabajo sino en el Estatuto del Periodista, las empresas recibieron la ayuda inestimable de quien fuera ministro de Economía del ex presidente Carlos M. Domingo Cavallo fue quien obligó a los periodistas a convertirse en prestadores de servicios, quienes deben entregar una factura para hacer sus changas. Las empresas decidieron entonces armar sus equipos de trabajo con "changueros" -si se nos permite el neologismo, que es el verdadero significado del término oficial: "colaboradores". De allí en más, en periodismo, buscar un trabajo  no es buscar un empleo sino buscar una changa. Entrarían en la categoría (3) especificada por los autores, pero con un recibo, que no es de sueldo sino que asegura a la empresa que el changuero ha pagado sus contribuciones sociales. 
A modo de conclusión, diremos que en periodismo: Libertad de empresa + precarización + facturas de la AFIP= Cero libertad de expresión. Ahora, con el decreto de Mauricio Macri, habrá que pensar en números negativos para cuantificar la libertad de expresión.

(*) López, Ferrari. Precariedad laboral. En: Estudios del Trabajo, revista del ASET(Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo). Buenos Aires, Número 6, segundo semestre

abril 13, 2011

Sensacionalismo y derecho a la información


Cada vez que se habla o se escribe sobre derechos y prensa suele obviarse a un protagonista que debería ser el objeto principal de todo análisis: El lector, el oyente, el televidente, el navegante de Internet. La relación entre medios y público, los derechos y la ética son concebidos desde una sola visión, la de los empresarios. Un fragmento del trabajo que el investigador boliviano Zapata Zurita publicó en la revista Diálogos de la Comunicación alcanza para ver cuánto falta debatir en el mundo, y especialmente en la Argentina, acerca de cómo las empresas periodísticas violan diariamente el derecho a la información de la ciudadanía.   


 Cuando la preocupación del “rating” esta por encima de la defensa del Derecho a la Información, en el ejercicio del periodismo

“La información ya no es más el alimento de las mentes, sino la sal de las emociones (…) Así como los políticos dejaron de estar al servicio del ciudadano, los periodistas también trocaron verdad y calidad por el rating” (Rojas, 2003, p. B-11).

Conforme con lo señalado en la investigación enunciada en el apartado anterior, se identifica a la preocupación por el nivel de audiencia como el principal motor en la búsqueda de información para los trabajadores de prensa entrevistados. Las razones para esta situación emergen como obvias, al identificar que la gestión administrativa de los medios de comunicación en Bolivia está legislada por el Código de Comercio que data de 1975, como cualquier otra empresa.

Un mayor nivel de audiencia desemboca en un mayor interés por personas jurídicas o sociedades comerciales a contratar espacios de programación para emitir publicidades o propagandas, lo cuál permite mayores ingresos financieros al medio, considerando además que, en los costos de anunciar dentro de los programas con mayor audiencia son mayores al resto de los programas. Bajo este aspecto administrar una manufactura boliviana, tiene una correspondencia y similitud con la administración de un medio de comunicación: aparte de la aplicación del mencionado código para ambas, el interés por obtener mayores ingresos es el mismo.

Las libertades de investigar, recibir y difundir información señaladas en el artículo 19º de la Declaración Universal de los derechos Humanos conforman la definición más aceptada de las facultades que conforman el derecho humano a la información. El derecho a la información garantiza la provisión de información, el proceso de la investigación para recabar la información y además, el derecho de la audiencia a no ser engañada por anunciantes o presentadores del medio. En materia periodística, cuando un medio difunde datos señalados como información pero que distan de serlo realmente, se incurre en la desinformación y subinformación.

La desinformación y subinformación, así como la exageración o la espectacularización de determinados elementos en la difusión de noticias, puede atraer a la atención masiva de la audiencia. En las mencionadas entrevistas, los periodistas reconocieron el desarrollo de un conjunto de acciones catalogadas dentro de estas categorías: cobertura parcializada a sucesos con el afán de perjudicar a autoridades o determinados personajes públicos, protestas alentadas inclusive por los mismos periodistas para desarrollar “tomas al vivo”, estructura de preguntas dirigidas formuladas por autoridades administrativas del medio, filmación de escenas que transmitan sentimientos de dolor o morbo. Los consultados manifestaron, haber utilizado algunos de estos artificios en su trabajo con el fin de incrementar el nivel de audiencia. Asimismo estos mismos trabajadores reconocieron la existencia del derecho a la información.

Estos resultados no son novedosos en Bolivia, considerando que Raúl Peñaranda, director y fundador del semanario La Época, dirigió una investigación a mediados de 2001. Esta investigación establece las principales características de los periodistas bolivianos considerando su desempeño profesional, los resultados de la misma fueron publicados en el libro Retrato del Periodista Boliviano (2002). Esta investigación incluyó el desarrollo de un cuestionario anónimo, los resultados obtenidos señalan que, el 53.7% confesó que ha recibido ocasionalmente proposiciones de soborno para manipular información. Estas propuestas de desinformación provenían de políticos en 74%, de empresarios en 15% y de líderes sindicales en 4.7%. Cuando se interrogó al periodista si conocía de manera directa a un colega que haya aceptado un soborno, la respuesta afirmativa subió a 59.5%.

Corroborando estos resultados, el 44%, de los periodistas interrogados en esta investigación, considera que la información difundida por los medios bolivianos es “en líneas generales negativa, puesto que hay una tendencia mayor al sensacionalismo y a las denuncias sin respaldo” (Peñaranda y otros, 2002, p. 30).

La violencia difundida en los medios de comunicación televisiva: ¿Expresión de la Libertad de Opinión y del Derecho a la Información? o ¿Característica exclusiva para obtener mayor nivel de audiencia?

“Obstinados en hacer ‘show’ de todo para ganar la atención preferencial del público a fin de asegurarse anuncios, algunos canales han incurrido recientemente en la más indigna cobertura espectacular de monstruosos  hechos criminales como son los linchamientos de presuntos ladrones y la quemadura de uno de ellos, inerme ante la indiferencia o la complicidad de la gente circunstante y la pasividad de la policía” (Beltrán, 2003, p.12).

Habiendo realizado una técnica de vagabundeo durante el mes de agosto de 2007 en los mercados populares de la Zona “La Cancha” en la ciudad de Cochabamba se pudo identificar la frecuente exhibición de noticieros, caracterizados por el mencionado público, como “los más sensacionalistas”. Dos años antes, durante el mes de septiembre en recorriendo las poblaciones de Villa Tunari, Shinahota, Chimore e Ivirgarzama, se pudo observar que tales noticieros fueron los más reproducidos en las repetidoras comunales de estas poblaciones.

La difusión de información periodística basada en la exposición de imágenes sobre la comisión de delitos y acciones violentas en Bolivia no es regulada en su amplitud. La ley Nº 2026 denominada “Código Niño, Niña y Adolescente”, establece en su artículo 10 la reserva y resguardo de la identidad de los niños, niñas y adolescentes involucrados en procesos jurídicos, en la exhibición de noticias. Esta prohibición involucra a que el personal del medio televisivo tome las previsiones del caso para que no se manifieste la identidad del niño. Bajo un estudio de monitoreo realizado en el mes de marzo 2008, estas previsiones quedan reducidas a la exposición de imágenes distorsionadas de las figuras de los niños o más frecuentemente, no enfocar su rostro sino cualquier otra parte de cuerpo pero manteniendo el audio de su voz, cuando es entrevistado.

En los canales de televisión, a diario, se van transmitiendo mensajes con una carga excesiva de violencia, tomas respecto a armas, sangre humana expuesta e inclusive imágenes sin editar sobre la acometida de crímenes ante cámaras; todo ello sin la debida orientación. Miembros del equipo responsable de esta investigación realizaron un análisis de contenido a los noticieros de 4 redes televisas con mayor alcance en el territorio nacional, durante dos semanas, identificando hechos violentos presentados en imágenes de cámara.

Tabla Nº 1
Hechos violentos, emitidos en noticieros meridianos de Cochabamba
(Datos recabados del 17 al 28 de marzo de 2008)



Noticiero
N° De Hechos Violentos Presentados
Duración En La Transmisión De Información
Noticiero ATB
Promedio de 5 por día.
Promedio de 10 a 15 segundos por hecho.
Noticiero UNITEL
Promedio de 10 por día.
Promedio de 20 a 30 segundos por hecho.
Noticiero TVB
Promedio de 6 por día.
Promedio de 10 a 15 segundos por hecho.

Fuente: J. Gunnar Zapata Zurita.Derecho humano a la información. El derecho a la información y los derechos de los trabajadores de prensa. Revista Diálogos de la Comunicación, de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación (FELAFACS).

abril 12, 2011

Algunos pasquines y el 25 de abril

Para el diccionario de la Real Academia Española, un "pasquín" es un "escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación determinada" y en algunos países de América latina define a "un diario, semanario o revista con artículos e ilustraciones de mala calidad y de carácter sensacionalista y calumnioso".

La palabra, como dice el mismo diccionario, proviene del italiano "Pasquino", el nombre de una estatua en Roma, en la cual solían fijarse libelos o escritos satíricos, pero cuando se trata de determinar realmente quién era el personaje y cuál era la verdadera historia de la estatua aparecen las diferencias.


El diccionario de uso del español, de María Moliner, coincide en que el término proviene del italiano y dice que "Pasquino era el nombre de una estatua de gladiador que había en Roma, donde solían fijarse pasquines". Se supone que la obra, hallada en Roma en el siglo XV y si bien suele decirse que representa al gladiador, otras versiones indican que es la imagen de algún guerrero griego. Sea cual sea el origen de la estatua, hay al menos dos versiones sobre el origen de su nombre. Una indica que así se llamaba el gladiador en cuestión, otra que era el nombre de un zapatero en cuya calle se encontró la estatua, cuando el artesano romano ya había muerto. Hombre de dichos picantes y molestos, esta versión dice que solía recibir en su local a amigos que se entretenían en hablar con sorna de otras personas y de las autoridades.

Zapatero o gladiador -o ambas cosas- la estatua de don Pasquino se convirtió en un atractivo lugar para que los romanos pegaran carteles con quejas, acusaciones y protestas contra el Papa. Para el diario La Nación, según reza su Manual de Estilo y Etica Periodística, "Se trataba de una suerte de válvula de escape para la maledicencia tradicional de los romanos. La Iglesia admitía que un sólo día por año, el 25 de abril, se practicara esa especie de periodismo callejero y contestatario. Los cardenales, los obispos, los funcionarios de la corte papal eran vapuleados literariamente durante esas veinticuatro horas. Los panfletos eran obra de los sectores más cultos de la ciudad, muchos de ellos integrados por individuos de estado eclesiástico, que se vengaban de injusticias reales o imaginarias con la saña típica de los romanos. Algunos de esos textos insultantes estaban escritos en verso y otros en prosa. Todos, en latín."

El término ha sido utilizado históricamente con un fin despectivo, el de descalificar a un artículo, un diario, un libro o cualquier otro escrito como algo de mala calidad y pocos escrúpulos. También fue y es reivindicado como síntesis de un periodismo rebelde y contestatario, que también en América latina y en la Argentina tiene ejemplos honrosos desde antes del siglo XVIII.

Despreciable u honroso, insultante o rebelde, los pasquines herederos de los anónimos que pegaban sus escritos en la célebre estatua romana han llegado hasta estos días de la post-post-modernidad con sus dos significados unidos dialécticamente. Hay quienes siguen cavando trincheras con sus palabras. Esos hacen falta.
Hay otros que tomaron como modelo el aspecto maledicente y despreciable y creen que todos los días del año es 25 de abril. Como diría Serrat, "entre esos tipos y yo hay algo personal".