Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

junio 14, 2010

Pereza y agenda noticiosa

Uno de los trabajos que define la actividad periodística es la recopilación de información para acercarse a los hechos que pueden dar lugar a una noticia. No es algo sencillo, porque requiere de cierta capacitación y experiencia, además del conocimiento del tema sobre el cual se va a escribir o hablar.

Pero, ante todo, es un trabajo, algo que no siempre se comprende, porque hay cierta tendencia a pensar que las ideas surgen de la nada. Sobre todo luego del auge que experimentó el periodismo argentino a partir de los años 80, que hizo pensar a varias generaciones de jóvenes noveles que los periodistas con capacidad para interpretar los hechos y para opinar habían llegado a tal posición sin trabajar.

Craso error, porque la mayoría de los grandes periodistas y columnistas no nacieron de un repollo sino que reaparecieron en los años 80 luego de la persecución de la dictadura, el exilio externo o interno y la imposibilidad de trabajar en los medios argentinos.

La exaltación del individualismo y los ejemplos de ascenso meteórico y sin méritos ni esfuerzo propios de los años 90 reforzaron esta tendencia a creer que las opiniones surgen de las mentes brillantes y no del trabajo y la experiencia. Paralelamente la ideología neoliberal imperante promovió la degradación del trabajo periodístico y lo asimiló a la producción de una materia prima.

Estos cambios fueron señales de la decadencia del periodismo argentino, pero además sirvieron para reforzar la capacidad de los grandes medios para imponer su agenda. El periodismo es un trabajo, buscar información confiable es un esfuerzo y muchas veces la pereza mental hace que muchos profesionales armen su discurso con fragmentos de la agenda de los grandes medios.

Un ejemplo fue –o todavía es- la reproducción sistemática y acrítica del enfoque que los grandes medios dieron al tema del mundial de fútbol que se juega en Sudáfrica. Durante todos los mundiales viajan desde la Argentina hinchas de distintos clubes que se pagan sus pasajes, otros que son financiados de manera poco transparente por los propios clubes y otros que llegan de la misma manera, pero con el apoyo de la AFA. Algo similar ocurrió en esta oportunidad, pero con una diferencia: El mundial se convirtió en un mix entre el negocio y la difusión pública.

La concepción de servicio público, sepultada durante los 90 lleva a que quienes observan que el fútbol pasó a ser accesible masivamente propongan un dilema: ¿Cuál es el modelo de negocio? Obviamente, el modelo es mixto, se hace un negocio y se brinda un servicio público, allí hay una gran diferencia.

Estos cambios en la concepción de los medios como un servicio público llevaron a las empresas que tienen mayor poder de tematización a imponer como eje de todo análisis sobre la Argentina en el mundial de Sudáfrica a la presencia de los barrabravas. Los mismos que iban antes, sólo que siempre fueron invisibles o como máximo eran parte de alguna nota de color. Es natural, se habla de "libertad de expresión", pero no se puede alterar el orden mediático cuando el negocio es propio. En otras palabras, no escupían para arriba.

Hasta allí casi podría decirse que los medios tienen todo su derecho a reflejar los hechos como les parezca. El problema es el resto del periodismo. En TV casi no existen voces disidentes. Pero en radio, donde existen opciones, la pereza mental llevó a muchos periodistas bien intencionados a repetir las construcciones que hicieron los medios más grandes, sin siquiera hacer un esfuerzo para diferenciar, como diría cualquier manual de periodismo, cuáles son los hechos que cumplen los requisitos mínimos como para ser convertidos en noticia.

Hubo casos extraños, como el de un programa deportivo dominical, que en su emisión del 6 de junio dedicó sus dos horas de emisión a cuestionar la presencia de los hinchas argentinos en Sudáfrica, a declaraciones y opiniones sobre los hechos que, en realidad, no habían sido investigados sino simplemente leídos o escuchados en los medios fijadores de agenda. No hicieron nada diferente al resto de los medios, pero una semana después, el domingo 13 de junio, después de haber reflexionado, cambiaron de actitud y casi pidiendo disculpas explicaron que si bien estaban en contra de la violencia, de los barrabravas y más aún si se comprobaba que el Gobierno nacional tenía algo que ver con esas presencias en Sudáfrica, no querían sumarse a la campaña política de los medios que fijaban la agenda.

No todos tienen la valentía de reconocerlo. Tampoco es el mundial el único tema en el cual los medios que fijan la agenda son los que deciden acerca de qué se habrá de hablar. Tal vez sea un buen momento para que se retomen las viejas rutinas periodísticas, que, entre otras cosas, indicaban e indican que para opinar, primero hay que tener información. Pero, además, habrá que tener en cuenta un aspecto que quienes elaboraron hace décadas la teoría de la formación de la agenda noticiosa no llegaron a ver: No sólo se impone una lista de temas sino también una serie de valores a partir de los cuales se analizará la agenda. Sería un buen momento para comenzar a pensar en un mea culpa periodístico. Una buena oportunidad para reconocer que no somos omnipotentes, que no podemos hacer las cosas bien si previamente no trabajamos duro y que es imposible saltear escalones en la preparación profesional sin correr el riesgo de caerse rodando y hacer el ridículo.