Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

mayo 30, 2012

¿Por qué no festejo el día del periodista?


 No quiero festejar el día del periodista, al menos como algo propio y menos aún la firma de las paritarias, que desató la alegría en el gremio porteño (UTPBA), entre los delegados paritarios y entre los militantes opositores.


Me adelanto al 7 de junio porque ya comencé a recibir mensajes referidos a festejos, como si la realidad de los periodistas fuera para festejar. Perdón, porque según el Estatuto del Periodista, yo no soy un periodista y el Estatuto es defendido con uñas y dientes por los gremios, los delegados, las agrupaciones opositoras, el ministro de Trabajo Carlos Tomada y los funcionarios de Trabajo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que encabeza Mauricio Macri, el hombre blindado por las empresas periodísticas.

Según dice el Estatuto del Periodista en sus dos primeros artículos:

Art. 1º)
- Quedan comprendidos dentro de las disposiciones de la presente ley, que regirá en todo el territorio de la República, los periodistas profesionales que se especifican en ella.

Art. 2º)
- Se consideran periodistas profesionales, a los fines de la presente ley, las personas que realicen en forma regular, mediante retribución pecuniaria, las tareas que le son propias en publicaciones diarias o periódicas y agencias noticiosas. Tal es el director, co-director, sub-director, jefe de redacción, secretario general, secretario de redacción, prosecretario de redacción, jefe de noticias, editorialista, corresponsal redactor, cronista, reportero, dibujante, traductor, corrector de pruebas, reportero gráfico, archivero y colaborador permanente. Se incluyen como agencias noticiosas las empresas radiotelefónicas que propalen informativos o noticias de carácter periodístico y únicamente con respecto al personal ocupado en estas tareas. Se incluyen las empresas radiotelefónicas, cinematográficas o de televisión que propalen, exhiban o televisen informativos o noticias de carácter periodísticos únicamente con respecto al personal ocupado en estas tareas. (*)
(*) Agregado por la ley 15.532, de 1960.

Se entiende por colaborador permanente aquel trabaja a destajo en diarios, periódicos, revistas, semanarios, anuarios y agencias noticiosas, por medio de artículos o notas, con firma o sin ella, retribuidos pecuniariamente por unidad o al centímetro cuando alcance un mínimo de veinticuatro colaboraciones anuales. Quedan excluidos de esta ley los agentes o corredores de publicidad y los colaboradores accidentales o extraños a la profesión.

Queda claro entonces, que todos los periodistas que trabajen como “colaboradores” y no hayan llegado a las 24 notas en un año NO SON PERIODISTAS. Luego, algunos abogados laboralistas, aquellos que entienden cuál es la realidad del periodismo argentino y los jueces laborales, que actúan en consecuencia, terminan en situaciones de conflicto judicial reconociendo a los colaboradores sub-24 como periodistas. Gracias por ser justos.

En el periodismo, sólo hubo un relevamiento medianamente serio realizado por la obra social de la UTPBA en 2005 y determinó que cerca del 47 por ciento de los periodistas son colaboradores. Si se hiciera hoy, seguramente sería mucho mayor la proporción de colaboradores y la gran mayoría de ellos sub-24.

La supuesta solidaridad de los trabajadores de prensa causa gracia por la inocencia, cuando no indignación. La actitud de una mayoría de periodistas “de nómina”, como dirían los españoles, es lo que en los años de exámenes de ingreso en las universidades se llamaba “efecto colectivo”, porque los que están adentro no quieren que el colectivo pare, para que no se llene aún más; mientras que los que están en la parada quieren subir al colectivo.

Se ha llegado al absurdo, a la actitud ofensiva de decir “que los colaboradores se agrupen y reclamen”. Ignoran o pretenden ignorar que los colaboradores trabajan en un sistema de semi esclavitud, que tienen que ir a las redacciones a rogar a los jefes que les permitan escribir, porque las empresas les dicen que “si no te gusta, tengo cien más esperando escribir”. Los humillan, no les pagan sueldo, aguinaldo, vacaciones, no se pueden enfermar, los echan simplemente dejando de “darles” trabajo. En tales condiciones, pretender que alguien se organice y luche es, al menos, una manera de ofender a la inteligencia.

La situación es clara: Las empresas no quieren ni tratar la situación de los colaboradores, porque es el mecanismo de flexibilización y precarización que encontraron para someter a los periodistas. Sólo aceptan tratarlo si se discute el Estatuto del Periodista. Con un gobierno Nacional y Popular –al que adhiero y defiendo- con mayoría en Senado y en Diputados, el Estatuto podría tratarse, mejorarse y terminar con la semi esclavitud del sistema de colaboraciones, creado en el Estatuto para otra cosa, no para lo que se usa actualmente.

Pero a nadie le interesa. Para todos es cómodo. Por ejemplo, los delegados paritarios pueden presionar con la situación de los colaboradores para usarlos como moneda de cambio en la negociación de sus reivindicaciones, no las de los colaboradores. Las empresas siguen con un sistema que les permite tener a parte de sus trabajadores en situación más que precaria. El ministerio no se juega por nadie, los gremios aceptan todo y que se la aguanten los colaboradores.

La excusa del profesionalismo, que los colaboradores son profesionales que no quieren entrar a las redacciones también es una falacia. Hay un pequeño porcentaje que vive en tal realidad. Pero la mayoría quiere trabajar en blanco. Es cierto que muchos quieren tele trabajar, pero es una cuestión diferente.

No me siento representado por gremios y oposición gremial, ni por los delegados paritarios, ni por los ministerios de Trabajo, ni por el Estatuto del Periodista. Así que aquellos que me saluden, pueden hacerlo en honor a los años que trabajé en alguna redacción. Lo agradezco mucho.