Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

marzo 16, 2011

¿Y el día de la libertad de acceso a la información?


A veces un reclamo no sólo es justo sino que despierta iniciativas que son igualmente necesarias para la sociedad. Como contamos en la sección “uno por día”, ayer una ONG propuso que el 15 de marzo se declare como “día nacional de la accesibilidad”, un término que refiere a la organización caótica de las ciudades, que convierten a la circulación de no videntes y de los discapacitados motores en deportes extremos.

Desde aquí, además de apoyar la idea, proponemos también que el 10 de octubre, día en el que el Senado de la Nación aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales sea declarado algo así como el “Día nacional del derecho a la información”. De paso, podría reemplazar al feriado del 12 de octubre, que recuerda al desembarco de los europeos en una conquista que continuó con la esclavización y la matanza de millones de nativos.

Para los que no se acuerdan o les duele tanto que no quieren recordar, el proyecto se basó en la iniciativa que surgió en 2004 de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que contenía 21 puntos reivindicativos. El 19 de marzo de 2009 fue presentada por la presidenta Cristina Fernández y luego de un largo debate que incluyó foros y reuniones en los más diversos puntos del país, tuvo que saltear los obstáculos interpuestos por diputados y senadores ligados a los grandes medios.

Finalmente, el proyecto llegó a Diputados, donde fue aprobado el 17 de setiembre del mismo año. Cuando las grandes corporaciones mediáticas esperaban llegar al Senado y lograr algún voto “no positivo”, el 10 de octubre, luego de 20 horas de debate, la Ley 26.522 fue aprobada por los legisladores. Vale la pena festejarlo.

marzo 15, 2011

La culpa no es de Vargas Llosa


(Por Rubén Levenberg) “Mario Vargas Llosa arremetió contra Hugo Chávez”, “Mario Vargas Llosa: ‘Hugo Chávez aspira a ser un Gadafi’”, fueron los títulos dominantes de los medios latinoamericanos en 2009, cuando Mario y su hijo Alvaro fueron eje de un escándalo en Caracas. Su presencia tenía un objetivo explícito: participar de un encuentro realizado por la organización CEDICE, una entidad que suele publicitarse como una universidad, pero que en rigor es uno más de los centros que en toda la región promueven el neoliberalismo a ultranza. También tenía un objetivo para el que necesitaban ayuda: generar un escándalo que justificara el derrame de títulos en los diarios del mundo. Y no les fue tan mal.

En aquella oportunidad, Alvaro Vargas, residente en Miami, amigo dilecto de los grupos cubanos asentados en La Florida y muy acostumbrado la fama de la que le provee su padre –tal vez por eso utiliza su tercer apellido, Llosa, en lugar del segundo- armó un gran escándalo porque fue retenido un par de horas en el aeropuerto de Caracas. Seguramente fue mucho menos tiempo del que es retenido cualquier turista latinoamericano en los aeropuertos de la mayor parte de Europa y los Estados Unidos, donde un ciudadano extranjero puede ser maltratado, vejado y acusado de cualquier delito hasta que demuestre lo contrario.

Alvaro tuvo su escándalo, al que luego se sumó su padre Mario, cebado por la posibilidad de erigirse en Venezuela en el líder que no pudo ser en su propio país, Perú, donde puesto como candidato a elecciones libres no ha demostrado tener demasiado ascendiente entre sus conciudadanos. Por su parte los medios de todo el mundo, especialmente de España y de la Argentina, cumplieron su papel más preciado, el de potenciar todo aquello que pueda desprestigiar a algún Gobierno que no responda exactamente a los mandatos de algún organismo internacional.

Pero si la familia Vargas tiene sus responsabilidades, no menos la tienen quienes hacen su juego. Sabiendo que la provocación es el casi único argumento de Alvarito, hubiera sido mucho más sencillo tenderle una alfombra roja –que lo hubiera puesto nervioso, por razones ideológicas- que pedirle el pasaporte y cuestionar que llegaba como turista a participar de un acto político opositor. Más roja y más suave podría haber sido la alfombra tendida don Mario –el auténtico Vargas Llosa- quien armó su escandalete en el aeropuerto porque la policía quería custodiarlo.

El caso de Alvarito y su padre Mario en Venezuela no es un recuerdo caprichoso sino un hito interesante para entender por qué fue invitado para abrir la Feria del Libro en Buenos Aires –y de paso participar en un cónclave mundial ultra liberal-, pero sirve también para no entender por qué Horacio González y otros intelectuales de Carta Abierta sirvieron en bandeja su escandalete al escritor peruano. En cambio, sí permite entender por qué la presidenta  Cristina Fernández mostró otra vez su inteligencia política al cortar de cuajo la discusión y decir que cada uno tiene derecho a invitar a quien quiera.

Vargas Llosa no necesita agente de prensa, porque cuenta con el sustento de la mayoría de los medios de comunicación de Europa, los Estados Unidos y América latina, producto de su intelecto puesto al servicio de los intereses económicos que ya desde los años 80 comenzaron a comprar medios al por mayor hasta convertirse en dueños de la mayor parte del poder de fuego de diarios, revistas, redes radiales y televisivas y sus versiones en Internet. Adicionalmente cuenta a veces con el auxilio de quienes no logran contener un exabrupto ante su mala fe. Se comprende, gente de Carta Abierta, pero hay que hacerse un nudo y dejarlo correr. El escribidor parece tener siempre la suerte de que alguien pierda la paciencia y lo convierta de victimario en víctima. A veces la culpa no es del chancho.