Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

junio 01, 2010

Reflexiones sobre el narcisismo de los periodistas

El abuso de la firma, las menciones auto-referentes y el uso de la primera persona se convirtieron en uno de los rasgos destacados de la decadencia del periodismo argentino. Algunos rubrican pomposamente refritos de una o dos gacetillas, otros insertan en sus notas referencias a sus experiencias personales y, en el caso de radio y televisión, muchos dedican parte de sus programas a contar qué hacen cuando llevan al hijo al colegio, qué almorzaron o cómo piensan cenar al regreso a su hogar. Una variante de la epidemia narcisista es hablar en radio o TV de lo que se publicó en un diario o revista o, a la inversa, redactar una nota para contar lo bien que sale su programa o cómo fue reconocido por un taxista o un vecino.

“Espejito, espejito, dime tu quién es más famoso”, parece ser la pregunta que reemplazó al "¿Qué puedo hacer para redactar mejor?" de otros tiempos. A lo largo de la historia de la prensa escrita hubo casos como el del diario Crítica de Natalio Botana o el de la revista Primera Plana, de Jacobo Timerman, que utilizaron las firmas para destacar el valor de sus periodistas o columnistas. En el caso específico del fundador del diario La Opinión, también era una manera de gratificar a su equipo. La fórmula utilizada por Timerman fue potenciada en su versión matutina de La Razón, en diarios como Noticias, El Mundo y más recientemente en El Periodista de Buenos Aires y Página 12. En la mayoría de los casos, los directores o diseñadores de estos medios pensaron en el mismo esquema: Destacar el aporte de algunos redactores y mostrar la potencialidad de su semillero periodístico.

En el caso de Página 12, fundado en 1987, convivieron periodistas e intelectuales provenientes de El Periodista de Buenos Aires, La Razón matutina, El Porteño y otros medios. Fue lanzado como un segundo diario y su propósito era ofrecer una visión más cargada de interpretación, con guiños de humor y referencias implícitas de ciertos códigos culturales, por lo cual tenía sentido que una parte importante de las notas estuvieran firmadas.

A medida que el diario fundado por Jorge Lanata adquirió mayor presencia y generó zonas grises en las que había muchos lectores de La Nación y Clarín y cuando pasó, entre 1988 y 1990 a vender alrededor de 100.000 ejemplares, sus competidores comenzaron a adoptar algunos rasgos de su discurso. Tal vez para ajustar sus herramientas competitivas, quizá por la influencia de tiempos hegemonizados por la ideología del individualismo, durante los años 90, tanto en Clarín como en La Nación, el uso de la firma y la construcción de notas en las que la información no se podía distinguir de la ficción se convirtieron en un clásico.

Tanto en Página 12 como en los demás diarios comenzaron a aparecer referencias que iban más allá de un punto de vista subjetivo o de una interpretación. Es un fenómeno poco estudiado en el mundo académico, tal vez porque pocos se animan a meterse con un comportamiento corporativo. En el caso de Página 12, firmar al lado de Osvaldo Soriano, Miguel Briante, José María Pasquini Durán u Horacio Verbitsky –entre otros- dejó de ser un orgullo para convertirse en una herramienta para la auto-promoción. En algunos casos fue una manera de buscar visibilidad para luego publicar un par de libros periodísticos y finalmente pasar a trabajar en Clarín o en La Nación. Los pasos y pases durante los 90 fueron numerosos.

Al mismo tiempo, el desarrollo de los canales de promoción publicitaria encubierta favoreció la proliferación de programas políticos y de economía y finanzas con apoyo publicitario que provenía –y proviene- en muchos casos de la presencia destacada de una firma periodística en algún medio más o menos importante o con influencia.

Hasta allí, en una síntesis apretada, se encuentran algunos de los casos y de las interpretaciones que se pueden hacer de cierta tendencia periodística a la auto referencia. El abuso de la firma se convirtió en un rasgo generalizado y aceptado y la influencia del espectáculo sobre la profesión periodística hicieron el resto.

En esta primera década del siglo XXI la auto-referencia parece haber virado a un egocentrismo que, en muchos casos, es fuente de algunos recursos, una característica que atraviesa horizontalmente a todos los medios, cualquiera sea su posición ideológica, política o económica. Las interpretaciones que se pueden hacer son variadas.

Entre otras cuestiones, habría que mencionar que la visión espectacular e individualista de la profesión forjada durante los 90 se cruzó con la política de precarización y flexibilización laboral. El periodista que trabaja en un solo medio es una excepción y en cambio abundan los que escriben en un diario, hacen notas para una revista y tienen un programa o una columna en radio o TV. Tal multiplicidad de trabajos requiere de algunas condiciones, como la firma conocida o el cargo decisivo en algún medio.

Además, en la medida que el espectáculo pasó a hegemonizar al periodismo, apareció otro fenómeno que merecería un estudio profundo, tal vez para alguna tesis: La extraña necesidad de los periodistas de actuar en lugar de hacer periodismo. “Hoy escribí en mi columna de…” es una forma de introducir el mensaje en los programas de radio. “Yo suelo comprar en un supermercado que queda cerca de mi casa y veo siempre a…”, es otra forma. “Mis chicos son fanáticos” de tal o cual canal... es otra manera de destacar al individuo por el individuo mismo. Por favor, un poco de pudor a la derecha, a la izquierda, aquí, allá y en todas partes.

Dice el manual de Estilo del diario El País de Madrid: 6.1 Abusos. Conviene huir lo más posible del abuso o uso indebido de la firma en las informaciones, puesto que se le priva así de su verdadero valor: primar las noticias obtenidas o elaboradas por medios propios.