Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

julio 04, 2010

Reflexiones sobre la prensa y la precarización

Un día domingo, futbolero por tradición y después del baldazo de ajuste germano que sufrió la selección argentina, vale la pena pensar en algo que no sea el deporte más popular, como para quitarse de encima el sabor de la derrota. Aunque a veces no se pueda y algunos no quieran. Sobre todo si uno lee titulares con mala intención como el que nos propinó La Nación online apenas terminó el partido de ayer: "Alemania desnudó las falencias de la Argentina". ¿Qué quisieron decir el titulero y su mandamás de La Nación? ¿Que la Argentina tiene grandes falencias porque no hace su ajuste y que Alemania, cabeza del ajuste europeo nos dió una lección? ¿Es caprichosa la interpretación? Tal vez, pero uno tiene derecho a pensar que si Eliseo Verón no fuera actualmente parte interesada, porque es funcionario de un grupo mediático, tal vez se haría un picnic con el encabezamiento del segundo diario en importancia de la Argentina.

Pero mejor volvamos a la información y el periodismo. Cualquiera sea el punto de vista de análisis que se adopte acerca del rol de los medios de comunicación masiva y de los periodistas que en ellos o para ellos trabajan, habrá una coincidencia: Son indispensables para poner en común ciertos temas de actualidad. La pregunta que uno se formula a diario es, a partir de la precarización laboral y de la concentración de los medios masivos, ¿en qué lugar quedó la creación de ciudadanía?

Cada vez queda más claro que si se sumaran los trabajadores de prensa que están asalariados y concentrados al estilo fordista en empresas con redacciones, áreas administrativas y talleres, difícilmente se alcanzaría una cifra igual o superior a la de los periodistas precarizados: Monotributistas colaboradores que venden "servicio informativo" a cambio de lo que el empresario quiera pagarle; cooperativistas, microempresarios y grupos de autogestión que no ganan lo que un principiante en un diario; colaboradores "sub 24" que escriben durante años para los medios y los suspenden a la nota 23, para que no puedan pasar a "permanentes" y otros formatos de marginación, a veces aceptado por la propia víctima, paradójicamente, porque en una redacción no le permitirían trabajar 24 horas y al mismo tiempo cuidar a los pibes, hacer las compras, estudiar para un final o tomar unos mates con la novia o el novio.

Si hay algo que tienen en común todos los precarizados es que jamás tienen vacaciones; que duermen cuando pueden, si es que duermen; que desconocen lo que es el aguinaldo y mucho menos lo que es tomarse días para rendir un examen o enfermarse y que no sólo le conserven el trabajo sino que, además, ¡le paguen el sueldo! Eso es algo que una mayoría de los periodistas casi no conocen, salvo que tengan unos años encima o que hayan trabajado alguna vez en relación de dependencia.

Los precarizados-marginados propios del periodismo de la postmodernidad están sujetos a las presiones más excecrables, a sometimientos de su dignidad propios de la edad media o, para ser más rigurosos, del modo de producción esclavista.

¿Hay leyes que protegen contra el acoso sexual? Vayan a preguntarle a las colegas que necesitan escribir en un medio para darle de comer a sus hijos qué es el acoso y quién las protege.

¿Los trabajadores de prensa tenemos un Estatuto que dice que nuestra jornada laboral es de 6 horas y media? Vayan a explicarle a los que trabajan desde las 6 y hasta las 3 de la mañana del día siguiente, que comen frente a la computadora y que ni siquiera saben si su nota será publicada y si se la pagarán, que hay un Estatuto que los protege.

¿Hay libertad de conciencia para escribir? Vayan a explicarle a los colaboradores a los cuales mandan a hacer entrevistas a empresarios, que luego de entregadas serán corregidas por los propios empresarios, si la libertad de conciencia existe. ¿Que no las firmen? Vayan a explicarle a los quince o veinte colaboradores que visitan la misma redacción todas las semanas para escribir la misma nota, con las mismas características, a un precio más bajo y sin pruritos morales.

¿Los trabajadores de prensa tienen jubilación y deben pelear por el 82 por ciento móvil? Vayan a explicarle a los colaboradores que pagan el monotributo, su obra social y que se jubilarán inevitablemente, si llegan vivos, con el mínimo posible, porque no pueden acreditar sueldos sino los aportes del monotributo.

Tanta miseria han provocado reacciones diversas. Los marginados tienen la necesidad de que alguien los reconozca, que los acepte como periodistas. No es un problema de los que tienen 30 años de periodistas sino de los que recién comienzan y ya son marginalizados, sin que nadie los reconozca ni se ocupe de ellos. Cualquiera que los reconozca, que les brinde una credencial y los acepte puede aprovechar la ocasión, si es que prioriza las cuentas antes que la solidaridad. ¿Cuál es la solución?¿Protestar porque los aceptan?

Tal vez la solución no sea denostar a los marginalizados y repudiar a los que hacen uso electoral de ellos, porque al menos previamente los consideraron periodistas, aceptaron que son marginales y que están en inferioridad de condiciones, les dieron un lugar para usar una pileta y comer un asado y cada tanto los convocan para que griten contra alguien y se sientan parte de algo.

Otros los consideran transparentes, invisibles. Se olvidan de que hay quienes les niegan ser parte de cualquier cosa, los toman como mano de obra barata y maleable, nada más. Sus cuerpos les pertenecen, por recordar ligeramente a un tal Foucault y hasta se dan el lujo de enojarse cuando de sus cuantiosas ganancias tienen que destinar algunos miles para pagar una indemnización. Porque el colaborador marginalizado es reconocido como periodista cuando llega el día de su muerte profesional: Lo echan, hace juicio y unos hipócritas jueces y un hipócrita ministerio de Trabajo gestionarán una indemnización, mientras el pool de gerentes de Recursos Humanos de las empresas hará un tilde sobre un nombre y un apellido para que el sacrílego no vuelva a trabajar.

Con miles de periodistas precarizados y sometidos a un régimen de trabajo vil, con el resto de sus compañeros que los invisibilizan con la idea de que la minoría asalariada es la única que ejerce el periodismo, con una justicia laboral tán hipócrita como los ministerios de Trabajo, difícilmente el periodismo alguna vez vuelva a generar ciudadanía.

Será, a lo sumo, un conjunto en el que se priorice el espectáculo por encima de la información. En el que siga aplaudiendo cuando un periodista firma un contrato millonario con una empresa anunciante a cambio de defender los ajustes económicos, las políticas neoliberales y las corruptelas; pero se los castigue si alguno quiere investigar el lado oscuro de la corrupción. Serán carne de cañón para ir a investigar a funcionarios, siempre que no toquen a los corruptores que pusieron la plata. Eso a pesar de que cometen un doble delito, porque pagan sobornos y esos sobornos son para poder hacer lo que las leyes prohiben o deberíon prohibir. Allí nadie meterá las manos. Es otra ventaja de tener colaboradores precarizados en lugar de periodistas asalariados. Se los puede manipular con mayor facilidad y serán invisibles para los sindicatos y los sindicalistas.

Y no se trata de un problema del oficialismo o de la oposición, sino de una lógica perversa de precarización. Basta con ver cómo los intentos loables del Gobierno para armar un grupo de empresas periodísticas que compense el poder descomunal de los grupos mediáticos termina reproduciendo el esquema de aquellos a quienes quieren combatir, construyen espejando a los grandes multimedios. En lugar de abrir fuentes de trabajo para los periodistas precarizados, abren fuentes para segundos y terceros trabajos de periodistas asalariados. En lugar de aliviar la precarización la reproducen y fortalecen.

Sean medios oficiales o fogoneados por la oposición, son siempre las mismas caras en todos los medios y en los que están por aparecer. Los mismos nombres y apellidos que se repiten en agencias, diarios, revistas, radios y TV. Oficialistas y opositores en eso se unen por la precarización, construyendo aparatos de medios con periodistas con doble o triple empleo asalariado, mientras miles de periodistas son luego llamados a "colaborar", o sea a presentar sumarios o a llevar "columnas auspiciadas", trabajo vil y metodología repugnante que pasa más allá de las ideologías.

Mientras algunos discuten cómo hacer para concentrar más los medios y se oponen a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, mientras del otro lado invierten y se esfuerzan por abrir espacios para que el pueblo pueda leer otra cosa que lo que dicen cuatro o cinco empresarios, al margen de ambos habrá miles de periodistas marginados, que seguirán trabajando 24 horas, sin aguinaldo, sin vacaciones, sin estabilidad, pagando su monotributo, su impuesto al cheque, su computadora, su conexión a Internet, su teléfono, sin poder enfermarse, sin poder descansar un fin de semana. O, como hemos hecho algunos, nos dedicaremos a otra cosa y el periodismo será un aporte part time. Pero la gran mayoría no puede darse esos lujos.

3 comentarios:

Sujeto de la Historia dijo...

Hola Ruben

Como està pasando en otros blogs, hay comentarios que "desaparecen".
Me había interesado mucho leer tu post anterior sobre la asamblea, pero la real dimensión de aquel lo encontré leyendo éste. No me imaginaba tal nivel de semi-esclavitud en los medios, ni una actitud tan complaciente -justamente con los medios- por parte del Ministerio de Trabajo.
Ojalá los laburantes puedan encontrar lo scaminos para hacer valer sus derechos.
Un Abrazo

Rubén Levenberg dijo...

Si, así funciona. Pero lo interesante es que el gremio que tendría que haber luchado para que este sistema perverso se desarmara, nada menos que la UTPBA, aceptó el sistema y lo aprovechó para generar una casta de colaboradores votantes. ¿Cómo decía un tal Carlos Marx?¿Lumpen?

Anónimo dijo...

Por un lado me resuena una canción que creo que es de Gieco. El dice: los inundados sólo sirven para inundar. Los colaboradoradores, parece, sólo servimos para colaborar. Y sabemos que no es así, que la categoría poco y nada tiene que ver con la especificidad del trabajo sino con el modo contractual que se establece de modo unilateral. La cuestión es que esta figura, ante el desamparo que tan bien describís, se comenzó a aplicar a situaciones muy disímiles en el marco legal. Pero muchos son periodistas sin los cuales hoy determinados medios no podrían ponerse en venta. Son muchas discusiones que hay que ir desmenuzando y poniendo en claro para sorpresa de muchos que, en efecto, no tienen ni idea de lo que "PAGA" un colaborador, de los más afortunados, cuando puede irse por unos días de vacaciones. Porque las paga en el sentido del trabajo que no puede producir durante ese tiempo y que nadie se lo cubre.
Sobre la posición de no hacer nada del gremio, creo que la actual situación le permite afiliar con comodidad a las radios alternativas, que está bien que estén afiliadas, y no hay que entrar en la polémica falsa que proponen. Sí, compañeros, pueden venir a afiliarse, pertenecer, tener su radio, pero eso no quita que nosotros debemos pelear porque se revise una situación arcaica, donde se llama colaboradores a las y los periodistas que son editores, redactores, que Garantizan la salida de un medio, pero son obligados a facturar, Esta es una de las cinto y una aristas del problema, inagotable. Hagamos un congreso de colaboradores, con juristas, etc, propongo. Con un temario lo más amplio posible, pensemos, hagamos,
Analía García
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