Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

diciembre 14, 2010

Periodistas marginados, ética violada

(Por Rubén Levenberg) La precarización laboral de los periodistas es una realidad que ha convertido a la profesión en una de aquellas que tiene mayores proporciones de trabajadores marginados. El resultado de tal proceso de precarización se puede percibir a partir de una encuesta realizada en 2005 por el departamento de Salud Laboral de la OSTPBA (Obra Social de los Trabajadores de Prensa de Buenos Aires). Se obtuvieron las siguientes respuestas:

¿Cuál es su forma de contratación?
- Relación de Dependencia 47%
- Locación de Servicios 7%
- Colaborador 46%

¿En qué rama de la actividad se desempeña?
- Diarios 40 %
- Radios 11 %
- TV 8 %
- Agencias 6 %
- Revistas 35 %

Eligieron su trabajo…
- Por Vocación 53%
- Por Necesidad 40%
- Por Formación 25%
- Por Trabajo Familiar 5%

Lejos de mejorar, el cierre de medios y la concentración que llevó a la compra de unos medios por otros y si consideramos además que en la “locación de servicios” se incluyen colaboradores no permanentes que se desempeñan como “tele trabajadores” o “periodistas tercerizados”, puede decirse que más de la mitad de los periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del conurbano de la Provincia de Buenos Aires están precarizados.

Esta situación, por un lado, margina a una parte importante de los periodistas, que escriben un alto porcentaje del material producido por los medios de comunicación pero no son considerados como periodistas profesionales. Por ello, quedan excluidos no sólo del derecho a la estabilidad laboral sino también del derecho a percibir un salario por su trabajo, vacaciones, aguinaldo, licencia por problemas de salud y por estudios. Además, en la mayoría de los casos, dado que se les impide escribir la colaboración número 24 y se los suspende de facto, también se los excluye del derecho al trabajo.

En coincidencia con el proceso de precarización de los periodistas del sector gráfico, los periodistas del sector audiovisual fueron sometidos también a un proceso de precarización, en la medida que las radios y canales de TV impusieron desde los años 70, pero sobre todo durante los años 90, el sistema de loteo de espacios que obliga a los periodistas a vender publicidad –directa o indirectamente- y a pagar una suma a un canal de TV o a una radio para poder trabajar. Por otra parte, desde mediados de los años 90, el trabajo domiciliario de los periodistas se vio potenciado con el uso de Internet, que consolidó el teletrabajo. El teletrabajo permite a las empresas tercerizar el empleo de prensa, derivar gastos de mantenimiento y equipos al trabajador, quien se convierte en un proveedor de servicios, hecho facilitado desde el punto de vista legal e impositivo por la obligación del uso de monotributo o factura de autónomos para trabajar.

A partir de la precarización del trabajo periodístico, cabe concluir que gran parte de los profesionales producen los contenidos de los medios, pero deben aportar su propia infraestructura, su espacio laboral y su equipamiento básico para el trabajo. No es una realidad exclusivamente de la Argentina. En otros países, la falta de relaciones laborales estables entre empresas informativas y periodistas es también un problema. Como dijera Josep María Martí, en España también hay una preocupación por “la precarización generalizada, por la destrucción de puestos de trabajo, por las dificultades de miles de periodistas jóvenes para acceder al mercado laboral…” (Martí, 2010)

Estas condiciones laborales ponen en serio riesgo la aplicación de las rutinas productivas de la profesión periodística y, en términos de Adela Cortina (1995), las responsabilidades lingüísticas de los periodistas quedan subsumidas en otras obligaciones, más sustanciales, como la del pluriempleo, las dificultades de salud y las complicaciones que genera el mantenimiento de su fuente laboral y el sustento de su ámbito de trabajo. Con escaso acceso a la capacitación, con falta de contacto con sus editores, quienes a su vez se ven sometidos a una sobrecarga laboral, las posibilidades de cumplir con un comportamiento ético y de satisfacer los requerimientos de los códigos deontológicos de la profesión, se ven seriamente disminuidos. Esta tensión entre la ética de la empresa informativa, que se desnaturaliza por la priorización del fin de lucro y la ética del periodista profesional, cuyas condiciones materiales de producción se ven deterioradas y por lo tanto dificultan el respeto de los códigos deontológicos es uno de los orígenes de la pérdida de ciudadanía de la prensa, considerada como el conjunto de las empresas informativas y sus profesionales.

No hay comentarios.: