Las palabras no sólo sirven para narrar y describir sino también para hacer, para preconfigurar ciertos actos. Julián L. Austin habla de la “oración realizativa” y señala que “expresar la oración (…) no es describir ni hacer aquello que se diría que hago al expresarme así, o enunciar que lo estoy haciendo: es hacerlo”. Para el autor, “muchas palabras especialmente desconcertantes, incluidas en enunciados que parecen ser descriptivos, no sirven para indicar alguna característica adicional, particularmente curiosa o extraña de la realidad, sino para indicar (y no para registrar) las circunstancias en que se formula el enunciado o las restricciones a que está sometido, o la manera en que debe ser tomado…”
Dejaremos de lado los textos que contienen algunos exabruptos como el de la siempre respetable Susana Viau, quien en su búsqueda afanosa por asociar al Gobierno con el delito intentó en una nota igualar el “caso Cabezas” al “caso Schoklender”, para prestar atención a los títulos.
Si las palabras sirven para configurar hechos, cuando son ubicadas en la tapa de un diario su poder de hacer se multiplica exponencialmente. Es lo que ocurre con algunos términos ubicados estratégicamente en ciertos títulos. Hoy Perfil señala en su versión online que “Cristina Kirchner confesó que perdió un bebé por fumar…”
El verbo “confesar” tiene varias connotaciones. De los cinco significados que incluye el diccionario de la Real Academia Española, uno se refiere a la expresión voluntaria de actos, ideas o sentimientos verdaderos por parte de una persona; otro menciona la exposición ante un juez y los otros tres tienen que ver con penitencias, pecados, hechos negativos que son admitidos por una persona. Colocar en el título de una nota la palabra “confesó”, en lugar de “relató”, “recordó”, “evocó” y muchos otros términos equivalentes no parece ser un acto de inocencia sino de provocación. Se trata de hacer con las palabras y, en el caso que analizamos, se acerca más a la voluntad de asociar un nombre y un apellido con un término de connotaciones negativas que al rol de informar que debería cumplir un diario.
Es algo similar a lo que ocurriera días atrás cuando el subsecretario de Obras Públicas, Abel Fatala, desmintió las cifras que se habían publicado en los diarios en relación con la investigación judicial acerca de los presuntos delitos cometidos por Sergio Schoklender. Al día siguiente, la tapa de Clarín no decía que había desmentido las cifras sino que el Gobierno había “admitido” cuál era el dato. El verbo conjugado en pretérito, “admitió” colocado en un título de tapa tiene una connotación equivalente al de “confesión”. Es diferente al título que un medio del mismo grupo utilizó en la misma semana. TN publicó el domingo pasado, 12 de junio, en su versión en texto online, que “Fatala desmintió irregularidades en la construcción de viviendas”. Luego señala que el funcionario desmintió “irregularidades en la construcción de viviendas sociales y criticó duramente el informe de la Coalición Cívica que denuncia sobreprecios en las operaciones, publicado por el diario Clarín”. Eso se parece mucho más a un título riguroso.
2 comentarios:
Me parece un artículo muy interesante. Lo compartí en mi Face con mis alumnos de Prensa y de Analisis del discurso de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UNSA)- Saludos cordiales.
Es un honor. Gracias.
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