El trágico caso Candela y la bestialidad mediática
Por Víctor Ego DucrotDirector de la Red de Observatorios Universitarios de Medios
“Vi una miseria humana muy grande, sobre todo en la dirigencia política, en la Sociedad Rural y en el cura que convocó a una marcha por muerte violenta sin tener precisiones sobre las circunstancias del hecho”, dijo el intendente de la localidad bonaerense de Ayacucho, Darío Davis, a principios de agosto último, en ocasión del proceso de manipulación del que había sido objeto la muerte de una beba, motivando una convulsionada protesta popular.
Días antes, cuando ya se sabía que la versión original de la madre de la niña fallecida (robo y homicidio) era falsa, el diario Clarín destacaba en su información gráfica: “Otra vez. La gente de Ayacucho salió a la calle por segunda noche consecutiva. También hubo una misa”, subrayando, como hace en forma sistemática, su visión catastrofista e hipertrofiada del tópico “inseguridad”. El martilleo constante de las cadenas privadas de televisión y la irresponsabilidad oportunista de fuerzas políticas opositoras –faltaban pocos días para las elecciones PASO del 14 de agosto- recalentaban los ánimos, de forma tal que el intendente David estuvo a punto de ser víctima de linchamiento.
Los hechos de Ayacucho parecen no haber dejado enseñanza alguna, o, dicho de otro modo, pese al estado de desnudez en que quedó en aquella oportunidad la maquinaria mediática de manipulación, la corporación oligopólica de la palabra volvió al ataque.
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