Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

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mayo 17, 2011

Las telecomunicaciones e Internet festejan el aniversario con su bisabuelo, el telégrafo.

Hoy algunos hablarán y escribirán mucho sobre el día de Internet, y otros sobre el día de las telecomunicaciones, pero deberíamos admitir que la fecha está más vinculada con el telégrafo. En la historia de la humanidad los inventos no surgen de la nada sino que son el producto de un largo y complejo proceso de creación y apropiación social. Podría decirse que el bisabuelo de Internet se llama Telégrafo y que tal vez el abuelo sea el fonógrafo y el padre sea el teléfono. Todos tienen mucho que ver con la fecha de hoy. El hecho real es que el 17 de mayo se conmemora la fundación en París de la primera organización intergubernamental de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Internacional de Telégrafos (UIT) que en 1934 se convirtió en Unión Internacional de las Telecomunicaciones. Conocida también por su sigla en inglés como ITU, la entidad resolvió en 1973 designar la fecha como día internacional de las telecomunicaciones y en 2006 lo declaró también como día de la Sociedad de la Información.

Con 192 estados miembros y 700 asociados –entre ellos las grandes empresas que juegan en el sector- la UIT tiene cuatro áreas de trabajo: Radiocomunicaciones, que se ocupa de las regulaciones internacionales en materia de radiofrecuencias y satélites; Normalización, que entre otras funciones tiene la de elaborar normas referidas al sector; Desarrollo, creada para “contribuir a difundir el acceso equitativo, sostenible y con un costo razonable a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)”; y Telecom, que es una suerte de foro en el que interactúan desde los ministros específicos hasta las grandes empresas y especialistas para intercambiar propuestas y opiniones sobre el futuro de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información.

Aparentemente, para los países periféricos -que en la jerga culposa elaborada por los países centrales en los años 60 se conocen como “en vías de desarrollo”- el área más importante de la UIT es precisamente el de Desarrollo, porque su propósito es contribuir a reducir la brecha digital. Pero la brecha digital no sólo es brutal entre los países industrializados y los exportadores de materias primas sino también hacia el interior de cada país, entre los sectores favorecidos por el reparto de la riqueza y los marginados, tanto en los países centrales como en los periféricos.

También son importantes para países como los de Africa o de América latina los debates en el seno de otras áreas de la UIT, como la normalización, dado que las normas siempre favorecen a las industrias de los países industrializados que pugnan por imponer sus tecnologías y abortar todo desarrollo en los países subdesarrollados. Bastaría con revisar la historia de la Argentina y leer a grandes investigadores, desde Raúl Scalabrini Ortiz a Manuel Sadosky o, en el terreno de la economía, a Eduardo Basualdo o Mario Rapoport, para ver cómo cada intento de desarrollo tecnológico independiente derivó en golpes de Estado, desacreditaciones políticas, maniobras económicas y siempre el reemplazo de la tecnología local por la importada.

Defensa, Gobierno, Internet, su ruta.
Creada por las fuerzas armadas estadounidenses en los años 50, en plena Guerra Fría, lo que hoy conocemos como Internet tuvo el fin de preservar información estratégica ante un eventual ataque desde la Unión Soviética. El sistema evolucionó, pasó a abrirse a los gobiernos y al sector académico, hasta que en la década del 90 Internet fue abierta al mundo del comercio, las empresas y los usuarios individuales, con lo cual se convirtió en un nuevo medio de comunicación, con la particularidad de servir al mismo tiempo de soporte para los medios históricamente anteriores, como los diarios, la radio y la TV.

Como todos los inventos, tiene su historia y puede tener su final o su transformación en otra cosa, todo depende de la apropiación social. Pero ya forma parte de la historia de la humanidad y de la evolución de los medios de comunicación. Desde aquellos primeros sonidos guturales emitidos por el hombre para interactuar con sus congéneres hasta los tuits (así los mencionan los académicos españoles) o los mensajes en cualquier otra red, sea de texto, sonido, imágenes o videos, ha pasado un largo trecho y todavía hay mucho por venir. Lo que nunca estará garantizado es el reparto, que es responsabilidad de los pueblos y sus gobiernos.

agosto 20, 2010

Anomias, avivadas y torpezas

En términos legales, la anomia casi no existe, porque en todo país democrático y de los otros hay leyes, decretos, normas que definen qué se puede hacer y qué no se puede hacer. Lo que suele ocurrir es, en todo caso, es que aparece cierto grado de anomia en términos sociales, una ilegalidad de ciertas acciones humanas que violan las normas existentes.
El mejor ejemplo es la Argentina, donde no hay anomia sino, como diría un cordobés, hay una “no mi hagás cumplir las leyes”.

La violación de normas de todo tipo es cotidiana. Desde el señor que se enoja porque quiere manejar a 220 kilómetros y un tozudo conductor respetuoso de las leyes “obstaculiza” su paso, hasta el señor o la señora que viola un semáforo en rojo y se siente un héroe; desde el médico que receta un medicamento que su paciente no necesita, pero que contribuirá a un lindo viaje a una isla caribeña, hasta el ingeniero que construye un edificio de 30 pisos en un barrio de casas bajas, donde sólo se puede construir hasta 7 pisos; desde un propietario sojero que se queja de “esos negros piqueteros” que no le dejan llegar rápido a la oficina que tiene en Puerto Madero, pero después corta rutas, desabastece a las ciudades y se ufana de ello, hasta los funcionarios que toman medidas y ensayan, para ver qué pasa, sin un ínfimo estudio previo.

Hay más muestras de la tendencia a violar normas, que es endémica en la Argentina: Desde el diputado que vota lo que sabe que no se podrá cumplir, hasta el que espera una orden para votar lo que jamás querría que se cumpliera; desde el abogado que se hace llamar “constitucionalista” y opina como si lo fuera, hasta el empleado de una empresa que se hace llamar “periodista” y se hace millonario violando todos los códigos deontológicos existentes y por existir; desde los empresarios de medios que se presentan a una licitación para abrir una FM cultural y una vez obtenida la licencia, arman una repetidora de su radio AM –y que se considerarán “perseguidos” si alguien hace cumplir la ley-, hasta los funcionarios que se lo permiten y dejan de permitírselo si las alianzas cambian.

La lista sigue, desde el funcionario que cobra un sueldo para atender a la prensa, pero que en lugar de cumplir con su obligación legal hace decir por su secretaria que no está o que no puede hablar, cuando en realidad él o su jefe están hablando a cuatro voces en un programa de radio, el único para el cual hablan; hasta la empresa que avisa que el aviso que colocan en un medio –una de las herramientas que tiene la democracia para que haya medios y por lo tanto control democrático de los poderes- será retirado si en lugar de defender la posición de la empresa se ocupan de cumplir con las rutinas periodísticas y por lo tanto tienen una conducta ética.

Hay otras actitudes de desprecio por las leyes que son más o menos corrientes: Desde el funcionario que se “olvida” durante meses o años que alguien viola una ley y cuando hay un conflicto se acuerda de las leyes y las quiere hacer cumplir en 90 días, hasta la empresa que brinda un servicio que no está autorizada a brindar y espera que la ley le caiga encima para decir que sufre “persecución”; desde el periodista que busca saber cuál es la verdad, hasta el que llevado por su ideología o por las tarifas de sus avisos, se indigna y mezcla libertad de prensa con Internet o la biblia con el calefón.

La lista es infinita, las conductas desviadas que violan leyes o no impiden que se violen se pueden contabilizar por centenares. A esta altura el lector sabrá que nos hemos referido al fondo de la cuestión entre el Estado y Fibertel. Uno que dejó hacer mientras le resultó conveniente y otro que hizo mientras no le dijeran nada. Uno que actúa sin estudiar cuál es la situación de los cientos de miles de clientes-usuarios que tiene el otro, que desconoce que no hay proveedores capaces de sustituir a Fibertel, al menos en un término de dos o tres años. Otro que como no puede decir que no violó la ley, dice que lo persiguen.

Para quien firma esta nota, las telefónicas deberían poder brindar servicios de TV y los que tienen servicio de Cable deberían poder ofrecer telefonía y servicio de Internet. Es una de las grandes deudas de la entrada de la Argentina en el mundo digital y está bloqueado por una de las modificaciones que se hicieron en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales a expensas de los sectores de izquierda que querían aparecer como valientes luchadores contra los monopolios.

Para quien firma esta nota, ni en 90 días ni en un año se puede reemplazar al proveedor de Internet que atiende a la mayoría de los usuarios metropolitanos y a buena parte de los de todo el país. Hay razones técnicas y comerciales que cualquier funcionario inteligente conoce, pero que no va a decir simplemente porque no atiende a la prensa.

Para quien firma esta nota, no sólo hay razones comerciales sino políticas y empresariales. Telecom tiene Arnet y sólo opera en su zona; Telefónica tiene Speedy y sólo opera en su zona; los dos tienen los mismos precios que Fibertel y están incapacitados de absorber a los usuarios de Fibertel. Los usuarios pueden atestiguar lo que significa quedarse sin ADSL durante una semana y que le digan “si, tenemos algunos problemas, ya lo vamos a solucionar”, después de saltear infinitos obstáculos impuestos por el CRM de la telefónica.

La otra competencia es Telecentro, que hasta ofrece Triple Play, pero cuyo servicio de telefonía, cable e Internet funciona cada vez peor, se corta dos o tres veces al día porque está excedida en su papel de única competencia de Fibertel. ¿Causa o consecuencia? Si hubiera más proveedores con redes extendidas, el problema no existiría.

En términos prácticos, la medida del ministerio de Planificación es impracticable. En términos políticos, no sabemos, porque la costumbre de algunos funcionarios es hablar con Radio 10 y sólo con ellos. Recién en los últimos días están hablando, algunos, con las radios y TV públicas. Alguna vez les tocará a los periodistas de otros medios. 
Rubén Levenberg (Publicado originalmente en Bloggers Report)