Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

abril 18, 2011

El periodismo no hace falta, los seres humanos tampoco


Desde hace al menos cinco años comenzó una campaña de empresas, organizaciones y sus profesionales y académicos asalariados directa o indirectamente que pronostica el fin del periodismo y su reemplazo por la tecnología. Como no es serio que una empresa que vende celulares, conectividad, cámaras espías o equipos de fotografía digital diga que sus dispositivos son el reemplazo de una de las profesiones prototípicas del sistema capitalista, lo que hacen es hablar a través de académicos que pertenecen a lo que algunos autores llamaron “optimismo tecnológico”.

Entusiasmados porque un mensaje de Twitter llega en forma inmediata,  no reparan en que el mensaje es un intermediario entre un producto hecho por uno o más periodistas y que, además, quien escribe el mensaje ignora en la mayoría de los casos qué está diciendo y por qué.

Las cinco preguntas tradicionales, -qué, quién, dónde, cuándo, por qué- que el periodista debe responder para abrir una nota puramente informativa desaparecen y son reemplazadas por un personaje de historieta “yo lo vi”, alguien que no tiene interés en cumplir un rol social sino en ganar con su alcahuetería un lugar en los medios. Los periodistas, cuya función ha sido históricamente la de participar en la construcción de una noticia que tiene varios componentes, son acusados ahora de ser intermediarios innecesarios y en la campaña no sólo actúan quienes venden dispositivos para intentar reemplazarlos –junto a los reporteros gráficos- sino por las propias empresas periodísticas.

Ni empleados ni precarios, gratuitos y descartables
Las empresas periodísticas, cuya concentración ha hecho estragos en todo el mundo -desde los Estados Unidos hasta Europa; desde el Norte hasta el Sur y de manera especialmente cruda en América latina- casi no pertenecen a empresarios de medios sino a accionistas de grupos financieros.

El lucro y los negocios conexos están por encima del sagrado rol de informar. Por eso necesita prescindir de los periodistas y los reporteros gráficos, así como desde hace más de 20 años viene trabajando cuidadosamente para prescindir de los gráficos y diseñadores. Supone que todos son reemplazables por dispositivos tecnológicos y allí tienen de aliados a quienes venden los dispositivos tecnológicos. El motivo es tan antiguo como el capitalismo: Bajar costos y aumentar el control.

La ecuación no es demasiado compleja, aunque es difícil de ver sin meterse en el barro. ¿Para qué pagar a un periodista y a un camarógrafo? Es más sencillo colocar cientos de cámaras espía en distintos puntos de la ciudad, que además de permitir llegar a la “noticia” con mayor rapidez, ahorra costos y las imágenes y videos se pueden comercializar para actividades no siempre dignas de una canonización. A reírse del Paparazi, porque las cámaras distribuidas por las empresas de medios son verdaderas espías, metidas allí donde el financista que maneja el medio y las cámaras quiere llegar o quiere hacer llegar a algún cliente que necesita algo, sea una información sobre un individuo o sobre un competidor.

¿Para qué contratar a una agencia de noticias? Para gastar plata, nada más. Las agencias noticiosas tienen periodistas, los periodistas están obligados a constatar las informaciones, hacer llamados telefónicos, interpretar, estudiar. Mejor un twitero al que le importa un cuerno si lo que dice es cierto o si se le ocurrió en ese momento, hace todo con gusto y no pide sueldo, aguinaldo, vacaciones, no se enferma ni molesta con pruritos pasados de moda como la ética y la solidaridad.

Twitter, entre 1984 y Matrix
Algunos, muchos millones, usan Twitter por moda. Otros porque se sienten solos y necesitan compañía. Otros porque de así pueden llegar a mucha gente. Pero como Twitter es una herramienta verticalista y autoritaria, en realidad se parece más a un telégrafo que a una radio. Cada uno produce un mensaje y si bien no tiene problemas en que quien quiera lo escuche (lo siga), se preserva bien de que no cualquiera pueda responderle o hablarle, en términos figurativos, claro. Comunicación unidireccional, de arriba hacia abajo, con seguidores que sueñan con compartir cosas con algún personaje muy “seguido”, tal como hacían o hacen los que se quedan a las puertas de un canal esperando que salga doña Mirtha Legrand.

Pero para las grandes empresas multinacionales productoras de equipos de fotografía digital y de otros dispositivos, Twitter es una bendición porque activa la compra de sus productos con la esperanza de convertirse todos en Tom Wolfe y alguno hasta debe pensar en Rodolfo Walsh. Pero la mayoría termina convirtiéndose en una mala copia de José de Zer. Y hay que ser berreta para ser una mala copia de José de Zer.

Si alguna vez Berger y Luckman en “La construcción social de la realidad” postularon que los medios tenían un rol de mediadores en la subjetivización de la realidad, también hablaron de legitimación. No pensaron en un aparato que en lugar de fabricar chorizos tuviera una entrada de productos objetivos y puros y a la salida entregara noticias perfectas y prístinas listas para ser consumidas por la población. Eso se parece mucho más a Matrix o al 1984 que imaginó Orwell.

Tal vez Orwell y su 1984 hayan sido los modelos de aquellos que intentaron y siguen intentando elevar a la categoría de periodismo a Wikileaks. Es lindo, porque es moda y decirlo es estar a favor de la corriente y ganar prestigio de académico avanzado y con “buena onda”, pero es, al menos, suicida.

La posibilidad de que un espía se meta debajo del inodoro para saber qué comió ayer el presidente de los Estados Unidos no es periodismo, es otra cosa. Si eso es periodismo, o si llega a serlo, es porque los seres humanos ya no somos. Tendremos que acudir a Neo, a ver si nos salva, o al Chapulín colorado.   

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