El mal uso de ciertos términos comienza en ámbitos subterráneos pero se legitima cuando los medios masivos repiten los errores cotidianamente y los líderes de opinión –políticos, sindicalistas, artistas- los adoptan como propios. Cuando en su campaña el PRO de la ciudad de Buenos Aires impuso su consigna “va a estar buena Buenos Aires” en 2007, el uso incorrecto del adjetivo ya estaba consensuado. Falta que la Real Academia Española certifique el dislate.
Con la sana intención de divertirnos con el contraste entre el uso legitimado por los medios y el uso correcto del término, nos dedicamos a leer un poco. No sólo porque se habla y se escribe mal, sino porque, como ya hemos dicho en oportunidades anteriores, las palabras describen, pero también sirven para hacer cosas y si un término se vacía de contenido, también se convierten en acciones vacías los hechos que performa. Si “va a estar buena” es una afirmación vacía, también serán vacíos los contenidos de la afirmación.
El uso popular asumido por los medios toma al adjetivo “bueno” no sólo como tal sino como una condición, porque consideran sólo el hecho de que el lenguaje es un producto del ser humano y olvidan que, además, “es” parte del ser humano. El mal uso del lenguaje define a quien lo utiliza y cuando la deformación se convierte en algo común en medios y en líderes de opinión, estamos en un problema.
Encender una radio o mirar un programa de televisión y escuchar reiteradamente que algo ocurrió “hace varias semanas atrás” provoca cierto desagrado, por ser generosos. Pero otro mal uso del idioma se ha universalizado: La confusión entre los significados de los verbos “ser” y “estar”, que se expresa en frases como "está bueno jugar al fútbol" o "la fiesta va a estar buena". Como dice el cordobés Julio César Villarroel en un escrito que circula por Internet, “Yo no estoy un ser humano sino que lo soy (o al menos pretendo parecerme) y tampoco era sentado sino que estaba sentado al escribir esto”.
Sobre el tema, Osvaldo Guariglia y Graciela Vidiella recuerdan en su “Breviario de Etica” que “Desde el punto de vista sintáctico ‘bueno’ es un adjetivo, y, como tal, tiene dos usos posibles: un uso atributivo y otro predicativo. Ejemplos del primero se encuentran en las proposiciones valorativas del tipo ‘Este es un buen cuchillo’, ‘es un buen medicamento’, ‘es un buen equipo de audio’, donde el término califica directamente al sustantivo al que va unido.
En todos estos casos –continúan- ‘bueno’ posee un significado relativo, los sustantivos de los que se predica son buenos para algo: el cuchillo es bueno para cortar, el equipo de audio es bueno para escuchar música. En el uso predicativo el adjetivo posee la función gramatical de predicado; por ejemplo: ‘esta película es buena’, ‘esta empresa es buena’, ‘esta acción es buena’.”
Evaluar una película como buena implica considerar que realiza determinados valores estéticos que la hace merecedora de la calificación; en el caso de una empresa significa que satisface valores pragmáticos, como la eficiencia, y en el caso de la acción, que satisface determinados criterios éticos.
Existe, además, un tercer uso de “bueno” –siguen los autores-, que resulta de convertir el término en un sustantivo mediante la introducción del artículo neutro: “lo bueno” o el femenino “la bondad”, uso que con frecuencia a lo largo de la historia de la filosofía estuvo impregnado de connotaciones metafísicas: ‘lo bueno’ es Dios, la idea de bien, lo uno, etc. Una cuestión relevante consiste en determinar si estos distintos usos de ‘bueno’ son realmente heterogéneos o si guardan entre sí algún tipo de conexión esencial, que permita reducir los distintos significados a uno único y primero; si éste fuera el caso, el candidato natural a ocupar dicho lugar sería el uso sustantivado. (…)
Vale la pena reflexionar sobre esta relación entre las palabras y los hechos, entre las palabras y los deseos, entre lo que se quiere decir y lo que se piensa hacer. Como dijera alguna vez un presidente de origen riojano, “si hubiera dicho lo que pensaba hacer, nadie me hubiera votado”. Es, sin lugar a dudas, una frase para tener en cuenta.
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