Con la sana intención de divertirnos con el contraste entre el uso legitimado por los medios y el uso correcto del término, nos dedicamos a leer un poco. No sólo porque se habla y se escribe mal, sino porque, como ya hemos dicho en oportunidades anteriores, las palabras describen, pero también sirven para hacer cosas y si un término se vacía de contenido, también se convierten en acciones vacías los hechos que performa. Si “va a estar buena” es una afirmación vacía, también serán vacíos los contenidos de la afirmación.

Encender una radio o mirar un programa de televisión y escuchar reiteradamente que algo ocurrió “hace varias semanas atrás” provoca cierto desagrado, por ser generosos. Pero otro mal uso del idioma se ha universalizado: La confusión entre los significados de los verbos “ser” y “estar”, que se expresa en frases como "está bueno jugar al fútbol" o "la fiesta va a estar buena". Como dice el cordobés Julio César Villarroel en un escrito que circula por Internet, “Yo no estoy un ser humano sino que lo soy (o al menos pretendo parecerme) y tampoco era sentado sino que estaba sentado al escribir esto”.
Sobre el tema, Osvaldo Guariglia y Graciela Vidiella recuerdan en su “Breviario de Etica” que “Desde el punto de vista sintáctico ‘bueno’ es un adjetivo, y, como tal, tiene dos usos posibles: un uso atributivo y otro predicativo. Ejemplos del primero se encuentran en las proposiciones valorativas del tipo ‘Este es un buen cuchillo’, ‘es un buen medicamento’, ‘es un buen equipo de audio’, donde el término califica directamente al sustantivo al que va unido.
En todos estos casos –continúan- ‘bueno’ posee un significado relativo, los sustantivos de los que se predica son buenos para algo: el cuchillo es bueno para cortar, el equipo de audio es bueno para escuchar música. En el uso predicativo el adjetivo posee la función gramatical de predicado; por ejemplo: ‘esta película es buena’, ‘esta empresa es buena’, ‘esta acción es buena’.”
Evaluar una película como buena implica considerar que realiza determinados valores estéticos que la hace merecedora de la calificación; en el caso de una empresa significa que satisface valores pragmáticos, como la eficiencia, y en el caso de la acción, que satisface determinados criterios éticos.

Vale la pena reflexionar sobre esta relación entre las palabras y los hechos, entre las palabras y los deseos, entre lo que se quiere decir y lo que se piensa hacer. Como dijera alguna vez un presidente de origen riojano, “si hubiera dicho lo que pensaba hacer, nadie me hubiera votado”. Es, sin lugar a dudas, una frase para tener en cuenta.
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