Guillermo Marconi |
Hay quienes se enteran de que aquel amigo al que iban a ver “un día de estos” acaba de morir; muchos tienen que juntar lo que pueden y correr fuera de la costa antes de que el agua arrase todo; otros se enteran del nacimiento del nieto de su mejor amigo de la infancia. Y están los que viven porque escuchan una voz cuando despiertan, almuerzan, cenan o sueñan; los que saben si hay que huir de un terremoto, amar, estar solos o correr se enteran por aquel aparato que rompió con la lógica del 1: 1 y puso la comunicación en el terreno del “para todos”.
Pero el homenaje por los 91 años de aquella transmisión de Parsifal de Wagner que los “Locos de la Azotea” hicieron desde arriba de nuestro teatro Coliseo y que marca el comienzo “oficial” de la radiofonía en la Argentina, deja de lado un hecho que convierte a la radio en la cenicienta de los medios. Es el que mayor utilidad ha brindado a millones de seres en todo el mundo. Sobrevivió a la TV, la digitalización y todo lo que intentó convertirla en un medio caduco; pero, sin embargo, es el medio más precarizado, el más maltratado por las agencias de publicidad, el que tiene los sistemas más serviles de loteo de horarios, el que menos asalariados tiene, el que mayores libertades otorga a los empresarios para reemplazar a un periodista por el o la amante de turno, a la locutora de profesión y estudio por un gritón que apenas pasó un examen de admisión con la ayuda de algunos amigos y la que tiene menor estabilidad laboral de todos los medios.
Pero el homenaje por los 91 años de aquella transmisión de Parsifal de Wagner que los “Locos de la Azotea” hicieron desde arriba de nuestro teatro Coliseo y que marca el comienzo “oficial” de la radiofonía en la Argentina, deja de lado un hecho que convierte a la radio en la cenicienta de los medios. Es el que mayor utilidad ha brindado a millones de seres en todo el mundo. Sobrevivió a la TV, la digitalización y todo lo que intentó convertirla en un medio caduco; pero, sin embargo, es el medio más precarizado, el más maltratado por las agencias de publicidad, el que tiene los sistemas más serviles de loteo de horarios, el que menos asalariados tiene, el que mayores libertades otorga a los empresarios para reemplazar a un periodista por el o la amante de turno, a la locutora de profesión y estudio por un gritón que apenas pasó un examen de admisión con la ayuda de algunos amigos y la que tiene menor estabilidad laboral de todos los medios.
Semi-esclavitud, publicidades mal pagas, salarios bajos o inexistentes, loteos mentirosos, todos inventos de una sociedad que necesita tanto como desprecia a la radio. Sin embargo, desde la Galena en adelante la radio está en cada casa y ahora junto a cada MP3, aunque la FM sea la versión musiquera –pocas veces musical- de la gran red de radiodifusión, son algunos de los rasgos del medio que hoy cumple 91 años en la Argentina.
Nuevamente, habrá muchos homenajes, se hablará de “los locos de la azotea”, pero se dirá poco de quienes no protegen, de quienes bastardean, de quienes convirtieron al más sorprendente de los medios de comunicación en un simple negocio para hacer plata a costa de pobres tipos y tipas. Los legisladores intentaron abrir el panorama y atenuar la explotación con la ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales. Pero la cenicienta de los medios sufre diarias violaciones de hecho y muchas veces con la ayuda de algunos amigos de la injusticia. De todos modos, como dicen los escritos judiciales, “será justicia”. Lo será, alguna vez.
2 comentarios:
Gracias Rubén. Tengo una pregunta ¿qué es el "loteo de horarios"?.
Una observación: has puesto una foto de Guglielmo Marconi, a quien se le considera el inventor de la radio. Si bien el señor Marconi tuvo que ver con el desarrollo de la tecnología que permitió la radiodifusión, el verdadero inventor de las comunicaciones inalámbricas es Nikola Tesla (que inventó muchas cosas más).
Jorge D'Alesio
Hola Jorge. El loteo de horarios es una canallada que inventaron los empresarios para no pagar sueldos. Venden las franjas horarias por "lotes", o sea: No hay una programación coherente sino venta de espacios al mejor postor. Eso se complementa con la "coproducción", que consiste en vender el lote en lugar de pagar sueldos a periodistas y locutores. El periodista está obligado a vender publicidad para pagar su lote y, como en el feudalismo, se queda con un excedente de la publicidad que vende. Luego, los vendedores de publcidad desplazan a los periodistas porque hacen ambas cosas, todo en perjuicio de la calidad y del respeto al oyente.
Respecto de Marconi: Confieso que puse al que conseguí, por eso lo complementé con el audio que viene después, que aclara algunas cosas, aunque no todas.
Igualmente, el blog está abierto para que tu comentario se convierta en una nota, porque tenés mucho para decir. Un abrazo.
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