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-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

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junio 23, 2015

La convergencia y sus polémicas

Pasó justo un mes. El 8 de junio -24 horas después del día del periodista, la autora fue sancionada por la empresa.

Diario La Nación

NUEVA REDACCION, VIEJAS DEUDAS

Hace veinte años nacía la primera versión digital del diario La Nación. Desde el equipo de dos periodistas con amplios conocimientos de informática de entonces hasta los 54 trabajadores que hoy se ocupan en exclusiva de alimentar el espacio virtual del diario La Nación en la web, mucho ha pasado y mucho se ha experimentado. Sin embargo los nuevos modos de trasmisión de la información continúan siendo un espacio de exploración donde apenas van asomando algunas certezas pero siguen siendo mayores las incógnitas.

Desde esa misma época, unos veinte años atrás, la empresa dejó de pagar las horas extras trabajadas en la redacción. Sin mediar paritaria ni general ni interna, la empresa impuso un formato que denominó en un principio disponibilidad horaria, y poco después extensión horaria, al que adjudico un valor de hasta un 50 % del salario. Este ítem aparece desde entonces en algunos recibo de sueldo, sin especificar que significa. Tampoco existe acta o acuerdo alguno que indique qué es lo que se abona bajo esa denominación. Estos pluses perdieron valor porcentual cuando se aplicaron las paritarias generales en 2012 y parte de lo abonado con esa denominación se incorporó al nuevo básico salarial de convenio, lo que demuestra su total inconsistencia. De la misma manera La Nación implementó arbitrariamente nuevas categorías en las tareas de jefatura en la redacción, creando un universo de editores, subeditores, jefes de primera, segunda y tercera, a los que discriminó de todos los acuerdos paritarios internos y generales abonándoles aumentos que se deciden a dedo y generando una dispersión salarial incomprensible.

Hace un año asumieron las nuevas autoridades de S.A. La Nación. La promoción de Carlos Guyot a Secretario General de la redacción y la incorporación de Guillermo Rivaben como Gerente General o CEO de la compañía, despertaron múltiples expectativas. En ese momento el rumor a voces era que en un año se iban a ver las primeras medidas de la nueva dupla directiva. Un año es el tiempo que, se estima, toma conocer el terreno y pensar un plan de acción cuando se incorporan autoridades nuevas.

Esta Semana de Mayo (entre el 18 y el 22) fue la elegida para presentar el Plan Estratégico y la Nueva Redacción, resultado de ese año de prospección. En cuatro reuniones los nuevos directivos junto a sus equipos, informaron a todos los trabajadores de la redacción sobre su futuro en La Nación.

Casi en paralelo a esta presentación la asamblea de trabajadores reclamó el ordenamiento del horario y un básico salarial para la categoría redactor (auxiliar administrativoen administración) común a todas las secciones y plataformas y un resarcimiento por única vez que atenúe, en parte, el bajísimo acuerdo salarial 2014, muy atrás de la inflación según el mismo diario reconoce en sus páginas. Estos reclamos no encontraron respuestas ni en las exposiciones sobre la Nueva Redacción, ni en los despachos de RRHH.

Palabra de Rivaben

Después de un juego múltiple choice con el que Carlos Guyot introdujo a su audiencia en el tema y buscó aflojar tensiones, las palabras iniciales estuvieron a cargo de Guillermo Rivaben, que dio el marco conceptual de la propuesta.

Centró su discurso en tres puntos: la importancia de tener un plan, trabajar de manera interactiva y participativa entre los distintos sectores de la empresa y la transformación cultural necesaria para sobrevivir en el mundo que se viene. También consideró que se estaba viviendo un momento fundacional e histórico en La Nación.

También dijo que hay temas NO NEGOCIABLES: estos son el objetivo de este plan que es hacer sustentable la industria periodística o los contenidos que se producen en la nación, y los cambios culturales de formas de trabajo para lograr ese objetivo.

Continuó Carlos “Chany” Guyot, con una exposición sostenida por un power point que analizaba cómo actúan las audiencias y consumidores de información. El 50 % se conecta a través de móviles celulares, hay una relación más conversacional con los contenidos (se refiere sobre todo a que cuando un tema genera interés, el lector lo comparte con su entorno replicándolo en las redes sociales), tiende a preponderar aquella información que se traduce en algún tipo de beneficio o commodity (estado del tiempo, rutas, etc.)

¿Cómo se comportan los anunciantes? Están migrando hacia el mundo digital cada vez a mayor velocidad. El 80 % va a Facebook y Google, el 20 % restante se reparte entre los distintos portales informativos. Los anunciantes buscan mayor efectividad, y muchos ya son creadores de contenidos desde sus propias páginas web.

Con respecto a la competencia, Guyot destacó la aparición de dos nuevos actores: Indalo Media, de Cristobal López, e Infobae, de Hadad. Este último con un muy buen posicionamiento en las mediciones de audiencia web, con menores recursos y menores producciones diarias que La Nación. En ese sentido también remarcó la buena performance de TN en su espacio digital.

Otro actor que se transforma pero sigue existiendo es el intermediario: en el papel es el distribuidor, el camión, el canillita. En Internet ese rol lo cumplen Facebook y Google.

“Los grandes medios ganamos la batalla de los contenidos pero perdemos la guerra en la distribución y la tecnología.” Dijo recordando la frase del director de un diario de EEUU.

Estadísticas

Entre 2011 y 2014 la circulación bajo un total del 6%, pero de lunes a viernes la merma fue del 13 %. El ingreso por avisos se redujo en un 29 % y los ingresos B2C (estrategia que desarrollan las empresas comerciales para llegar directamente al cliente o consumidor final) se redujeron ente un 37 y un 49%. Los ingresos por suscripción al Club La Nación cayeron en un 14 %. Se calcula la caída del EBITDA (beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros) en un 16 % para este mismo período. Ese mismo índice cayó en los últimos 7 años un 49%.

El impulso dado a los opcionales, las revistas e internet, así como al Club La Nación en su momento, morigeraron en parte esta caída.

Las proyecciones indican que en el 2017 la caída de venta de ejemplares papel será, medida desde 2015, de un 5 %, la de avisos de un 25 % y el EBITDA medirá un 56 % menos que en la actualidad.

La caída de circulación de La Nación ha sido del 8,5 % en promedio, mientras que el mercado cayó un 17 %.

El proyecto Nueva Redacción

Con el anuncio del fracaso de la “convergencia” entendida como unificación de redacciones y multiplicidad de tareas, y tomando cuenta de que lo que produce y vende La Nación debe ser periodismo de calidad, Guyot presentó al nuevo formato de trabajo que propone implementar.

Habló de “contenido inteligente” y “social”. “Inteligente” en tanto contenido contextualizado y personalizado, y “social” porque se comparte, se socializa. Explicó que desde ahora se va a trabajar teniendo en cuenta la audiencia, sus necesidades y requerimientos, a partir de la permanente medición de las mismas. Se va a trabajar con la mayor planificación posible, decidiendo cuándo y cómo se presentan las informaciones según todas las variables a tener en cuenta: si son primicias exclusivas, si son primicias “compartidas”, a que audiencia van dirigidas, etc.

Se mostró un gráfico que muestra como se entendía la intersección del mundo papel con el mundo web hace 20 años, y cómo se entiende en la actualidad. En ambos dos círculos se cruzan generando un espacio de interacción. En el que corresponde a hace dos décadas en el papel se ven las páginas impresas, sus notas, fotos y gráficos, que también están en la intersección y del lado de la web está vacío. En el slide siguiente se ve la misma intersección pero esta vez del lado de la web hay un montón de símbolos: twitter, facebook, y más elementos nativos de internet. De esta manera Guyot explicó la necesidad de producir contenidos nativos para internet, interpretando las propias reglas de esa plataforma, así como las particularidades de las tablets y los celulares.

La propuesta de nueva redacción es el armado de una gran redacción central encargada de proveer de contenidos a las distintas plataformas. En ese espacio habrá periodistas especializados en plataforma papel y plataforma web o móvil. Se mantienen algunas secciones, aunque otras se unifican. Los periodistas seguirán teniendo su especialización temática, pero habrá movimientos circunstanciales de dotación para fortalecer una u otra sección en coyunturas particulares. El ejemplo que dio Guyot fue deportes durante el mundial, excedido de trabajo, lo mismo que política en tiempo de elecciones.

Habrá dos mesas de edición: papel y web. Tanto la una como la otra y toda la redacción reportan a una mesa central o directiva, con un representante de cada área, incluyendo uno que se especialice en las audiencias. El horario es prácticamente de 24 horas, aunque con distinta cantidad de dotación en cada franja horaria.

También imagina Carlos Guyot la redacción como un taller de oficio del Medioevo, con un maestro que dirige el trabajo a la vez que enseña y corrige a sus discípulos. Sin entrar en la ironía fácil, vinculando aquellas condiciones de trabajo con las del presente, según el expositor la comparación nace de la intención de recuperar la redacción como el espacio de aprendizaje que fue en otra época.

En una primera etapa el proceso de cambio llevará entre tres y seis meses. Se realizó una experiencia piloto con la sección Internacionales. Inés Capvebilla, jefa de la sección, sintetizó: Es trabajoso pero es posible, y enfatizó en la necesidad de planificación previa para mejorar los resultados.

Otro dato. La actual redacción papel cuenta con 285 trabajadores, y la digital 54.

Las preguntas

Una vez terminada la exposición se abrió un espacio para que los asistentes presenten sus inquietudes. Ante la pregunta de cómo se va a segmentar el horario de trabajo, la imprecisa respuesta fue que está en estudio. Otra pregunta fue sobre capacitación, Guyot respondió que se darán cursos de tres meses y que es un punto importante de la propuesta, pero que se están estudiando los recursos para implementarla, dejando en un limbo su concreción.

Cuando se preguntó sobre las diferencias de horarios y las inequidades en los salarios, el Secretario General, dijo que están en estudio, y si bien afirmó qué es una oportunidad para ordenar, no dio precisiones de ningún tipo. Otra vez el limbo.

También se le preguntó sobre la incorporación de la redacción del Grupo de Revistas, si iban a ser parte de esta nueva redacción. La respuesta fue que por este año no, que se dará tiempo a que esa redacción se adapte al cambio de lugar de trabajo y que ese tema se encarará durante el 2016.

Con respecto a si la nueva redacción va a mantener la dotación actual, Guyot expresó la insatisfacción empresaria. Pese a la gran reducción de puestos de trabajo que ya se produjo consideró que fue insuficiente, que no se llegó a la reducción planificada y que seguirán los planes de retiro voluntario y prejubilaciones. Además dijo que el número final de la dotación no es definitivo, porque no se sabe cuál será la rentabilidad de la empresa a futuro. Llama la atención tanta falta de precisiones en una exposición tan detallada.

A dónde vamos

Qué la industria del periodismo y la información está cambiando es un hecho indiscutible que se impone a diario en las redacciones de los medios de Argentina y de todo el mundo. Qué ese cambio viene precedido por la caída de la venta del diario en formato papel es otra realidad que todos conocemos. Qué las empresas achican sus planteles para maximizar ganancias, tampoco es una novedad.

Para los trabajadores, comprender el cambio en la producción de la que son parte es una necesidad. Pero no solo comprenderla, lo que este cambio pone en juego es su subsistencia y la de sus familias. Por eso también deben ser parte de ese cambio, tanto en el aprendizaje de las nuevas herramientas como en la defensa de derechos tan básicos como su horario de trabajo, condiciones salariales, definición de tareas, de su traducción económica, como así también en la defensa de todos y cada uno de los puestos de trabajo.

La responsabilidad de los directivos y empresarios es encontrar caminos de sostenibilidad para su empresa, invertir en los cambios que ese camino requiera, y hacerse cargo del riesgo empresario. La de los trabajadores es poner su mejor esfuerzo y su capital, que es el trabajo, pero no el de ser la variable de ajuste de los éxitos o fracasos patronales, al menos mientras no estén asociados en las ganancias.

Otras realidades, la misma realidad

Mientras estos cambios ocurren o se avecinan, en La Nación hay trabajadores que perciben salarios brutos menores a 12 mil pesos, lo que de bolsillo significan unos $ 9500. Este salario se les paga por ocho y nueve horas de trabajo, una y dos horas más de lo estipulado por el Estatuto del Periodista Profesional y el Convenio Colectivo de Prensa, cuando el salario de la categoría redactor se establece por seis horas diarias más una de comida cinco días a la semana. Según la última paritaria, por esas seis horas el trabajador de esa categoría debería cobrar $ 11328. Lo que significa que La Nación se está embolsando las horas extras diarias que le exige a su personal.

Debido a esta y otras irregularidades la asamblea de trabajadores reclama un piso salarial de $ 15 mil bruto para dicha categoría (auxiliar administrativo en administración) y un pago por única vez de $ 4000 en resarcimiento por el desfasaje entre la inflación y el acuerdo salarial 2014. Esto independientemente del acuerdo paritario 2015.

Por otro lado la asamblea de trabajadores reclama la regularización del horario de trabajo según Estatuto y Convenios, en 7 horas diarias, incluyendo una de almuerzo, con descanso semanal de dos días corridos, uno de los cuales debe ser sábado o domingo.

Estos pedidos se presentaron ante RRHH, quién respondió, como es su costumbre, de manera negativa. Ya en diciembre último se había solicitado un bono de fin de año con el mismo resultado.

​Hasta ahora la empresa ni siquiera aceptó la apertura de una mesa de negociación como reclamaban los trabajadores. La Asamblea decidió sostener el reclamo realizando un aplausazo en la redacción. La amplia participación y su duración de casi quince minutos ininterrumpidos demostró la adhesión mayoritaria al pedido.

Sin embargo las autoridades de la empresa mantuvieron su postura y en distintas reuniones solo recriminaron a los trabajadores esta acción que apenas si interrumpió por un breve lapso, la grabación de del programa Conversaciones de La Nación TV.

El compromiso de los trabajadores de La Nación con su tarea y con el producto periodístico se refrenda día a día en la calidad de su producción, en todas las plataformas utilizadas. Luego de años de reducción de personal, mudanzas, multiplicación de tareas y desafíos sin reconocimiento alguno en cuanto a mejoras salariales y condiciones laborales, los trabajadores de La Nación S.A. advierten sobre esta desigualdad y llaman la atención sobre la misma a las autoridades de la empresa. Será muy difícil el camino si las autoridades de la empresa no afinan la escucha y dan cuenta de la legitimidad de los reclamos.

Irene Haimovichi
Delegada de los trabajadores de prensa del diario La Nación
23 de mayo de 2015
Para leer la versión original

abril 21, 2013

Trabajo y Sociedad de la Información



 Reproducimos a continuación un trabajo publicado en 1998 por la OIT, elaborado por  Adriana Rosenzvaig, entonces Secretaria General de la Federación Gráfica Latinoamericana. Es una lectura interesante para  ver qué se decía hace ya quince años acerca de la Sociedad de la Información y el futuro de los trabajadores inmateriales. “Para que la brecha que va generando la convergencia de los medios de comunicación múltiples no se torne un abismo es esencial conocer «qué puestos de trabajo podrían desaparecer, dónde se crearán nuevos puestos de trabajo y cuál sería la mejor forma de adaptación al cambio y de promover el crecimiento del empleo y elevar el nivel de vida”, dice.


«Las industrias basadas en los conocimientos, tales como las actuales industrias del espectáculo y de los medios de comunicación, estarán a la cabeza de las economías del futuro. Por esta razón, los cambios que se re g i s t r a n actualmente en ellas pueden ser una muestra de la evolución en el siglo XXI, pues nos indican qué significa vivir y trabajar, producir y c o n s u m i r, en la sociedad de la información.»

Está claro para todos nosotros que la información y su transformación por «trabajadores del conocimiento» serán las bases de la economía del próximo milenio. Pero, ¿qué trabajadores –y qué trabajadoras– accederán a una formación profesional que les permita estar a la altura de los requerimientos de las empresas? ¿Qué puestos de trabajo se crearán y dónde? ¿Cuáles serán los conocimientos más apropiados para insertarse en el mercado de trabajo? ¿Cómo podrá esta fuerza de trabajo fragmentada, sin ninguna identidad entre sí, defender sus intereses? y, consiguientemente, ¿podrán estos hombres y mujeres seguir identificándose en intereses comunes?

Pareciera que la mayor parte de estas preguntas deberían ser respondidas solamente por las organizaciones sindicales, ya que se vinculan, de hecho, con su capacidad de supervivencia como sujetos sociales relevantes.

Pero, si bien es cierto que los sindicatos debemos reflexionar –y de hecho lo estamos haciendo– sobre cómo debemos representar los intereses de nuestros miembros en una etapa señalada por los cambios, estas preguntas no sólo involucran a las organizaciones de los trabajadores.

Como bien lo dice el texto de la OIT, estamos haciendo preguntas sobre el futuro, sobre el trabajo, sobre la supervivencia de las relaciones solidarias, sobre la identidad colectiva, sobre un mañana que, como afirma el escritor mexicano Carlos Fuentes, nos permita creer que «el proceso puede seguir progresando».

La realidad que se nos presenta hoy, en el marco de un avance de las tecnologías de la
información que sólo está regulado por las necesidades del mercado, es que la concentración entre los distintos grupos de empresarios, y la consiguiente tercerización de gran parte de la producción, exhiben como una de sus consecuencias las cadenas productivas que tienen en su cima a trabajadores, que es la que, por ejemplo, produce los componentes de los ordenadores. Esta fuerza de trabajo está integrada mayoritariamente por mujeres, quienes laboran, las más de las veces, en pésimas condiciones, sin ningún tipo de protección y sin posibilidades de organizarse sindicalmente.

Pocos trabajadores –y menos trabajadoras aún– entre los que quedan en el punto más inclusivo de la pirámide: a medida que la pirámide se ensancha, peores empleos, malas remuneraciones, inseguridad, exclusión. En la base, las maquilas, en donde miles y miles de trabajadores, especialmente mujeres, trabajan por salarios de miseria, en larguísimas y penosas jornadas, sin protección de ningún tipo y sin posibilidades de organizarse para conseguir mejores condiciones de vida y de trabajo.

A lo largo de la cadena, teletrabajadores/as que desempeñan sus tareas en ubicaciones remotas, conectados a lugares centralizados de producción y comercio.

Toda la cadena está involucrada con el mismo producto y, por lo mismo, es preciso establecer prioridades legales y de negociación colectiva para todos los que son parte de la sociedad de la información, porque, de otro modo, la base de la pirámide se ensanchará cada vez más, implicando que inclusive los salarios y las condiciones de vida y de trabajo de quienes tienen mejor formación sean arrastrados hacia abajo.

Para que la brecha que va generando la convergencia de los medios de comunicación
múltiples no se torne un abismo es esencial conocer «qué puestos de trabajo podrían desaparecer, dónde se crearán nuevos puestos de trabajo y cuál sería la mejor forma de adaptación al cambio y de promover el crecimiento del empleo y elevar el nivel de vida».
[...] «El impacto social de la sociedad informativa debería ser objeto de un análisis crítico.

Deben establecerse las prioridades legales y de negociación colectiva para:
a ) proveer marco jurídico y normativo para proteger los derechos sociales y laborales de los teletrabajadores y de aquellos que trabajen en ubicaciones remotas conectadas a lugares centralizados de producción y comercio;
b ) asegurar que todos los empleados –a tiempo parcial, completo o de características atípicas– estén autorizados a beneficiarse de la legislación social nacional, europea e internacional;
c ) prever que las organizaciones sindicales representen los intereses de todos esos empleados, incluidos los que trabajen en ubicaciones remotas; y
d ) asegurar que los cambios de formación o de organización laboral se efectúen por medio de negociaciones con los correspondientes sindicatos y que exista un enfoque integrado de desarrollo de los programas de formación requeridos» .

Un proceso de alfabetización
Lo cierto es que la revolución informática está generando nuevas brechas, y tornando insalvables las que ya existían. En los hechos, implica un nuevo proceso de alfabetización: lo que aún no está claro es si la batalla por la redistribución será ganada por quienes sostenemos que la revolución tecnológica debe ser un bien universalmente distribuido, o si prevalecerá la lógica del lucro, profundizando la marginación y la exclusión, hasta niveles insospechados. Hasta hoy resulta innegable que el acceso a las tecnologías de la comunicación y la información es altamente desigual en las distintas regiones geográficas y los diferentes grupos sociales, tanto desde el punto de vista de su empleo como fuentes de información como desde el desarrollo de capacidades y habilidades para su utilización.

Es obvio que los países desarrollados se irán apropiando progresivamente de estos avances. Pero esta apropiación tampoco será igualitaria, inclusive dentro de las naciones más ricas, si la expansión de las redes de comunicación se hace con un enfoque solamente orientado hacia la libre competencia. Esto sólo llevará a una creciente exclusión de los estratos más vulnerables de la sociedad, a una creciente concentración de poder en la sociedad urbana metropolitana, a un progresivo aislamiento de la población en las distintas regiones y a un ensanchamiento creciente de la brecha entre ricos y pobres.

En este sentido, para que la convergencia multimedia resulte en un fortalecimiento de las sociedades democráticas, deberemos construir un amplio consenso social que sostenga la profunda interrelación entre el derecho a la información y a la comunicación, el derecho de acceso a la tecnología y a las infraestructuras en que se soportan, y el derecho a la educación, como bien colectivo.

Un nuevo paradigma
La tecnología de la comunicación y de la información, ya lo hemos mencionado, refleja el pensamiento y las prioridades de quienes la i n v e n t a ron y perfeccionaron. Por ende, sus consecuencias son, entre otras, una creciente concentración de los medios de comunicación, una cada vez mayor apropiación de la información y la cultura, un intento de imposición del «pensamiento único», una creciente eliminación de puestos de trabajo, junto con la creación de nuevos empleos bajo condiciones de explotación y desprotección extremas, una redefinición casi total del concepto de trabajo y de lugar de trabajo, lo que, entre otras cosas, implica la transferencia de empleos entre distintos países y distintas áreas, dentro de un mismo país, y la tercerización de diferentes áreas productivas. Pero también implica un soberbio desafío, para quienes debemos y podemos reformular un nuevo pacto social, destinado a la construcción de otro paradigma, en oposición al pensamiento único que se intenta imponer: «un paradigma participativo en lo político, inclusive en lo económico, pluralista en lo cultural, responsable en lo ecológico, solidario en lo ético y equitativo en lo social.»

La brecha de la convergencia lleva a la profundización de condiciones de exclusión e inequidad, que ponen en riesgo al propio futuro de la humanidad. Pero la convergencia también implica la construcción de puentes, si somos capaces de seguir confiando en la profunda racionalidad en la que se sustentan la solidaridad, la equidad y el pluralismo.