Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

abril 21, 2011

Lousteau, Viale y la TV basura

(Por Rubén Levenberg) Joven inteligente, con pinta y mucha historia en pocos años, Martín Lousteau parece interesado en no perderle la pisada a su colega y tocayo Martín Redrado e hizo su entrada al periodismo espectáculo con un supuesto amorío con Juana Viale, una señora casada, con un embarazo de seis meses cuyas defensas ante las tentaciones parecen haber bajado súbitamente. Pero uno fue ministro y la otra es nieta de Mirtha Legrand, un detalle que la convierte en una “famosa”, una protagonista privilegiada de la agenda noticiosa en la era del periodismo convertido en espectáculo.

El beso entre Martín Lousteau y Juanita Viale –con más audiencia que el piquito entre Maradona y Caniggia- pasa a ser una noticia cuando, en realidad, es un hecho íntimo que apenas debería merecer un recuadrito en alguna página de chismes o de espectáculos de algún diario. Sin embargo, parece haber concentrado mayor interés que la inauguración de la Feria del Libro, el lanzamiento de una corriente agraria favorable al gobierno Nacional, aunque menos que el combate entre el Real Madrid y el Barcelona.

Se trata, además, de una caída abrupta de la calidad del periodismo y no sólo en la Argentina. Ignacio Ramonet escribió en 1998 “La Tiranía de la Comunicación” (1) y ya por entonces recordaba que “la revista francesa Telérama publicó recientemente un sondeo que demuestra que, desde hace tiempo, existe una desconfianza, una distancia crítica que los ciudadanos sienten, cada vez más, respecto de algunos media. Y en particular, desde hace algunos años, sobre todo desde la guerra del Golfo, respecto a la prensa escrita y a la televisión, por la forma en que funcionan frente a cierto tipo de acontecimientos”. Más adelante, concluye que los noticieros “son, pues, en primer lugar, una fuente de beneficios para muchas cadenas. Sólo después viene la preocupación de informar”.

Esta tendencia decadente tiene mucho más tiempo de lo que se piensa y ha tenido sus momentos de alzas y bajas, sus épocas de creatividad exquisita y sus períodos vergonzantes. Desde los años 60, cuando la consolidación de la TV, todavía nuevo miembro de las familias argentinas obligó a los medios escritos a modificar su discurso para competir con la imagen en movimiento, el lector trocó en espectador, tal como se puede apreciar en la historia de medios como Primera Plana, dirigida por Jacobo Timerman, que transformó los textos informativos en pequeñas obras literarias. El objetivo era situar al lector como un espectador.
                                               
En los años 90 y en estos primeros años del siglo XXI, cuando la TV ya no es una recién llegada sino una reina que a pesar de Internet sigue creciendo y llevándose la mayor parte del apoyo publicitario y de la atención del público, su lógica espectacular se ha impuesto a la más rigurosa de la información periodística. Como dice Ramonet, la idea de la información que hasta hace poco era responder a las preguntas básicas –qué, quién, dónde, cómo, por qué y, tal vez, con qué consecuencias- “ha cambiado completamente bajo la influencia de la televisión, que hoy ocupa en la jerarquía de los medios de comunicación un lugar dominante y está expandiendo su modelo”.

Ramonet dice que hay una suerte de revolución copernicana en la que se supone “que la imagen del acontecimiento (o su descripción) es suficiente para darle todo su significado (…) El objetivo prioritario para el telespectador es su satisfacción, no tanto comprender la importancia de un acontecimiento como verlo con sus propios ojos. Cuando esto ocurre, se ha logrado plenamente el deseo”.

El deseo parece estar presente en el affaire del ex ministro y la señora Viale, en dos sentidos: Por un lado la necesidad de ser y parecer, de identificarse con Martín Lousteau, el típico chico con pinta, adinerado y hasta inteligente -de quien nos ocupamos hoy en Prensa y Etica- o con alguna chica bonita y también con sus problemas económicos resueltos. Es el viejo truco de las siempre vigentes telenovelas, que la Argentina exporta al por mayor pero que también importa desde la TV basura venezolana. Por el otro lado parece haber un deseo de vivir a través de otros el romance o la transgresión que jamás se animarían a encarar directamente, porque, al fin y al cabo, la tradición dice que convertirse en amante de una mujer casada, madre y para colmo embarazada es algo totalmente prohibido, como bien dice la psicoanalista Marité Colovini en una nota publicada en el diario rosarino La Capital.

Como otras veces, para entender mejor y con menos palabras el fenómeno –otra vez la imagen contra la letra impresa- es bueno volver a ver Tesis, una magnífica película española que debería verse cada tanto en todas las facultades de comunicación, información o periodismo. Especialmente aquella escena final en la cual los telespectadores, ante la noticia de que un asesino serial y descuartizador de señoritas había sido capturado, se plantan frente al televisor a “disfrutar” de algunos de los videos de los que el criminal solía filmar durante sus sesiones.

Los medios se han transformado, las tecnologías fueron apropiadas por una mayoría de cadenas concentradas que han estimulado los sentimientos más ocultos del público y no se trata sólo de cuestiones de política o economía. Tal vez la vida haya pasado a ser un espectáculo en el que unos actúan y otros disfrutan a través de los medios, cualquiera sea el hecho, siempre que active algún deseo escondido. 

 (1) Ramonet, Ignacio. "La tiranía de la comunicación". Editorial Debate, Madrid, España, 1998.

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