(Por Rubén Levenberg) Desde que la noticia pasó a ser tomada como una mercancía en lugar de un bien social, el periodismo se convirtió en una máquina de picar seres humanos, todo a costa de ganar un peso más. El acontecimiento no debería ser noticia, no es un servicio público, no le sirve a nadie y todos los manuales de ética periodística del mundo, todos los códigos de los diarios, radios y canales de TV señalan que las informaciones sobre violaciones y las que afectan a menores deben ser manejadas con el más extremo cuidado para evitar más daños a la víctima. Es una de las responsabilidades sociales que tiene la prensa y que tienen los periodistas.
No hemos hecho un paneo serio sobre la cobertura de una violación de una menor en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que se produjo ayer jueves, pero como estamos en un blog y somos oyentes de Radio del Plata, diremos que el informativo de la emisora tiene la costumbre de convertir informaciones sobre violaciones -y si son de menores, peor todavía- en un caballito de batalla que repiten cada media hora, con una movilera en la escuela donde estudia la víctima, una niña que ya tiene bastante para lidiar de aquí en más, junto a su familia, como para que ahora la acosen periodistas que nos traen a la mente el recuerdo desagradable de hace algunos años, con la "periodista" Mercédes Ninsi diciendo por radio Mitre su frase célebre: "Un niño fue violado por un empresario boliviano de..." y nombraba el barrio y hasta la calle donde estaba la fábrica. Es discutible si el tema debe ser noticia, pero si la decisión editorial es publicarla, no se debe brindar ningún dato. Claro, así no sería negocio.
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