Frases de cabecera

-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.

mayo 19, 2010

El periodista Jekyll y el editor Hyde

Como todos los días, abordamos los diarios no sin algún temor, porque sabemos que luego de lo ocurrido en Grecia y en España, más allá de otras consideraciones, los intereses de los grandes grupos financieros siempre están al acecho. Repentinamente, entre mate y mate, nos encontramos con un título de un diario serio como El Cronista Comercial, que dispara: “El dólar avanzó un centavo hasta $ 3,92 y ya vuelve a inquietar a los argentinos”. Como somos argentinos, si algo inquieta a los argentinos, nos inquieta, ya que mentamos a Grecia, de manera que nos dedicamos a leer la nota con una atención que excede el interés periodístico y hasta la subrayamos, para destacar algunos detalles interesantes.


Al comienzo, el doctor Hyde aparece en forma descarnada. En la bajada de la nota advierte que el Banco Central tuvo que comprar US$ 200 millones porque, ante la “avalancha” de dólares, tenían que mantener el tipo de cambio. Como el Cronista es un diario especializado en negocios, no es caprichoso suponer que saben que si entran dólares al país y el BCRA compra, no lo hace para que el dólar baje sino para que no baje.

Pero el dato estaba ahí, en la bajada, si el lector admite el chiste fácil. Cuando comenzamos a avanzar en la nota nos encontramos con apariciones alternadas de las personalidades contenidas en el protagonista de la obra de Stevenson. En el primer párrafo, Hyde habla de una “inquietud” un tanto genérica. El dólar “volvió a escalar un centavo”, dice como si hubiese habido una corrida bancaria y la población estuviera desempolvando sus pasaportes europeos. De paso, aprovecha el espacio para practicar un deporte de moda: Pegarle con un palo a Guillermo Moreno, que nunca queda mal en un artículo periodístico equilibrado y sesudo.

Sin embargo, lo que genera mayor curiosidad es todo lo que viene después, porque el resto del artículo parece haber sido redactado por otra persona. Aparentemente el doctor Jekyll retoma el control y escribe una crónica en la cual nada indica que se pueda justificar la “inquietud”. La nota tiene párrafos memorables, en los cuales se utilizan esos viejos recursos literarios que permiten colocar citas supuestamente textuales, que en realidad no se sabe si son producto de la inventiva graciosa del redactor o si el periodista logró intervenir la línea de Marcó del Pont. ¿Lo habrá ayudado un tal James que no es Bond? Lo peor es que si se lee el párrafo, no se entiende cuál es la preocupación.

Luego de unos párrafos en los cuales los motivos de preocupación siguen sin aparecer, el diario logra un final que Stevenson nunca pensó: Que Jekyll y Hyde aparecieran simultáneamente ante los lectores. No explica las razones, no hay un razonamiento comprensible, pero por las dudas reitera que hay "inquietud".

Tal vez haya algo de cierto en todos los párrafos y es que el tipo de cambio puede ser un problema y que la crisis europea –un eufemismo, porque no parece que Estados Unidos esté en el mejor de sus momentos- puede generar problemas en un plazo más corto o más largo. Las diferencias entre el tipo de cambio real y el nominal son evidentes y ello obligará al BCRA a operar en conjunto con el ministerio de Economía. Si aciertan, como uno debería suponer, tratándose de funcionarios y técnicos prestigiosos, el doctor Jekyll habrá encontrado el antídoto. Si se equivocan o no tienen suerte, Mister Hyde saldrá a festejar.


Se puede leer la nota original o ver el subrayado aquí abajo:

El dólar avanzó un centavo hasta $ 3,92 y ya vuelve a inquietar a los argentinos


EL BANCO CENTRAL LLEVA COMPRADOS U$S 1.000 MILLONES EN LO QUE VA DEL MES


El dólar avanzó un centavo hasta $ 3,92 y ya vuelve a inquietar a los argentinos

Marcó del Pont compró ayer u$s 200 millones para defender al tipo de cambio de la avalancha de dólares. El euro se sigue debilitando contra el dólar y cayó hasta los u$s 1,253.


La movida, como tantas otras, no ahorra inquietud para los argentinos. El dólar – ese barrilete cósmico que nunca se pierde de vista– volvió a escalar un centavo y cerró en $3,92 en el mercado minorista, en un contexto de fuerte presión para que los métodos sui generis del secretario de Comercio Guillermo Moreno dejen de “defender” el tipo de cambio.


Es que la avalancha de dólares por fin llegó. Ayer, el BCRA compró alrededor de u$s 200 millones y de esa manera logró evitar que la mayor oferta empujara los valores hacia abajo. En rigor, la troupe del Central (no Rosario) ha empujado el valor del billete. Con un volumen operado de u$s 773 millones en el mercado, el BCRA ya se acerca a la cifra de u$s 1.000 millones en compras durante el mes de mayo.


En Puente, señalan que con el correr de las ruedas, el dólar mayorista –que le pone valor al minorista ya que le fija un spread– continúa “inamovible” en $ 3,89. “En lo que va de esta semana y gran parte de la anterior, la autoridad monetaria ha comprado todas las ofertas ingresadas en ese nivel. De alguna manera, esto le ha dado gran tranquilidad a todos los exportadores o vendedores de divisas que han encontrado un piso para liquidarlas”, dijeron.


Del otro lado, Mercedes Marcó del Pont, la titular del BCRA, tuvo ayer línea directa con Portugal: –Bom dia Mercedes. Como vai? –Estou bem, obrigada. E você? Es que ayer Portugal copió la receta española y salió a decir que ellos también recortarán el gasto. Esto hizo que inversores de todo el mundo volvieran a creer en una buena perspectiva para la economía de los PIGS (en realidad “PIS”, porque Grecia ya explotó mientras que Portugal, Irlanda y España sueñan con la salvación).


Euro debilitado

Mientras tanto, el euro no logró frenar su caída contra el dólar al cerrar en u$s 1,2537, contra los u$s 1,2628 del día anterior. Hoy el pesimismo tiene cara de Jean Trichet, titular del Banco Central Europeo: un informe de Sumitomo Mitsui Banking sostiene que la divisa podría alcanzar u$s 1,18 en breve, el mismo valor que tenía en 1999.

Por ahora, los pronósticos hablan de mayor debilidad debido al temor a que los gobiernos no puedan reducir sus déficits fiscales lo bastante rápido después que la Unión Europea anunció un rescate de casi u$s 1 billón para los países más endeudados de la zona.

“Es difícil hallar una razón para comprar euros”, dijo Camilla Sutton, estratega de divisas en Bank of Nova Scotia en Toronto. “El mercado aún no comprende cómo se pondrán en práctica las medidas de austeridad. El anuncio del rescate financiero atenuó un poco la aversión al riesgo en el mercado”. En el mercado local los argumentos cruzados continúan. Hay quienes estiman que el peso puede sobrevivir en estos niveles, pero si el euro sigue perdiendo terreno frente al dólar, la presión para devaluar será mayor.

mayo 10, 2010

Etica, periodistas, zanahorias y la duda eterna


La imagen del periodista y la modelo-periodista alabando las virtudes de la aerolínea Lapa, el mismo día en el que un accidente dudoso, protagonizado por la misma empresa, dejaba decenas de muertos y una secuela de acciones judiciales, no es producto de una pesadilla sino de algunas horas de zapping televisivo. Es que apenas unos días antes la aerolínea había inaugurado una ruta a Atlanta, en los Estados Unidos, y varios periodistas habían ido en el viaje inaugural. Parece que hubo uno que no alcanzó a pedir al canal de cable que levantara su nota y lo salvara del ridículo.

La anécdota remite a un dilema ético que suele presentarse a algunos periodistas. Decimos “algunos”, porque con el correr de los años y la baja de la calidad profesional del periodismo, ciertos dilemas se convirtieron en certezas: Dejar hacer, resignarse, vivir la vida lo mejor posible. La profesión, sí, puede interesar, una vez al año, si hay Martín Fierro o si alguien cuestiona su trabajo públicamente.

El tema fue objeto de discusión hace poco, cuando algunos periodistas se espantaron porque habían recibido una invitación a una conferencia de prensa de una empresa, en la cual se prometía que a los “primeros 15 en llegar” se los anotaría para un sorteo de un LCD. Hubo discusión, reflexión y opiniones diversas y el desagrado por parte de los periodistas fue por la obviedad, por la forma burda en la que se los presionaba. La pregunta más difícil de responder fue: “¿Cuál es la diferencia entre que se anuncie en la gacetilla que se hará un sorteo o que el sorteo se haga sin anuncio previo?” Naturalmente, no es un debate saldado. 

Como para ver qué se discutía sobre estos temas hace algunos años, copiamos unos párrafos de Ralph D. Barney en 1975, entonces profesor asociado de comunicaciones en la Brigham Young University de Brigham city. (*)


“…años atrás, un activo promotor de una popular estación radial de Honolulu estuvo agitando una casi irresistible zanahoria ante las narices de estudiantes-directores de diarios internos destinados al estudiantado de nivel medio, con el fin de estimular la publicidad a favor de un conjunto musical popular que estaba presentando en esa temporada un concierto en vivo.

La ‘zanahoria’ consistía en una invitación al director a participar de una recepción especial y exclusiva, para los integrantes del conjunto musical. La presión consistía en el requerimiento –comprendido en la invitación- de que el director trajese consigo, como condición para la admisión, la prueba de que había publicado en su diario notas promocionando el concierto. La recepción se convirtió pues en una gratificación a los directores que habían favorecido los intereses del promotor-persuasor.

Aquella promoción explotó el deseo muy real de directores inmaduros de poder asistir a una recepción y conocer a un conjunto de celebridades, en tanto que capitalizaban las debilidades del carácter ético escasamente desarrollado de los jóvenes.

El ejemplo sirve para dramatizar el potencial existente para corromper a la juventud, pero al profundizar la exploración salen a la luz las ‘zanahorias’ aún más sofisticadas capaces de sobornar a periodistas más sofisticados, o que al menos están destinadas a lograr ese objetivo.

La ‘zanahoria’ de viajes con gastos pagos a tierras distantes y exóticas es lugar común en la industria del turismo. No es ningún secreto que la línea aérea que ofrece el obsequio espera verse retribuida con una publicidad favorable del periodista; pero, al menos en un caso, una línea aérea presentó un itinerario a un periodista y le pidió formalizar el compromiso –por escrito- de escribir una serie de notas como resultado del viaje. El periodista declinó la oferta en este caso, pero el promotor del concierto en la estación de radio aludido arriba defendió su exigencia de notas por parte de los estudiantes directores de publicaciones estudiantiles manifestando que las compañías aéreas siempre esperan que los escritores que aprovechan sus servicios produzcan una serie de notas favorables a su regreso. Ese, dijo el promotor, es el ‘precio que debe pagarse’ por recibir beneficios.

Las industrias del transporte y del esparcimiento no son, sin embargo, las únicas que realizan esfuerzos concertados para lograr corrientes de información favorables para sí. Los citados ofrecen sólo algunos de los ejemplos más espectaculares.

(…) En la política se ha puesto a periodistas en planillas de pago (clandestinamente, tal vez a través de familiares, o aun, abiertamente, como asesores); en el sector económico se hace participar a reporteros mediante la revelación de datos confidenciales, o como participantes secretos, en oportunidades comerciales que los enriquecen; en deportes ocurre muchas veces que el equipo se hace cargo de los gastos de viaje del reportero; y en casi toda actividad se puede recompensar al relator, dándole acceso a información, si minimiza los problemas negativos al comunicarlos a sus fuentes informativas.

(…..) Un periodista debe decidir tempranamente, en momentos de profunda introspección y sustentándose en una base de conocimientos relativamente grande, cuál habrá de ser su postura filosófica y ética hacia la sociedad a la que está sirviendo. El hecho de que la sociedad es crecientemente pluralista ejerce mayor presión sobre él, y es comprensible que contribuya a su confusión y, tal vez, a su indecisión.

Con todo, el temprano cimiento ético que un periodista se erige para su defensa se torna crítico para la superestructura a la que habrá de servir a medida que va tomando contacto con las fuerzas que querrán moldearlo, y que dedicarán no pocas energías en los intentos.

La cuestión no difiere de otros procesos de moldeo: cuanto más blanda y plástica es la arcilla, tanto más fácil será que el transeúnte casual deje en ella su impronta. Cuanto más dura la arcilla, estará tanto menos propensa a que una impronta casual altere su forma.

Así, el periodista que entra en batalla antes de haber empuñado su broquel ético correrá el riesgo de ser llevado a una posición comprometida o de ser puesto en fuga por los mentores del mundo.

(*) Publicado originalmente en el libro “La prensa y la ética. Ensayos sobre la moral de los medios masivos de comunicación”, cuyos compiladores fueron John C. Merrill y el propio Barney. La edición de Eudeba, en Buenos Aires, es de 1981.

mayo 01, 2010

Mártires cotidianos

Hoy es el día del trabajador y uno lo celebra en honor a aquellos mártires de Chicago y por los miles y millones de mártires que todos los días dejan sus ganas y sus sueños detrás de una máquina, arriba de un andamio, cosiendo, barriendo o con sus ojos colorados por el cansancio que provoca la computadora. No digo "feliz día" sino "recordemos a todos los trabajadores". Pero en algún momento vamos a tener que dedicar una parte importante del primero de mayo a los excluídos, a los teletrabajadores, a los precarizados, a los trabajadores domiciliarios, a los trabajadores en negro, a los flexibilizados.
Si de periodismo se trata, flexibilizados, precarizados, trabajadores en negro, teletrabajadores, trabajadores domiciliarios y otras categorías caben a más de la mitad de los que proveen contenidos a los diarios, las revistas, los sitios de Internet, las radios y los canales de televisión. No tienen vacaciones, no tienen jubilación, no tienen derecho a enfermarse, aunque se enferman y cuando les pasa, no les pagan. No digo "feliz día", digo que "algún día sean felices".

abril 28, 2010

El Periodista y la Libertad de Conciencia


Reproduzco completo un artículo que recoge la ponencia del periodista James Neilson en el encuentro sobre la ética de los periodistas organizado por la Fundación Illia y publicado en 1990 en el libro "La Etica de los Periodistas Argentinos". Son palabras de hace veinte años, cuando comenzaba la década en la cual se desarrollaría un proceso acelerado de concentración de medios y sobre todo una extraordinaria concentración multimedial, que mediante el refuerzo entre los mensajes de diarios, revistas, radios, televisión y hasta sitios de Internet, derivaron en una reducción al mínimo en materia de opciones. Es muy interesante leer lo que "decíamos ayer..." para analizar cuántas pérdidas de libertad de expresión y de libertad de conciencia hemos sufrido en tan pocos años. Aquí va el texto:

La expresión, pero no, claro está, la idea de "libertad de conciencia" parece haber sido acuñada por el reformador protestante Martín Lutero cuando comenzaba su lucha contra la autoridad del papa. En aquel entonces, Lutero fue un fervoroso defensor de la libertad de conciencia más absoluta, pero cuanto más aumentó su propio poder, tanto más entendió los argumentos de sus adversarios y, al llegar a su apogeo, se opuso con la mayor firmeza a todo amago de independencia de criterio en las partes del mundo que dominaba.
Esta parábola se repite todos los días en el periodismo. Es que los reporteros y columnistas, sobre todo cuando son principiantes, suelen creer a pie juntillas en su derecho a escribir lo que su conciencia les dicte y a negar el derecho de cualquiera de amordazarles. Los redactores y, sobre todo, los directores de diario, en cambio, naturalmente ven las cosas desde un ángulo muy distinto. Tienen que pensar en la "línea política" del medio, en su coherencia, en su calidad y en consecuencia no pueden permitir que quienes lo escriben decidan todas las normas. De este modo surgen, inevitable y contínuamente, conflictos dentro de las redacciones. Por lo general se resuelven sin demasiados problemas: el izquierdista que encuentra que los redactores conservadores no publican sus artículos o mutilan sus reportajes cambia de diario; el católico cuyos apasionados alegatos contra el aborto son rechazados por un director impío termina trasladándose a un medio más acogedor. La posibilidad de hacerlo, cuando existe, reduce los posibles prejuicios causados por lo que podría llegar a ser una suerte de dictadura informativa de pocos hombres y mujeres. Así y todo, el problema existe y es importante.
La necesidad de hacer compatible la libertad de conciencia del periodista o de cualquier persona que quiere escribir para los diarios y el derecho del director a imponer ciertas normas es la contracara de la libertad de expresión. Este es un tema que tiende a enfrentar a la prensa en su conjunto con los demás poderes: políticos, económicos y eclesiásticos. En buena parte del mundo existe el consenso de que la libertad de expresión, la ausencia de censura previa, debería ser casi absoluta. La libertad de conciencia, en cambio, es un tema de puertas adentro y quienes se oponen a la libertad de expresión -por los mejores motivos, claro está- saben que constituye un flanco débil que pueden aprovechar.
Pueden señalar que los dignos señores que protestan toda vez que un político trata de obligar a la prensa a acatar ciertas reglas no vacilan un instante en forzar a sus propios empleados o colaboradores a respetar las pautas que fijan ellos mismos, que la censura, crimen abominable cuando la practican los gobiernos, es un hecho cotidiano en toda redacción.
¿Es posible solucionar este problema, eliminar esta contradicción? Creo que no. La libertad total, sin excepciones, es un sueño utópico. El estatuto destinado a obligar a los redactores a respetar plenamente la libertad de conciencia de cada uno haría de todo medio la víctima fácil de grupos bien organizados de personas comprometidas con alguno que otro movimiento que practican lo que en ciertos círculos políticos denominan el entrismo.
Asimismo, la libertad de expresión depende de la voluntad de los directores de diario de resistir las muchas presiones surgidas de sectores políticos y económicos, y el director forzado a distribuir el espacio limitado a su disposición a otros, aun cuando éstos sean periodistas, para que lo utilicen a su antojo no tendría ningún poder para hacer frente a nada.
Para colmo, de imponerse el principio de la supremacía incuestionable de la libertad de conciencia del periodista -es decir, de todos cuantos escriben para la prensa con cierta regularidad o que tienen que ver con la producción de diarios- no sde solucionaría el problema fundamental, meramente lo trasladaría de la oficina del director a la sala de redacción o al local gremial más cercano, porque cuando del espacio periodístico se trata estamos hablando de un bien escaso, físicamente limitado, que alguien ha de repartir, y la libertad de algunos necesariamente excluye la de otros. En consecuencia, el problema fundamental consiste en saber dónde ubicar la máxima libertad -que lógicamente incluye la de conculcar la libertad ajena- y a mi entender el lugar menos malo es en la oficina del director que para estar en condiciones de hacer frente a las presiones desde fuera tiene que poder resistir las de dentro.
En las grandes ciudades, la variedad de medios disponibles brinda una solución pragmática, imperfecta, quizás, pero satisfactoria. Pero en comunidades más pequeñas o en zonas relativamente despobladas el problema puede ser agudo, sobre todo si el director del diario local es una persona de ideas muy firmes y de miras muy estrechas. En tales casos suelen proliferar los planteos de quienes quieren subordinar los derechos de las empresas periodísticas a los que, dicen, son de la comunidad en su conjunto.
Puertas afuera, todos aquellos que se preocupan por la libertad de expresión no pueden sino defender sin ambages los fueros de tales directores de diarios. Puertas adentro, empero, es útil recordarles que es del interés de la prensa como institución, habitualmente blanco de críticas de toda clase, que en zonas en que existe un virtual monopolio quienes lo ejercen lo hagan con la mayor amplitud posible, dando cabida a muchos puntos de vista, no sólo porque esto es bueno de por si sino también porque es el único modo de neutralizar presiones que en ciertas circunstancias pueden resultar incontrastables.