Diarios y revistas que se regodean con algún asesinato. Periodistas de TV o radio que entrevistan a un familiar de la víctima para agregar un grado más de truculencia a un relato tal vez innecesario y seguramente carente de respeto por la ética profesional, son algunas de las imágenes que aparecen cuando se piensa en medios masivos de difusión y el negocio de la narración sobre la "inseguridad", un término que, por negativo, alude a la "seguridad" como lo deseable. Tal vez no sea tan extraño que la misma palabra haya sido usada como sinónimo de paz por las dictaduras. Al fin y al cabo, no hay que ser tan memorioso para recordar que hace algunas décadas se impusieron dictaduras en toda América latina bajo la inspiración de la "Doctrina de la Seguridad Nacional".
La primera incógnita sea si los crímenes y el negocio del relato de los crímenes son una novedad del momento o si simplemente la tecnología permite que se martillen los cerebros de manera más persistente. ¿Cuánto hay de novedoso en los relatos truculentos? Para buscar alguna respuesta o nuevas preguntas, nada mejor que acudir a los sabios que se tomaron el trabajo de pensar y escribir, como el historiador Jorge B. Rivera, quien en el 94 publicó en sus Postales Electrónicas un pequeño capítulo: El otro círculo de los violentos". Ofrecemos un fragmento, como para leer, disfrutar y correr a buscar algo nuevo entre las cosas aparentemente viejas:
Las truculencias proferidas en las esquinas por los cantores de endechas, o por los ciegos narradores de historias macabras, desvelaron durante siglos al público de las plazas, los barracones de feria y los pueblos de campaña. El crimen 'paga', aunque sea en moneda pequeña y esta verdad la explotaron incontables poetas y cantores populares que hicieron de la necrofilia, la masacre colectiva, el ensañamiento, el canibalismo, el infantizidio y los descuartizamientos un oficio verbal provechoso.
Los temas cruciales del crimen y de su castigo ejemplarizador son pasajeros con abono permanente en la mayoría de los cancioneros, romanceros y copleros populares del mundo, como una suerte de "séptimo círculo" vioento que prolonga su geometría ominosa desde las edades más remotas.
A partir del siglo XVI, sin embargo, la exhibición recurrente del crimen y de sus accesorios brutales (el descuartizamiento, la antropofagia, la necrofilia, etc.) está más definidamente en los repertorios de la cultura popular urbana, ligados a formas incipientes de industria cultural (como el vasto universo de la "literatura de cordel"), que en los adscriptos habitualmente al campo de la tradición estrictamente folklórica, sin que desde luego estén ausentes de ésta.
La cultura de los nuevos medios masivos suplantó (o tal vez solo reelaboró en otra cuerda tecnológica) un patrimonio que durante siglos fue el alimento imaginario del hombre de las calles y los campos. A lo largo de centurias un repertorio nutridísimo de canciones, relatos, sucedidos, coplas y proverbios codificó a su modo las fantasías y los saberes de la gente, en una corriente ininterrumpida que se robusteció especiaslmente desde el siglo XV, con la invención de la imprenta y con el consiguiente flujo de materiales que reflejaban sus deseos y sus miedos profundos, entre ellos, desde luego, los vinculados con la tenebrosa esfera del crimen.
En las calles de París, los campos de Castilla, los pueblos de la meseta mexicana, la expansiva frontera norteamericana o las pulperías de la pampa rioplatense, los cantores, narradores o lectores de gacetas magnetizaron a su audiencia con historias en las que se mezclaban lo sagrado y lo profano, lo maravilloso y lo crudamente realista, la historia y la superchería, las peripecias del amor no correspondido y las truculencias de la pasión homicida.
Los viejos cancioneros y repertorios narrativos de la tradición popular no se alimentan solo de crímenes pasionales arquetípicos y "limpios". Abundan también en ellos, para un público ávido de emociones fuertes y turbias, los registros de asesinatos aberrantes, descuartizamientos, actos de canibalismo o necrofilia y otras monstruosidades por el estilo, algunas apoyadas históricamente en episodios penosamente reales, y otras cosechadas en el imaginario negro de la humanidad. (...)
Frases de cabecera
-"Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido." Malcolm X.
febrero 15, 2011
Eramos tan truculentos
Etiquetas:
Jorge B. Rivera; crímenes;
febrero 10, 2011
Inflación: En un diario, la mentira es un suicidio

Por Pablo A. Chami
El diario Clarín, en la tapa del martes 8 de febrero dice: “Impacto en el costo de vida” y con letras muy grandes: “Los precios de las verduras también suben fuerte”. Adjunta una lista de precios de las verduras y frutas y la acompaña en página 3, con un gráfico de barras.
Yo hago las compras todos los miércoles en un supermercado de San Fernando, en el conurbano bonaerense. No me extrañó el título catástrofe de Clarín porque estoy acostumbrado a sus mentiras, pero, como también estoy al tanto de los precios de las verduras que compro todas las semanas, mi impresión era, antes de leer esa noticia, que sus precios estaban bastante estables y también, que algunos habían disminuido. Hoy por la mañana fui al supermercado a hacer mis compras habituales, compré algunos de los productos que Clarín puso en tapa y tomé nota del resto de los productos.
El resultado fue que los precios consignados por el diario de la familia Noble estaban muy lejos de la realidad. Consigno la siguiente tabla:
Precios Clarín | Precios supermercado | |
Lechuga | 10,60 | 7,19 |
Manzana | 11,67 | 7,19 |
Limón | 20,23 | 13,41 |
Zanahoria | 6,00 | 5,39 |
Tomate | 3,50 | 2,69 |
Papa | 3,90 | 3,59 |
Cebolla | 3,90 | 3,14 |
Huevos | 12,90 | 8,70 |
Podemos ver que todos los precios del supermercado son bastante más bajos de los que enseña Clarín. La fuente de los datos relevados, según Clarín, son de ADELCO, Asociación de Defensa del Consumidor y tomados de Coto Digital. El cronista no se tomó el trabajo de recorrer supermercados y verdulerías. ¿Cómo es posible que se lance una nota de tapa con información tan precaria?
Lo que sucede es que al multimedio Clarín le interesa instalar el tema de la inflación en un año electoral, y lo confiesa en el título de la página 5: “Año electoral y costo de vida, una ecuación que ya preocupa al kirchnerismo”.
Los tópicos con que machaca diariamente Clarín a sus lectores y televidentes del monopolio son: las tres i: inflación, inseguridad, Indec. Cuando uno de estos temas se agota, encuentran otros como la seguridad jurídica, la corrupción, lo aislado de la argentina en el mundo.
Circulan recurrentemente por estas cuestiones como en una calesita sin tratar otros asuntos importantes como el trabajo esclavo, los juicios a los responsables de los delitos de lesa humanidad, La producción record de automóviles, entre otros que omiten.
Una vez más, Clarín le miente a la sociedad argentina.
Etiquetas:
inflación; mentiras;
febrero 06, 2011
Etica periodística: Noticieros chacales, violadores, asesinos, incendiarios
Crímenes, asalto a trenes, inseguridad, chicas incendiadas por sus novios, suicidios, un futuro oscuro e inevitable, las visiones negativas de la vida que transmiten los noticieros son una violación a la ética periodística y merecen una sanción social. Son reflexiones que surgieron a partir de una excelente columna publicada por el médico psiquiatra Gustavo González Ramella en el blog Puede Colaborar. Todos los subrayados son nuestros.
Cuando se habla de ética periodística, algunos se aburren porque suponen que se trata de cuestiones que sólo interesan a los filósofos. Sin embargo, por su misión formativa, los medios tienen una responsabilidad social que se hace evidente todos y cada uno de los días en los que alguien emite una noticia.
En el nivel de la ética prescriptiva de la información, Enrique Bonete Perales (1) dice que “se parte del supuesto de que tales medios además de constituirse en empresas económicas –con una mera racionalidad instrumental que persigue mayores beneficios con mínimos costos- están al servicio de los derechos humanos y del bien común”. La tensión entre los intereses económicos –que incluyen los intereses políticos que los sirven- no es nueva ni evitable, pero es al menos un acto de hipocresía decir que tal fenómeno no existe.
O, como dice Bonete Perales, “la tarea informativa ineludiblemente acaba proponiendo determinadas maneras de pensar y opinar, defiende valores morales y políticos –de ahí su considerable responsabilidad social y moral- y sin pretenderlo se convierte en la principal difusora de modelos de existencia e ideales, con mayor o menor dignidad de ser asumidos por los receptores de mensajes e informaciones”.
Hoy es innegable que la información es, en gran parte, formación y es un rol ético del periodista. “Si cada vez se exige mayor responsabilidad y honradez a los periodistas (como reiteran los códigos deontológicos) es, entre otras razones, por la conciencia social que se está adquiriendo sobre el ‘poder’ que poseen los oyentes y televidentes. No es baladí, por tanto, insistir (…) en que el reconocimiento social del periodismo depende en sumo grado de la capacidad de asumir por parte de tales profesionales unos claros criterios morales con los que se defienda incondicionalmente la dignidad de toda persona implicada en el mundo de la información, piedra angular (…) sobre la que se apoya esta profesión”, dice Bonete Perales.
Soy noticia, tengo mis derechos
“Para saber qué normas son las justas sería preciso tener en cuenta a todos los afectados por ellas –lectores, oyentes, gentes afectadas por la noticia o la opinión, compañeros de trabajo- y no tomar como norma correcta sino la que todos podrían querer: no la que le conviene a mi grupo, no la que a mí me beneficia, sino la que satisface los intereses universalizables”, dice el español Bonete Perales como si estuviera leyendo diarios argentinos o mirando algún noticiero de TV.
La información, cuando se difunde, no es neutra. Hay protagonistas de los hechos; hay lectores, oyentes o televidentes; hay personas relacionadas con ellos; hay intereses particulares. Todo debe ser considerado por el periodista antes de decidir dar a conocer una noticia y cómo darla a conocer.
El uso del lenguaje es una de las claves de la problemática. Lo que se dice, lo que no se dice y cómo se dice o no se dice. En términos de Etica Lingüística de la Información, se puede decir que hay una “responsabilidad moral del periodista en el uso sintáctico, semántico y pragmático del lenguaje”, como dice Bonete Perales.
Dejaremos para otra oportunidad hablar de lo sintáctico –redactar bien, muchachos- y semántica –que lo que se escribe se ajuste lo más posible a la realidad- y nos concentraremos en la responsabilidad pragmática, es decir las consideraciones que un periodista debería tener con el protagonista de la noticia y con los lectores. “Se podría afirmar que los periodistas son responsables no sólo de cuanto escriben (sintaxis y semántica) sino también y sobre todo de las implicaciones de sus mensajes en quienes los reciben, es decir, de los efectos que producen en aquellas personas a quienes se refiere la información”.
No se trata de una cuestión meramente especulativa filosófica. Es muy práctica. Tanto que en la mayoría de los manuales de estilo de los diarios de todo el mundo hay artículos que marcan los límites pragmáticos, de respeto al lector y al protagonista de la noticia.
Suicidios, asesinatos, chicas quemadas
Vayamos a algunos ejemplos. El manual de Estilo y Etica Periodística del diario La Nación, de la Argentina, señala en su artículo 11 que “A menos que se contraponga con el derecho de la opinión pública a estar informada, la prensa debería evitar toda identificación de parientes o amigos de personas condenadas o acusadas de haber cometido un delito”. Si lo desea, haga una pausa en la lectura y mire algún noticiero de TV. Verá cómo se entrevista a “la tía de la chica que fue violada” para preguntarle “¿Cómo se siente?¿está enojada por la falta de seguridad?¿habría que imponer la pena de muerte o la castración química?”.
En el artículo 12 dice que “los periodistas no deberían comúnmente entrevistar o fotografiar a menores de 16 años sobre temas que incluyan el bienestar personal de tal o cual niño en ausencia de o sin el consentimiento de uno de los padres”. En el nº 13, dice que “la prensa no debe, aunque la ley no lo prohíba, identificar a menores de 16 años que están involucrados en casos de violación sexual, ya fuere como testigos o como acusados”. Haga otra pausa y mire un rato la TV argentina, o lea algunos diarios. No dicen el nombre del niño, pero pueden mostrar el frente de la casa –con calle y número incluidos- o entrevistar al padre, como para que quede claro quién es la víctima.
Inseguridad o proinseguridad
Nos permitimos inventar un neologismo, ahora que la Real Academia empieza a seguir el rumbo de los anglosajones. Si hay o no un aumento de la inseguridad, es una cuestión. Pero que ciertas noticias o el enfoque de ciertas noticias promueve la inseguridad, no caben dudas. De ahí el neologismo. (No lo registramos, pero al menos citen la fuente). El manual de Estilo del diario El País, de España, dice en su artículo 1.5, que “las falsas amenazas de bomba no deberán ser recogidas como noticia, salvo que acarreen graves consecuencias de interés general. Estas informaciones no hacen sino favorecer al delincuente y extender ese tipo de conductas”.
Luego, en el punto 1.6, el manual indica que “el periodista deberá ser especialmente prudente con las informaciones relativas a suicidios. En primer lugar, porque no siempre la apariencia coincide con la realidad y también porque la psicología ha comprobado que estas noticias abocan a quitarse la vida a personas que ya eran propensas al suicidio (…)”. Otra pausa en la lectura, ideal para escuchar programas de radio y de televisión en los cuales se habla por estos días de una “epidemia de novios que rocían a sus parejas con combustible y las queman”. No, no se indigne, siga leyendo.
Apenas unas líneas más abajo, en el punto 1.7, el manual de Estilo del País dice que “en los casos de violación, el nombre de la víctima se omitirá, y solamente podrán utilizarse las iniciales o datos genéricos, (edad, profesión, nacionalidad) siempre que no la identifiquen. También se emplearán iniciales cuando los detenidos por la policía o los acusados formalmente de un delito sean menores de edad (18 años)”. Si a esta altura todavía le quedan ganas de ver noticieros o escuchar informativos radiales o leer ciertos diarios, es porque tiene una alta resistencia a la indignación. Felicitaciones, no es fácil.
(1) Bonete Perales, Enrique. Eticas de la información y deontologías del periodismo. Editorial Tecnos, España, 1995
La nota de Puede Colaborar, inspiradora de nuestras reflexiones.
Cómo te queda la cabeza después de ver el noticiero
“LOS NOTICIEROS ME ANGUSTIAN”/ INSEGURIDAD Y ATAQUES DE PANICO/ SALUD MENTAL Y MEDIOS/ TERRORISMO MEDIÁTICO
Por Gustavo González Ramella,
(Médico Consultor en Psiquiatría y Psicología Médica del Hospital Neuropsiquiátrico de Necochea)
“Si no hay esperanza… y si meten miedo y matan la esperanza doctor, matan la salud mental de la gente”
Esto decía una participante en un grupo de reflexión y terapia, una mujer humilde, pobre, trabajadora, inteligente, de Quequén; con un lenguaje sencillo definía en pocas palabras lo que expresaba con gran riqueza verbal Gabriel Mariotto responsable de la ejecución de la nueva Ley de Medios este lunes en 6,7,8 en la TV Pública. Pero se quedaba corto el funcionario del gobierno nacional cuando decía que los monopolios le habían declarado la guerra “a este gobierno”. Solamente en parte es cierto esto, ya que la narrativa de mis pacientes, y muchos, que participan en los espacios grupales terapéuticos me han demostrado una y mil veces en estos años que el malestar de la cultura hoy pasa por la divergencia entre la realidad real y la realidad mediática, esta última interesada en desalentar, desanimar, vaciar de valores, producir miedo y matar la esperanza como dice aquella mujer del pueblo que cité. Es decir que la guerra no es contra este gobierno democrático: la guerra es contra la conciencia del pueblo y la sociedad de Argentina, y por extensión de toda América del Sur, y no es sólo un problema político contra un gobierno sino con una nueva concepción de Estado Nación y una concepción ideológica y de identidad humanista.
Estas son algunos de los componentes hoy de este malestar emocional, de estos ataques de pánico, angustias y depresiones que vemos los profesionales psi en nuestros hospitales y consultorios y en la vida cotidiana.
¿Cómo analizamos hoy y evaluamos el peso de una parte de la conciencia individual y colectiva que intenta tramitar las dificultades impuestas por un régimen neoliberal de mercado que precarizó por décadas a la sociedad y la cultura, que vació la identidad que otorga el trabajo, que empobreció el conocimiento, que destituyó la autoestima nacional? ¿Cómo analizamos hoy y evaluamos la banalización desde los medios monopólicos como el grupo Clarín (TN y tantos otros tentáculos) y Nación, y sus delegados locales y regionales, representantes del privilegio y de las peores cosas que ha hecho la derecha y las corporaciones del gran capital en los últimos tiempos?
-Me pasa que no puedo despegarme de las malas noticias, de las tragedias… porque si no me siento culpable, dirá alguien en estos grupos, quien ha desarrollado hábitos adictivos dolientes y victimistas.
-Me pasa que no puedo mirar la tele que pone mi marido en los noticieros porque me hace mal… me angustia, dirá otra mujer, con otro estilo de personalidad y otra manera de aplicar mecanismos defensivos en este caso evitativos.
Tendríamos que interrogarnos los profesionales e intelectuales que nos relacionamos de una u otra manera con los problemas de la salud emocional de las gentes los modos de aplicarnos más a estas cuestiones del INCONSCIENTE ya no regidas por represiones sexuales y que investiguemos más a fondo también las formas y parcelas de la CONCIENCIA, zonas eficaces y no eficaces, aspectos y dinamismos disonantes o desintegrados, negados o sobredeterminantes que tienen que ver con la mediatización de la realidad y el imaginario colectivo.
Así como el estudio de las formas de construcción de la realidad, entre otros, el armado y percepción de la INSEGURIDAD desde la subjetividad en base a la recepción del interesado bombardeo de los medios corporativos dominantes. Hay una suerte de terrorismo mediático. Los datos aportados por estudios de las Naciones Unidas acerca de la REALIDAD del delito en los diversos países de las Américas [Argentina está entre los más seguros junto a Uruguay y EEUU en base a tasa de homicidios] y la percepción subjetiva de INSEGURIDAD [Argentina está entre los más inseguros y entre los más seguros están EEUU] publicado en Página 12 el 30/01/2011. Es muy claro para quien viaja y analiza el papel de los medios gráficos, televisivos y radiales, mayoritariamente en manos de la derecha y sus corporaciones, en Argentina y el mundo, que la INSEGURIDAD y la SEGURIDAD es un armado estratégico del poder dominante económico cultural a partir de los medios dominantes y que es una estrategia de poder sobre las mentes y los electores.
Claro que para atreverse a estas profundidades del dolor emocional hoy no sólo hay que atravesar los MIEDOS y ESPERANZAS de la multitud [pasiones humanas básicas según Spinoza] sino también los propios miedos y esperanzas de los profesionales e intelectuales tan propensos a amigarse con los intereses de los que más tienen y a precarizarse en un humanismo pálido y mediocre. Integrarse y comprometerse a los estudios y prácticas sociales y políticas emancipatorias es un modo de devolver algo a la sociedad y al bien público de lo recibido y un modo de apostar a la esperanza popular.
Cuando se habla de ética periodística, algunos se aburren porque suponen que se trata de cuestiones que sólo interesan a los filósofos. Sin embargo, por su misión formativa, los medios tienen una responsabilidad social que se hace evidente todos y cada uno de los días en los que alguien emite una noticia.
En el nivel de la ética prescriptiva de la información, Enrique Bonete Perales (1) dice que “se parte del supuesto de que tales medios además de constituirse en empresas económicas –con una mera racionalidad instrumental que persigue mayores beneficios con mínimos costos- están al servicio de los derechos humanos y del bien común”. La tensión entre los intereses económicos –que incluyen los intereses políticos que los sirven- no es nueva ni evitable, pero es al menos un acto de hipocresía decir que tal fenómeno no existe.
O, como dice Bonete Perales, “la tarea informativa ineludiblemente acaba proponiendo determinadas maneras de pensar y opinar, defiende valores morales y políticos –de ahí su considerable responsabilidad social y moral- y sin pretenderlo se convierte en la principal difusora de modelos de existencia e ideales, con mayor o menor dignidad de ser asumidos por los receptores de mensajes e informaciones”.
Hoy es innegable que la información es, en gran parte, formación y es un rol ético del periodista. “Si cada vez se exige mayor responsabilidad y honradez a los periodistas (como reiteran los códigos deontológicos) es, entre otras razones, por la conciencia social que se está adquiriendo sobre el ‘poder’ que poseen los oyentes y televidentes. No es baladí, por tanto, insistir (…) en que el reconocimiento social del periodismo depende en sumo grado de la capacidad de asumir por parte de tales profesionales unos claros criterios morales con los que se defienda incondicionalmente la dignidad de toda persona implicada en el mundo de la información, piedra angular (…) sobre la que se apoya esta profesión”, dice Bonete Perales.
Soy noticia, tengo mis derechos
“Para saber qué normas son las justas sería preciso tener en cuenta a todos los afectados por ellas –lectores, oyentes, gentes afectadas por la noticia o la opinión, compañeros de trabajo- y no tomar como norma correcta sino la que todos podrían querer: no la que le conviene a mi grupo, no la que a mí me beneficia, sino la que satisface los intereses universalizables”, dice el español Bonete Perales como si estuviera leyendo diarios argentinos o mirando algún noticiero de TV.
La información, cuando se difunde, no es neutra. Hay protagonistas de los hechos; hay lectores, oyentes o televidentes; hay personas relacionadas con ellos; hay intereses particulares. Todo debe ser considerado por el periodista antes de decidir dar a conocer una noticia y cómo darla a conocer.
El uso del lenguaje es una de las claves de la problemática. Lo que se dice, lo que no se dice y cómo se dice o no se dice. En términos de Etica Lingüística de la Información, se puede decir que hay una “responsabilidad moral del periodista en el uso sintáctico, semántico y pragmático del lenguaje”, como dice Bonete Perales.
Dejaremos para otra oportunidad hablar de lo sintáctico –redactar bien, muchachos- y semántica –que lo que se escribe se ajuste lo más posible a la realidad- y nos concentraremos en la responsabilidad pragmática, es decir las consideraciones que un periodista debería tener con el protagonista de la noticia y con los lectores. “Se podría afirmar que los periodistas son responsables no sólo de cuanto escriben (sintaxis y semántica) sino también y sobre todo de las implicaciones de sus mensajes en quienes los reciben, es decir, de los efectos que producen en aquellas personas a quienes se refiere la información”.
No se trata de una cuestión meramente especulativa filosófica. Es muy práctica. Tanto que en la mayoría de los manuales de estilo de los diarios de todo el mundo hay artículos que marcan los límites pragmáticos, de respeto al lector y al protagonista de la noticia.
Suicidios, asesinatos, chicas quemadas
Vayamos a algunos ejemplos. El manual de Estilo y Etica Periodística del diario La Nación, de la Argentina, señala en su artículo 11 que “A menos que se contraponga con el derecho de la opinión pública a estar informada, la prensa debería evitar toda identificación de parientes o amigos de personas condenadas o acusadas de haber cometido un delito”. Si lo desea, haga una pausa en la lectura y mire algún noticiero de TV. Verá cómo se entrevista a “la tía de la chica que fue violada” para preguntarle “¿Cómo se siente?¿está enojada por la falta de seguridad?¿habría que imponer la pena de muerte o la castración química?”.
En el artículo 12 dice que “los periodistas no deberían comúnmente entrevistar o fotografiar a menores de 16 años sobre temas que incluyan el bienestar personal de tal o cual niño en ausencia de o sin el consentimiento de uno de los padres”. En el nº 13, dice que “la prensa no debe, aunque la ley no lo prohíba, identificar a menores de 16 años que están involucrados en casos de violación sexual, ya fuere como testigos o como acusados”. Haga otra pausa y mire un rato la TV argentina, o lea algunos diarios. No dicen el nombre del niño, pero pueden mostrar el frente de la casa –con calle y número incluidos- o entrevistar al padre, como para que quede claro quién es la víctima.
Inseguridad o proinseguridad
Nos permitimos inventar un neologismo, ahora que la Real Academia empieza a seguir el rumbo de los anglosajones. Si hay o no un aumento de la inseguridad, es una cuestión. Pero que ciertas noticias o el enfoque de ciertas noticias promueve la inseguridad, no caben dudas. De ahí el neologismo. (No lo registramos, pero al menos citen la fuente). El manual de Estilo del diario El País, de España, dice en su artículo 1.5, que “las falsas amenazas de bomba no deberán ser recogidas como noticia, salvo que acarreen graves consecuencias de interés general. Estas informaciones no hacen sino favorecer al delincuente y extender ese tipo de conductas”.
Luego, en el punto 1.6, el manual indica que “el periodista deberá ser especialmente prudente con las informaciones relativas a suicidios. En primer lugar, porque no siempre la apariencia coincide con la realidad y también porque la psicología ha comprobado que estas noticias abocan a quitarse la vida a personas que ya eran propensas al suicidio (…)”. Otra pausa en la lectura, ideal para escuchar programas de radio y de televisión en los cuales se habla por estos días de una “epidemia de novios que rocían a sus parejas con combustible y las queman”. No, no se indigne, siga leyendo.
Apenas unas líneas más abajo, en el punto 1.7, el manual de Estilo del País dice que “en los casos de violación, el nombre de la víctima se omitirá, y solamente podrán utilizarse las iniciales o datos genéricos, (edad, profesión, nacionalidad) siempre que no la identifiquen. También se emplearán iniciales cuando los detenidos por la policía o los acusados formalmente de un delito sean menores de edad (18 años)”. Si a esta altura todavía le quedan ganas de ver noticieros o escuchar informativos radiales o leer ciertos diarios, es porque tiene una alta resistencia a la indignación. Felicitaciones, no es fácil.
(1) Bonete Perales, Enrique. Eticas de la información y deontologías del periodismo. Editorial Tecnos, España, 1995
La nota de Puede Colaborar, inspiradora de nuestras reflexiones.
Cómo te queda la cabeza después de ver el noticiero
“LOS NOTICIEROS ME ANGUSTIAN”/ INSEGURIDAD Y ATAQUES DE PANICO/ SALUD MENTAL Y MEDIOS/ TERRORISMO MEDIÁTICO
Por Gustavo González Ramella,
(Médico Consultor en Psiquiatría y Psicología Médica del Hospital Neuropsiquiátrico de Necochea)
“Si no hay esperanza… y si meten miedo y matan la esperanza doctor, matan la salud mental de la gente”
Esto decía una participante en un grupo de reflexión y terapia, una mujer humilde, pobre, trabajadora, inteligente, de Quequén; con un lenguaje sencillo definía en pocas palabras lo que expresaba con gran riqueza verbal Gabriel Mariotto responsable de la ejecución de la nueva Ley de Medios este lunes en 6,7,8 en la TV Pública. Pero se quedaba corto el funcionario del gobierno nacional cuando decía que los monopolios le habían declarado la guerra “a este gobierno”. Solamente en parte es cierto esto, ya que la narrativa de mis pacientes, y muchos, que participan en los espacios grupales terapéuticos me han demostrado una y mil veces en estos años que el malestar de la cultura hoy pasa por la divergencia entre la realidad real y la realidad mediática, esta última interesada en desalentar, desanimar, vaciar de valores, producir miedo y matar la esperanza como dice aquella mujer del pueblo que cité. Es decir que la guerra no es contra este gobierno democrático: la guerra es contra la conciencia del pueblo y la sociedad de Argentina, y por extensión de toda América del Sur, y no es sólo un problema político contra un gobierno sino con una nueva concepción de Estado Nación y una concepción ideológica y de identidad humanista.
Estas son algunos de los componentes hoy de este malestar emocional, de estos ataques de pánico, angustias y depresiones que vemos los profesionales psi en nuestros hospitales y consultorios y en la vida cotidiana.
¿Cómo analizamos hoy y evaluamos el peso de una parte de la conciencia individual y colectiva que intenta tramitar las dificultades impuestas por un régimen neoliberal de mercado que precarizó por décadas a la sociedad y la cultura, que vació la identidad que otorga el trabajo, que empobreció el conocimiento, que destituyó la autoestima nacional? ¿Cómo analizamos hoy y evaluamos la banalización desde los medios monopólicos como el grupo Clarín (TN y tantos otros tentáculos) y Nación, y sus delegados locales y regionales, representantes del privilegio y de las peores cosas que ha hecho la derecha y las corporaciones del gran capital en los últimos tiempos?
-Me pasa que no puedo despegarme de las malas noticias, de las tragedias… porque si no me siento culpable, dirá alguien en estos grupos, quien ha desarrollado hábitos adictivos dolientes y victimistas.
-Me pasa que no puedo mirar la tele que pone mi marido en los noticieros porque me hace mal… me angustia, dirá otra mujer, con otro estilo de personalidad y otra manera de aplicar mecanismos defensivos en este caso evitativos.
Tendríamos que interrogarnos los profesionales e intelectuales que nos relacionamos de una u otra manera con los problemas de la salud emocional de las gentes los modos de aplicarnos más a estas cuestiones del INCONSCIENTE ya no regidas por represiones sexuales y que investiguemos más a fondo también las formas y parcelas de la CONCIENCIA, zonas eficaces y no eficaces, aspectos y dinamismos disonantes o desintegrados, negados o sobredeterminantes que tienen que ver con la mediatización de la realidad y el imaginario colectivo.
Así como el estudio de las formas de construcción de la realidad, entre otros, el armado y percepción de la INSEGURIDAD desde la subjetividad en base a la recepción del interesado bombardeo de los medios corporativos dominantes. Hay una suerte de terrorismo mediático. Los datos aportados por estudios de las Naciones Unidas acerca de la REALIDAD del delito en los diversos países de las Américas [Argentina está entre los más seguros junto a Uruguay y EEUU en base a tasa de homicidios] y la percepción subjetiva de INSEGURIDAD [Argentina está entre los más inseguros y entre los más seguros están EEUU] publicado en Página 12 el 30/01/2011. Es muy claro para quien viaja y analiza el papel de los medios gráficos, televisivos y radiales, mayoritariamente en manos de la derecha y sus corporaciones, en Argentina y el mundo, que la INSEGURIDAD y la SEGURIDAD es un armado estratégico del poder dominante económico cultural a partir de los medios dominantes y que es una estrategia de poder sobre las mentes y los electores.
Claro que para atreverse a estas profundidades del dolor emocional hoy no sólo hay que atravesar los MIEDOS y ESPERANZAS de la multitud [pasiones humanas básicas según Spinoza] sino también los propios miedos y esperanzas de los profesionales e intelectuales tan propensos a amigarse con los intereses de los que más tienen y a precarizarse en un humanismo pálido y mediocre. Integrarse y comprometerse a los estudios y prácticas sociales y políticas emancipatorias es un modo de devolver algo a la sociedad y al bien público de lo recibido y un modo de apostar a la esperanza popular.
febrero 04, 2011
Prensa canalla, prensa que calla: El copamiento de la salud pública
Hay dos noticias publicadas por Página 12 en los últimos meses que tuvieron escasa repercusión. Fueron censuradas por la otra prensa, aunque la nota sobre el trabajo esclavo en un establecimiento de la empresa Nidera tuvo alguna repercusión, porque intervino la Justicia y hay ciertas cosas difíciles de ocultar.
La otra fue una denuncia muy grave, producto de una investigación que hizo la periodista Mariana Carbajal. Para el resto de la prensa –canalla y amiga de los enemigos de todo lo que huela a pueblo- el tema no existió. Lo sepultaron y no se dieron por enterados de que hay un verdadero copamiento de los servicios de salud pública de todo el país, por parte de quienes desde ciertas congregaciones religiosas buscan que los médicos violen la ley y en lugar de practicar los abortos no punibles, igualmente pasen el caso a la Justicia, para que mientras tanto el embrión se convierta en bebé y sea más difícil la operación. Es una nota excelente, que deberíamos leer y dar a conocer, cualquiera sea la opinión que uno tenga sobre el tema del aborto, porque no se trata de fijar posición al respecto sino de ver cómo una institución que dice defender la vida se organiza para violar la Ley. La prensa canalla no lo va a hacer:
Impedirás los derechos sexuales y reproductivos
La UCA y la Universidad Austral forman “especialistas en bioética” que luego operan en los comités de los hospitales. Enfermeras ligadas a la Iglesia alertan sobre los pedidos de aborto no punible. Y hay abogados que completan el trabajo de pinzas.Por Mariana Carbajal
La Iglesia Católica formó un ejército de especialistas en bioética que se desempeñan en hospitales públicos, con la intención de influir a través de los comités de bioética en las decisiones que tienen que ver con la regulación en torno al inicio, la reproducción y el fin de la vida y los límites de la ciencia. Particularmente les interesa obstruir el acceso a los abortos no punibles, entre otras prácticas legales sobre salud sexual y reproductiva, con el argumento de que es la Iglesia Católica y no el Estado la que debe establecer las normas de lo posible en lo concerniente a la vida de los individuos. Enfermeras formadas en cursos de la pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) y de la Universidad Austral, ligada al Opus Dei, son las que alertan cuando una mujer solicita la interrupción voluntaria del embarazo amparada en los permisos vigentes. La tropa se completa con médicas y médicos, otros profesionales de la salud y también abogados, que son quienes concurren a los debates parlamentarios sobre las reglamentaciones para los abortos no punibles, y litigan en tribunales federales y locales contra el Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, y en la judicialización de los casos de aborto no punible. Es significativo que los planes de estudio con los que se forman, en algunos casos, están avalados por el Estado, a través de su aprobación por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau).
El tema está siendo investigado desde el CEIL-Piette-Conicet, que encabeza Fortunato Mallimaci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y presidente de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur. Para contrarrestar la influencia de los especialistas en bioética que defienden los preceptos morales que imparte el Vaticano y pretenden imponerlos a toda la población, desde la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el médico experto Juan Carlos Tealdi, director del Comité de Bioética del Hospital de Clínicas, está trabajando en la conformación de una red de especialistas con perspectiva de derechos humanos, que ya cuenta con 76 miembros que se desempeñan en hospitales públicos de distintas partes del país. Han elaborado un consenso con varios puntos a defender, entre ellos, el acceso al aborto no punible.
La estrategia
“La alta formación es la estrategia que les permite ganar concursos y ocupar lugares de decisión en el ámbito de la salud pública”, explicó a Página/12 un investigador del Conicet que les está siguiendo los pasos a los bioeticistas católicos desde hace un par de años, pero prefiere mantener el anonimato para evitar que le pongan obstáculos a su estudio, una tesis doctoral, dado que suele participar de las clases, jornadas y seminarios en los que se recibe capacitación. Este diario accedió a algunos de los avances preliminares de su investigación. “Desde la academia confesional, docentes universitarios, investigadores e intelectuales, forman profesionales de la salud abogados e ‘interesados en la bioética’ para dotarlos de herramientas teóricas y conceptuales que les permitan tomar decisiones en su práctica profesional. Uno de los principales intereses es que estos ‘interesados en la bioética’ integren comités hospitalarios en el sistema de salud pública”, explicó el investigador a este diario. La formación implica no solamente maestrías y especializaciones de posgrado sino también cursos cortos donde se analizan casos de aborto, eutanasia, trasplante de órganos y también reproducción asistida, detalla uno de los papers.
Una de las estrategias que utilizan para frenar los abortos no punibles es la demora: postergan las decisiones con la idea de que el embarazo avance y sea cada vez más complicada su interrupción. También tratan de influir sobre la mujer o los familiares que la acompañen, sobre todo en el caso de menores de edad, transmitiéndole la falsa idea de que un aborto puede poner en riesgo su vida, cuando –se sabe– es una intervención más segura, incluso que un parto, si se realiza en condiciones adecuadas (ver aparte).
La UCA y la Austral son dos de los sitios encargados de la capacitación y formación de los agentes católicos especializados en bioética. Los docentes que se consideran “maestros” formando “discípulos” –describe la investigación– son generalmente filósofos y médicos que han realizado posgrados y especializaciones en bioética en universidades de Europa y Estados Unidos. “Actualmente, las primeras cohortes de egresados de posgrados en las universidades confesionales locales ya están comenzando a dictar sus propios cursos”, indicó el investigador. Se caracterizan, agregó, por hablar “desde la ciencia”, aunque los mueve una misión celestial. “Ellos están convencidos de que así van a ir al cielo, creen que están haciendo un bien a la Humanidad”, contó. Incluso recordó que en una jornada de la UCA se llegó a analizar el caso de una mujer que tenía un embarazo de un feto con una malformación genética por la cual moriría al nacer. Y al feto, que tenía alrededor de cuatro meses de gestación, y un kilogramo de peso, lo llamaban “paciente”.
Los cursos incluyen una alta formación en filosofía y teorías genéticas, y hasta historia del feminismo y teoría de género. En algunas jornadas, incluso, hablan sobre Simone de Beauvoir. En general están en contra de las prácticas de salud reproductiva que implican utilizar métodos anticonceptivos que no son avalados por el Vaticano, como el DIU, y las píldoras que tienen levonorgestrel –porque sostienen que impide la anidación, aunque no hay estudios científicos reconocidos internacionalmente que sostengan esa creencia–, entre ellas, la anticoncepción hormonal de emergencia. También rechazan el aborto no punible, a pesar de que es legal en el país desde 1921, de acuerdo con las excepciones previstas en el Código Penal, que a la luz de las interpretaciones de altos tribunales del país contemplan cuando el embarazo pone en riesgo la vida o la salud de la mujer y si la gestación fue producto de una violación, sea o no la mujer discapacitada mental.
De acuerdo con la investigación que se lleva adelante desde el CEIL–Piette, varios de los bioeticistas formados con la línea de pensamiento del Vaticano, especialmente aquellos que responden al Opus Dei, son jefes de servicios de Ginecología y Obstetricia o de Cuidados Paliativos.
Hay una clara división de género, las mujeres “trabajan territorialmente”, son enfermeras y médicas que identifican rápidamente los casos frente a los cuales influir. Los abogados en general son varones y son quienes litigan contra la venta de anticonceptivos o en casos de aborto no punible, o concurren a los debates parlamentarios. Por ejemplo, a lo largo de 2008 y 2009 tuvieron presencia en los debates y audiencias públicas sobre la reglamentación del aborto no punible en la Legislatura porteña. Distintas voces de agentes católicos especializados en bioética expresaron su rechazo al proyecto, promovido por distintos bloques de la oposición, que finalmente no se llegó a aprobar este año, a pesar de que lleva ya tres años de discusión. El macrismo siempre apeló a diversas estrategias para freezarlo.
Para leer la nota y los recuadros completos y en el sitio original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159746-2011-01-03.html
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